Las tardes en Londres se volvían más frías con el pasar de las semanas, había lluvias amenazantes a lo largo de la temporada con solo atisbos de sol matutino que mantenía el agradable rocío de las rosas inglesas y su aroma. Candy no podía verlas sin pensar en Anthony y en lo cambiado que parecía. Su mirada ya no era la misma, no era tristeza, era otra cosa lo que lo embargaba. Lanzó un suspiro delante de Patty, en la mesa al aire libre a la salida de clases, haciendo tiempo para partir.
—¿Qué harás ahora que Anthony ha regresado?
—Hacer… No tengo nada que hacer respecto a eso, ¿por qué lo dices?
—Porque yo siempre pensé que empezarías a salir con él, pero de pronto Terry toma delantera y hace todo esto.
—Está loco, está llevando muy lejos esto. Soy solo su diversión. —Su amiga no estuvo muy convencida.
—¿Entonces no son novios?
—No de ese tipo, ¿sabes? Es…
—¿Ya te besó?
—¡Oh, por Dios! Claro que no.
Patty sonrió dando un mordisco a su manzana, de pronto miró por encima de la cabeza de Candy y antes de que ésta volteara, unas manos largas y delgadas taparon sus ojos.
—¿Quién es? —Aunque reconocía ese aroma, y las manos, era imposible fueran las mismas. — Patty, ¿quién es?
—No lo conozco.
—¿Tan rápido me olvidaste? Me voy a poner muy triste. —Su voz sonó juguetona y enseguida Candy saltó emocionada
—¡Tom! —Gritó— ¡¿Tú, aquí, ¡¿qué haces?! ¿Dónde está la hermana María y La Señorita Pony? —Giraba para buscarlas, pero Tom la retuvo por los hombros negando.
—No, solo vine yo.
—Ellas saben que estás aquí, ¿cierto? — El asintió, y ella seguía sin entender— ¡Habla, pues!
—Estás hablando con un nuevo alumno del Colegio del San Pablo para chicos —Sonrió grandemente y a Candy casi se le cae la mandíbula al suelo, optó por abrazarlo fuertemente— Fui becado como tú. Inicio el próximo lunes. El secretario Takarai me asignó un tutor aquí en la escuela para que hiciera todo el papeleo, pero fue sencillo. —Candy asintió a todo, no podía de la felicidad. —Voy a estar hospedado en una de las habitaciones para chicos foráneos, ¿te das cuenta? casi voy a vivir en un castillo. No exactamente, pero algo así. Además, ya me enlisté en el club de robótica, creo que eso me ayudará para cuando quiera estudiar Ingeniería en Softwares. ¿Has visto lo enorme de estos campos? Son como dos o tres… Cinco de los nuestros en América. Oye, ¿crees que pueda evitar usar la corbata? me parece muy ridícula…
Tom hablaba totalmente entusiasmado, todo esto solo podía ser obra de Terry, entrecerró los ojos un poco molesta, pero estaba feliz porque el futuro de Tom mejoraría, pero también estaba expuesto. Se encontraba en una encrucijada de sentimientos, Terry le había dicho que no más regalos excéntricos, por otro lado, ver a Tom tan contento le ponía también muy feliz.
—Candy, me estás apretando mucho…
—¡Oh, sí, lo siento! Te presento a Patty. Patty, él es Tom, casi como mi hermano, del Hogar de Pony.
—Mucho gusto Patty. —Extendió su mano para ella y lanzó un guiño. — ¿Oye Patty, te han dicho lo mona que eres?
—¿Perdón? —Se dirigió a Candy confundida— ¿Me dijo mono?
—No, así decimos en mi país, eres muy mona, bonita. Interesante. —Aclaró el muchacho.
—Gracias.
—Tom, atrás. —Le reprendió Candy, Tom se encogió de hombros.
—Estoy practicando para conocer chicas bonitas como ella.
—¡Tom! —Patty contuvo una risilla.
—Me voy entonces, necesito hacer varias cosas, pero en cuanto pueda, quiero ver a Annie también.
—Sí, claro. —Candy sonrió negando.
—Ah, Patty. Yo no miento, eres bonita, ¿De acuerdo? —Le dijo tronando los dedos de sus ambas manos y luego señalándola.
—¡Ya anda, lárgate, solo me haces pasar penas ajenas! —Ambas rieron viéndolo correr hacia las canchas de futbol soccer, tan delgado como era, con el cabello alborotado en castaño.
—Te va a dar muchos dolores de cabeza ese adolescente.
—Desde que era un bebé inició con su misión.
El convertible de a saber qué marca se paró justo en la parada de autobús. Annie disimuló no ver, esperando en el camino la aparición de un taxi que la llevara rápidamente a Candy Cakes. La voz de adentro la invitaba a que subiera, pero ella ni siquiera volteaba.
Archie Cornwell, Casanova por vocación y ocio sonrió toqueteando el volante con los dedos y bajó. Dio vuelta por detrás de su flamante auto y abrió la puerta a la chica que estaba justo a su dirección.
—Buenas tardes, Annie. ¿Podría tener el honor de acompañarte a tu casa? —Ella miró apenas girando la cabeza, lo miró de arriba abajo y sonrió a medias.
—No necesitas ser tremendamente formal.
—Pero es lo que querías. —Señaló la puerta en una reverencia, Annie terminó por dejar escapar la cascada de su risa, asintiendo. — Por favor. —Atendió y subió, Cornwell cerrándole la puerta. Dentro, se abrochó el cinturón.
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Editado: 04.03.2022