Dulces Mentiras

Capítulo 20 [Reina]

CallieLa noticia que Callie recibió el dia siguiente volvió a poner su mundo de cabeza.

 

Sabia que sus días con Grant estaban contados, pero al abrir aquel correo cayo en cuenta lo cerca que esos días estaban por culminar.

 

La noche anterior en la cual Grant se había comportado de ensueño, ambos amanecieron en los brazos de otro con grandes sonrisas, que sin duda reflejaban el fuerte avance que habían tenido.

 

No se comportaban incómodos por la cercanía del otro.

 

Su sincronización le empezaba a causar miedo, por que en cierto sentido, la relación se iba volviendo mas real con los días.

 

Ginny aplazó su boda una semana mas.

 

Callie, no pudo evitar preguntarse que motivo tuvo que haber para que la socialite hubiera aplazado la boda de ensueño que le restregaba en la cara a cualquier mendigo.

 

Obviamente, incluyéndose.

 

El correo no se extendía a más de dos líneas, por lo que sus teorías no faltaron.

 

¿Fred la había engañado?.

 

La pregunta guindo en su entorno por interminables minutos, donde a su paso, se iba tornando más y más real.

 

No era de extrañar una suposición como esa, debido a que ella paso por la misma situación.

 

Fred no era un santo. 

 

Además, en cierta manera a ninguno les había llegado el karma por sus acciones.

 

Recordaba que 22 días era el límite de su relación con Grant, pero ahora había que sumarle 7 dias.

 

Suspiró profundamente, haciendo aún lado todos sus temores. Se repetía a sí misma que disfrutara mientras durara. Nunca había tenido oportunidad ni experiencias como Grant se las había ofrecido a lo largo de toda su estadía, y probablemente no las habría después de que terminara.

 

Graham Blackstone era el tipo de experiencia que solo se vive una vez en la vida, no solo por la vida lujoso que le respaldaba, sino por el tipo de hombre que era.

 

Amable.

 

Atento.

 

Cariñoso.

 

Humorístico.

 

Sencillamente, era extraordinario.

 

Pero claro, Callie se estaba desenfocando del punto principal.

 

Después de un claro recordatorio del maravilloso viaje el día anterior, Grant le había propuesto a Callie un día perezoso en el penthouse. Debido a que por la noche, tenían que asistir a una de las galas lujosas donde se guardaba la invitación exlusiva para la casa Blackstone.

 

Era más que obvio que no había podido negársele al jefe de su jefe.

 

Callie estaba perdiendo el enfoque a su trabajo, algo por el cual había luchado hasta el cansancio por llegar, pero añadiendo otra excusa más a la lista, Grant podía llegar a ser un distractor increíble si se lo proponía.

 

Y eso era posible, si este le enumeraba el beneficio que obtenia al dejar de lado el trabajo y asistir con él a la gala por la noche.

 

Se daría a conocer más, y con eso aumentaría la red profesional en su trabajo.

 

Y por ende, tenia que seguir recordándoselo, por que en ciertos momentos, quedaba atrapada en una gran odisea donde su corazón palpitaba, y su estómago se contraía en una masa de nervios y satisfacción.

 

Por ello, estaba decidida a esconder todas esas emociones bajo la imagen mas sexy y decidida posible. El vestido rojo cereza que le guiñaba el ojo con sus brillos en una de las esquinas del gran armario era el elegido. Su espalda estaba al descubierto, con delgados tirantes que profundizaban el escote que se cernía sobre sus pechos.

 

El resultado la dejo sin aliento, debido que se ajustaba como un guante a su cuerpo.

 

Con el cabello y maquillaje a la perfección, se encaminó para ver a su guapo acompañante.

 

Volviéndose ese otro de las momentos donde tenia que recordarse su posición.

 

Grant estaba inclinado, su mirada dirigiéndose a la gran ventada que mostraba su mejor vista a la ciudad. Con una bebida en su mano izquierda y el esmoquin caro que se ajustaba a su musculoso cuerpo de una manera que todos los hombres en la gala se iban a sentir indignados de no tener la atención femenina en ellos.

 

El captó los movimientos de Callie por el cristal, por lo que bebió de ella y del contenido de su vaso, antes de girarse y comteplarla como una dama se lo merecía. Sin embargo, mantenía su expresión facial en blanco, que provoco las inseguridades en ella.

 

—¿Me veo bien?. —pregunto en voz baja, sin perder el contacto visual que este se empeño en mantener, a pesar del silencio.

 

—Estoy sin palabras, cariño. —él soltó un suspiro, anonadado por la mujer vestida de un llamativo y sexy vestido rojo frente a él ¿Estaba soñando?—. Impresionante... Es como un... —Grant se aclaró la garganta—. Sueño, como si ese vestido fue hecho para tí.

 

A pesar de que alguna vez se dijo que jamás volvería a esperar la aprobación de un hombre, le embargo un alivio junto a una risita nerviosa. Estaba claro que con Grant nada de lo que se había prometido en un pasado contaba. 

 

Lo que Grant no podía dejar de pensar era que Callie estaba hecha para él, en todos los sentidos. Aunque no lo diría en voz alta, por temor a asustarla.

 

—Gracias... Supongo. —murmuró Callie.

 

—Falta algo. —Grant metió su mano dentro de su saco.

 

—¿Qué es..? —se quedó callada al ver la caja de terciopelo negro, y dentro de él, un hermoso collar de diamantes con pendientes a juego—. ¡Guao! Grant... —ella dejo de ver las joyas y se centro en la mirada ardiente de Grant—. Tienes que dejar de regalarme joyas.




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