Su vuelo hasta el hotel donde se hospedarían por el fin de semana quedaba más cerca que su viaje a la parte sur de la ciudad, e incluso ese viaje resulto ser más divertido para Callie.
Nada en ese primer viaje podía olvidarse.
Desde su estadía en Wall'Stein, el recorrido por la casa de Grant, o el final bajo las estrellas.
Intento olvidar todo lo que implicaba recordarle que estas eran las ultimas cosas que haría con Grant, y se obligó a sonreír ante las vistas, que eran igual de preciosas e impresionantes.
Callie nunca superaría lo hermosa que la ciudad se veía desde las alturas.
Era muy extraño que empezara a pensar en lo alto que había llegado en las últimas semanas, no por los viajes en helicóptero, sino por que recordaba a aquella chica de campo que había llegado con grandes sueños a esta ciudad.
Cosa que Ginny señalaba en cada oportunidad.
Esperaba que el ajetreo de la boda le quitaran las energías para buscar maneras vengativas de hacerla sentir mal o defectuosa. A medida que se acercaban, sus nervios iban en aumento. Grant, sintiendo su repentino estrés y sabiendo el motivo de este, alargo su mano para entrelazarla con la de ella, transmitiéndole su calor de una manera reconfortante, con el fin de que se tranquilizara.
Los nervios ocasionaban que hicieses cosas estúpidas, por lo que Callie le sonrió en agradecimiento por estar a su lado. No quería imaginar lo que sería de ella si no hubiera conocido a Grant aquel domingo en la organización benéfica para animales abandonados.
O tal vez si, una perfecta comidilla para dos lobos.
Grant permaneció más cerca de ella que en el último viaje, y por la forma en que permanecieron unidos fue una acción vagamente extraña, pero Callie trataba de despejarla y alegrarse de tenerlo tan junto a ella en esta circunstancias tan mediáticas.
—Lo descubrirán. —de un momento a otro, Callie entro en pánico—. Esto no es un encuentro casual en un restaurante, o en una gala de elite. Estaremos por mucho tiempo bajo el radar de ellos y muchos de sus conocidos… Tengo una corazonada… Lo van descubrir.
—Confía en mí, todo estará bien. Hemos actuado como una pareja verdadera durante semanas, incluso nuestra atracción es perceptible, no hay nadie que no pueda creer lo reales que somos. —Grant se agacho para besarle el cuello, tratando de hacer todo lo que estaba a su alcance para aliviar su tensión.
Callie suspiro profundamente, sintiéndose perdida en la sensación que los labios de Grant producían en su piel. —Supongo que tienes un punto… pero… no podemos hacer esto cuando hay público. —dijo, señalando al piloto.
—Claro que lo haremos. —afirmó Grant con la voz ronca, dándole su frase más certera a Callie que hablaba entre jadeos y la respiración entrecortada—. Ser mojigata no te queda, cariño. Si haces eso, todo se terminara antes de que comience.
—¿No te molesta?, ¿Podemos hacerlo?, ¿Dónde queramos?. —pregunto, intentado recobrar la confianza en sí misma, jamás había sido tan cariñosa con un hombre o se había dejado manosear por él en público.
—Puedes hacer lo que quieras conmigo. —afirmó Grant—. Solo espero que entiendas la referencia conmigo… juntos.
—De acuerdo.
Grant siguió con su tarea, besando su cuello y masajeando sus muslos. Sintiendo como Callie suspiraba y se acomodaba para darle mejor acceso.
Sabía que él estaba en los correcto, los toques furtivos no debían molestarla, o para el caso ponerla nerviosa, frente a los futuros esposos y espectadores.
—¿Estas más tranquila?. —preguntó Grant.
—Mucho mejor gracias a ti.
—Me alegra escuchar eso, cariño. Porque ya estamos aquí. —informó Grant, sin alterar su tono sereno que en cierto modo a Callie le recordaba al padre de este.
Suponía que la manzana no caía lejos del árbol.
—¿Quiénes son todas esas personas?.
—Comité de Bienvenida, nos están esperando.
A medida que se acercaban al punto de aterrizaje, la monumental propiedad se extendía con grandes manzanas de terreno frente a la costa, todo ese paisaje detrás del helipuerto. La mirada de Callie se centró con más atención en la pareja de novios, que por sus expresiones, podía evaluarse que se comportaban como si parecieran tener un palo metido en el trasero. Nada era comparado con la felicidad que una pareja como esa debería de tener a tan solo un día antes de su boda.
—El hotel es enorme, si nos esforzamos, no tendremos que verles sus caras estiradas todo el tiempo que dure la estancia. —opino Grant, añadiendo otra pizca de tranquilidad a la situación.
—Supongo que será un gran esfuerzo, por que trataran de mantenernos en sus radares.
Con una de sus manos, Grant tomo la barbilla de Callie con suavidad y la alzo para que sus miradas de volvieran a conectar, con la misma atracción, intensidad y confianza.
—Tu solo mírame, y no volverás a preocuparte por ninguno de esos idiotas. —el helicóptero se había detenido, por lo que la gente esperaba que la pareja saliera. Pero Grant tenía otros planes—. Bésame.
Sin darle tiempo a reflexionar o responder, Grant tomo sus labios en un beso fogoso e intenso, que sin duda organizo un espectáculo en el momento en que el piloto abrió la puerta para revelarlos, y Grant ni siquiera se detuvo al escuchar un jadeo proveniente de cualquiera de las personas que conformaban el comité de bienvenida.
Cuando finalmente se separaron, Callie volteo a mirar la puerta que era sostenida por el piloto, con audiencia detrás suyo, por lo que un poco de vergüenza y sorpresa eran las sensaciones que el bonito rubor que se extendía en sus mejillas proclamaba.
Aunque Callie no lo notara en ese momento, había ganado la primera ronda de las que se llevarían a cabo en su estadía. Las miradas en los rostros de los principales anfitriones, era una a la que Grant respondía con una sonrisa burlona.