Dulces y Narcisos

Capítulo XVII: La Promesa

Adaptación por Alexa Bauder
Basado en el dorama Boys Over Flowers (Corea)
éste a su vez, basado en el manga Hana Yori Dango de Yōko Kamio

 

El lobby del lugar era tan bonito como la imaginaba, una las agencias de modelos de Londres, tal como había investigado, se situaba justo en la dirección de la tarjeta de Dan. Le gustó la manera en que las chicas en la recepción no tuvieron reparo en recibirla al saber el contacto que ella les hubiese mencionado. La hicieron esperar solo un momento hasta que el chico llegara por ella y la condujera al elevador hasta el estudio donde él estaba en la mitad de una sesión.

 

—Aquí ocurre toda la magia. —Orgulloso, con brazos extendidos, mostró el piso donde el equipo iba y venía, mientras otras más, tomaban un descanso.

—Gracias por invitarme, Dan, esto es maravilloso. —Con gran entusiasmo, Candy trató de adivinar lo que cada uno hacía, pero no fue necesario, su anfitrión se lo explicó a grandes rasgos.

—Gracias por venir, Candy

 

Un hombre de mediana edad se aproximó con una palmada al hombro de su modelo estrella, señalando que le quedaba sólo diez minutos para regresar al trabajo.

 

—Gracias. Ey, James, te presento a Candy. —El coordinador de proyecto le pareció que le despertaran de su rutina cuando en un segundo, divisó el rostro de Candy. Enseguida pensó que se trataba de una nueva modelo de la cual, él aún no tenía noticia.

—Mucho gusto, James Sinclair. —Respondió en un acento francés muy marcado, en espera de más información por ella.

—Es una amiga que acabo de conocer.

—El gusto es mío. —Respondió Candy con el tono amable que la caracterizaba, el mayor sonrió de buena manera.

—¿Crees que pudieras hacerle algunas pruebas de cámara?

—Por supuesto, por supuesto, pensé que jamás me lo pedirías.

—No, no, yo solo vine a…

—Por favor, Candy, no te va a costar nada y nada pierdes. Son solo unas tomas sencillas, nada más.

 

James, más emocionado que ambos, o al menos así lo mostraba, esperó la afirmativa de Candy y cuando tímidamente ella asintió, enseguida hubo una señorita que amablemente le indicó dónde podía esperar, ahí en una silla alta en una habitación llena de percheros con ropa protegida y tocadores llenos de luces.

 

—Nos vemos en un rato, Candy.

—Eh, sí, sí. En un rato.

 

Dan se despidió de ella a lo lejos mientras otra mujer a su lado comenzó a retocar su maquillaje.

 

—James, la prueba corre por mi cuenta. Haz las mejores tomas y recurre las mejores técnicas.

—Esa niña no requiere mayor filtro, no es muy alta, pero es muy agraciada.

 

Ambos miraron a lo lejos las instrucciones dadas a Candy, ella asentía graciosamente.

 

—Dan, tienes buen ojo en esto.

—Lo sé.

 

El chico, con la sonrisa que le valía cientos de miles de libras esterlinas por una gira en una Fashion Week, lo supo en el momento en que miró a la rubia americana por primera vez.

 

La tarde había sido de lo más emocionante para Candy, primeramente y con el mismo atuendo que llevaba, le tomaron algunas fotos, sin pose alguna, solo sonriente y seria, de perfil y cuerpo completo, solo un par de instantáneas que adjuntaron en su expediente. Una de las asistentes le explicó el procedimiento, luego, James pidió que le dieran algo más cómodo. Le buscaron un par de jeans a su medida, zapatos sencillos y una camiseta blanca, el maquillaje solo le consistió en desaparecerle brillos para luego lograr en ella la mejor de sus sonrisas. La fotógrafa era muy simpática y le explicaba en concreto qué necesitaba y cómo lograrlo.

 

Dan observó parte del proceso, pues su turno había terminado y le dirigía a su nueva amiga una mirada de orgullo.

 

—¿Puedo? —Dan la señaló y la fotógrafa se mostró complacida, invitándolo a compartir lente con la rubia; sería una prueba adicional en interacción con otro modelo que si bien, era la primera vez para Candy, supo conquistar a los presentes con su risa cuando Dan comenzó a bromear con ella para relajarla.

 

Listo todo, fue momento de despedirse, en la recepción ambos jóvenes hablaron de cosas superficiales de su vida. Dan había dado su servicio militar, luego llegó esta oportunidad que le haría viajar por el mundo como uno de los rostros jóvenes prometedores, alejándolo de su casa familiar. Candy contó de su suerte por lo que ahora era alumna del Colegio San Pablo para chicas, pero debido a un incendio, compartían instalaciones con los chicos.

 

—Esas instalaciones son más viejas que un reinado Isabelino.




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