Kenai
-Joseph, Joseph.-Grite al llegar con el cuerpo de Dylan entre mis manos.
-Kenai, aquí no está el niño, pero si lo ves dile que sus notas son cenizas.-Hablo abriéndome la puerta pero, al verme su cara cambio, me quito de los brazos a Dylan y se lo llevo.
-Jo...
-Ven conmigo
Mientras subíamos a su habitación, tenía esa sensación de que mi corazón estaba en mi garganta, a pesar de que no podía sudar un frio se instaló en mis manos, frente y cuello, no quería perder a nadie más, no quiera perderlo a él.
-Abre su cama.- Pidió y obedecí.
Al recostarlo, comenzó a sacarle lo necesario para únicamente dejarlo en una polera blanca, me mantenía intranquilo, pero sentía que muy dentro mío estaría ya recorriendo esta habitación de abajo para arriba, ya que no despertaba ni el zopenco de Joseph me decía algo.
-¿Qué sucedió?
-No lo sé.- Conteste, al borde de las lágrimas, mis recuerdo me iban golpeando, si alguien entraba en una cama ya nunca más podrían de volver a salir de una.
-Tranquilízate y habla, despacio.- Me miro.- Él no morirá, no es tan fácil morir cuando vives en esta isla.
-Me seque las lágrimas que habían corrido.- Nos juntamos, hablamos sobre que quería saber de Sal y de ti, pero le dije que mejor no lo hiciera, así que, así que.- Tartamudee- el comenzó a hablar sobre que quería tomarlos de ejemplo y entender que le sucedía, pe-pero, de la nada comenzó a sentirse mal, mareado por lo que me lo traje lo más rápido que pude.-Me abrace a su cuerpo.- Joseph, no quiero que muera, se muere mucha gente y no quiero que él sea uno de ellos.
-No, morirá, mira en el baño, hay medicina que harán que mejore, lo que paso debe ser que pesco un resfriado, uno muy fuerte.
-Ok.-Lo solté.
Mientras me acerque a mirar a Dylan, Joseph fue a por medicamentos, su rostro dejo de estar tan pálido a pasar a estar hasta más colorado, su respiración era normal, y aquello me aliviaba de cierta manera, este día paso de estar bien a mal, en solo un segundo, siento que nuevamente estoy fallando en la única tarea que tengo, protegerlo.
Tome un respiro y me acerque a su cuerpo, al tocar su frente lo sentí ardiendo, sin embargo, al parecer Joseph ya lo tenía previsto y además de medicinas, traía un té junto a paños fríos y húmedos, de manera que así podía de bajarle la fiebre.
-Dylan, despierta.-Lo movió y este solo emitió palabras indescifrables.- Luego hijo, ahora tomate esto y duerme.
Dylan efectivamente tomo el medicamento y luego se bebió el té.
-¿Qué tiene ese té?
-Corteza de sauce blanco.
-Puedo quedarme aquí.
-Claro, por mi ningún problema, solo llamare a su madre si no es alérgico a algún otro remedio y vuelvo.
Lo vi irse, con la mentira en la garganta, puede ser que la llame aunque para que, esa pregunta me rondaba en mi cabeza, ya que el cuido de Dylan por años, como se podría de olvidar de aquello o creería que así yo no preguntaría más de lo que debo.
Paso un buen rato antes de que Joseph volviera, y no se veía contento, su rostro era de preocupación y angustia, en mi corazón sabía que esto era más que un resfriado, nadie se marea por uno, puede ser que fiebre vómitos.
-Em.-Capto mi atención.- iré a la tienda a dejar uno que otro pedido, te dejo a cargo de él, volveré lo más pronto que pueda, y ante cualquier malestar el cual notes que es irregular, me llamas, ya que ir al centro médico es querer ir a la muerte, antes que ellos puedan ayudarte, ya estás muerto.- Exhalo.- Desearía que este lugar sea mejor.
-Es bueno, pero para un humano no.
-Si.-Su mirada se apagó por un momento.
-Suerte con tus ventas.
-Eh.-Me miro desconcertado.-Si, gracias.
Después de que se fuera el paso, sin nada interesante y si, pase todo el día, noche y parte de la madrugada junto a su cama, no obstante, el parecía no mejorar, su fiebre subía y bajaba, lo despertaba para que bebería agua, para luego volver a dormir, en un momento tuve que desnudarlo, dejándolo solo con sus bóxer, para posterior dejarlo con sus pantalones de pijama, sudaba mucho y a pesar de que encontré partes de gel frío, no me sirvieron para detener su agonía, recuerdo que es estar sintiendo un fuego que no existía.
Mis hermanos también estaban atentos sobre lo que le sucedía, ellos sentían mi dolor atreves de mí, aunque no supieran lo que veía y no estuvieran a mi pude notarlos a mi alrededor.
Hubo un momento que me sentí cansado, mis músculos dolían y Joseph al ver que ya era hora de prácticamente desayunar me ordeno prácticamente que volviera a mi casa, en donde descara por unas horas, comiera y ahí el me llamaría al ver si Dylan mejorara, por un momento no quise, me dolía, pero por otro lado sabía que tenía razón, el descansar luego de prácticamente estar todo un día despierto, me pasaba la factura, no era que necesitara dormir.
Sino que más bien, necesitaba aquello que proporcionara la energía necesaria para poder estar mejor, como dicen por aquí "Como toro", pero suave como oso de peluche.
Al llegar a mi hogar sentí lo que la euforia no me hizo sentir en ningún momento, el sentirme de nuevo humano
Dylan
Me sentía en paz, mi cuerpo estaba sobre un suave colchón, y mi cabeza se encontraba en por fin bien, o eso sentí hasta que desperté y me encontraba en la peor posición además de que estaba lleno de paños fríos.
-Tío.- susurre al verlo a mi lado.
-Mmm.
-Tío Joseph.
-Ah.- Me miro.- Despertaste.- Bostezo.