Dulces y Narcisos

Capítulo XXIII: Perdón

Dulces y Narcisos

Adaptación por Alexa Bauder
Basado en el dorama Boys Over Flowers (Corea)
éste a su vez, basado en el manga Hana Yori Dango de Yōko Kamio

 

 

Eliza miraba el anillo que había sido arrebatado por Candy solo para comprobar que no era el auténtico. ¿Cómo iba a saber esa huérfana la diferencia entre un Tiffany y una imitación? Habría sido casi el plan perfecto para al menos fastidiarla un rato y quizá, con el tiempo, terminara alejándose de Terry. Aventó la pieza en el joyero y de un golpecillo lo cerró. Podría idearse otra artimaña, pero sinceramente, estaba agotada.

 

Escuchó a su madre discutir a algunas habitaciones lejanas con su padre, era lo mismo de siempre. Otro disgusto por otro negocio perdido, otras vacaciones perdidas, más llamados del Señor Leagan por solicitar prudencia en los gastos. Pensó en colocarse los audífonos y ensimismarse en alguna melodía, pero al escuchar los pasos pesados de su padre por la alfombra, quiso cerciorar su entrada a su habitación y así fue.

 

Ella le recibió con la sonrisa de siempre. No importaba cuántas veces fracasara en negocios, cuántas veces le pidiera a ella restringirse, pues siempre hallaba la manera de mantener las apariencias; pues para Eliza, él seguía siendo su papito. Esta vez, el hombre tenía el ceño augusto, solo sonrió para aminorar la gravedad del asunto.

 

—¿Qué pasa, papi? ¿Está todo bien? —Pero Leagan negó conteniendo sus hombros entre las palmas y haciéndole tomar asiento nuevamente en la silla de su tocador, él se sentó sobre el baúl al pie de su cama.

—Se trata de tu hermano.

—¿Le pasó algo? —Su voz se alarmó de pronto, en expectativa. Antes de volver a hablar, el mayor tomó aire.

—Hizo algo muy grave. Tengo que regresar a América, él ha sido trasladado allá.

—Papá, sabes que siempre se mete en problemas. —Rodó los ojos, casi sonriente, pero no imaginaba que esto era más que eso.

—Este es el peor de todos. Es el principal sospechoso en el asunto de una de tus compañeras.

 

Eliza negó, esperando fuera mucho más específico. Cuando él contó la parte más importante de sus movimientos, su vuelta a Londres y los estados de cuenta de su banco y una coartada nada sólida, a la hermana de Dan se le fue el color.

 

—¡Eso no es cierto! Es cosa de Terry. ¡Sí, es de él! Ahora lo veo, me odia, papito, ¡Terry me odia por querer sacarle de encima a esa huérfana!

 

Las lágrimas cayeron ciegas a lo que era realmente su hermano capaz de hacer.

 

—Tranquila, Eliza. Tú sabes… Esto no tiene nada que ver con Terry, esto es algo muy serio, hija. Cometió un crimen.

—No, no. Debió haber habido un motivo, lo forzaron, ¡alguien!

 

El señor Leagan la atrajo para consolarla, sus dedos se hundieron en los gruesos rizos rojizos de su princesa, quien comenzó a temblar, sollozando.

 

—Todo está en manos del Duque de Grandchester, pero sabemos de su estado delicado de salud. — Cuando se tranquilizó, lo miró solo para pedir una cosa.

—Quiero ir contigo. —El negó, pero ella no se quedaría a esperar en casa. —Prefiero estar contigo y verlo, necesito hablar con él. No soportaría un día aquí, con mamá.

 

Y es que, Sarah, más que nadie negaría a toda costa lo que su querido hijo hubiese hecho. Pero Eliza quería ser un poquito más sensata, ser más útil para su padre.

 

Esto debía ser una confusión, un enredo causado por Candice White.

 

* * *

 

Las noticias serias también tenían cabida en el hogar de los Britter, donde los padres de Annie informaban un comunicado llegado de las oficinas centrales de sus empleos, los cuales dependían de la compañía Mercers’. Era importante y urgente un traslado a otra ciudad de Inglaterra, con una paga por mucho aumentada, una oferta que no estaba en sus posibilidades rechazar, amén de una posible liquidación si no acataban con las instrucciones. Todo esto implicaba que si bien, Annie, en el último año de escuela y capaz de vivir bajo supervisión de un familiar, no cabía la misma posibilidad para Candy.

 

Debían colocarle en otro hogar de acogida, pero dadas las vacaciones, cualquier gestión quedaba fuera de su alcance, el Colegio le recomendaba regresar a América durante las vacaciones.

 

Una vez a solas, en la escalinata de la casa de Annie, ella ya había agotado cualquier opción para que Candy se quedara, el internado no lo era, solo era para los chicos, al menos Tom permanecería.

 

—No puedo ir a Chicago, el Hogar de Ponny no está en condiciones de más gastos, y yo necesito ganar dinero, no puedo perder el empleo de Candy Cakes.




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