Durmiendo con el enemigo.

1

Puse sobre mi cabeza el velo negro, el cual iba acompañado de un vestido del mismo color y zapatos a juego. Nunca pensé que esto pasaría, por lo menos no tan pronto.

La conocí cuando tenía 3 años y siempre estuvo conmigo desde ese momento. En jardín me cuidaba, en la primaria a pesar de estar en escuelas separadas se encargaba de apoyarme y de defenderme de las personas .En secundaria estuvo presente y junto a mí a pesar de que fue la peor etapa de mi vida .Y en la universidad se lamentaba junto conmigo.

Todo hacíamos juntas, éramos inseparables a pesar de que ella era unos meses mayor, era como si fuéramos hermanas y la gente nos consideraba de esa manera.

No había Charlotte sin Emma ni Emma sin Charlotte.

Pero eso debía cambiar y yo debía aceptar la dolorosa realidad. Ella no volvería, nunca .Pero ella no sabía que había dejado a muchas personas desoladas, demasiadas tal vez, tal vez fue egoísta, si hubiese prestado más atención en la carretera esto no hubiese pasado, pero era de esa clase de personas a las que les gusta hacer más de una cosa a la misma vez y eso fue lo que la llevó a su final.

Mi vista se quedó clavada en un pequeño portarretrato que descansaba sobre la mesa  de noche, era una de las pocas cosas que me había traído de la casa de mis padres. En él había una fotografía de las dos abrazadas, riendo. Las chicas de esa fotografía parecían llevarse muy bien y ser felices juntas. Es increíble que ahora de esas dos chicas quedara una y esta estaba destrozada. Aún recuerdo lo que dijo aquella noche.

—Te prometo que esta será una noche que jamás olvidaras. La pasaremos de lujo y te juro que olvidarás todos nuestros problemas. Hemos necesitado una noche así desde hace bastante tiempo, tu sobre todo. Iré por una tabla de shots de tequila, tu quédate aquí.

La miré sorprendida.

— ¿Y cómo se supone que harás eso?—pregunté sin poder creer que esa idea se le hubiese pasado siquiera por su cabeza.

—Pues, déjame decirte una cosa queridísima Emma—dijo pasando un brazo por sobre mis hombros, acercándome a ella—La cosa es así. Esta no es mi primera vez aquí, la tuya sí. Y es por eso que se perfectamente cómo comportarme y como conseguir todo lo que quiero.

— ¿Y cómo es eso?

—Pues fácil—sonrió—Haré uso de esto—sacó de su brasier una identificación falsa en la que decía que su nombre era Sharon y tenía 21 años— Y conseguiremos todo lo que queramos.

— ¿Y si no funciona? ¿Qué te hace creer que el tipo de la barra se comprará que tienes esa edad?

—Fácil. Ellos solo quieren una sola cosa de las chicas que se acercan a la barra. Bastará con un poco de coqueteo y el resto es pan comido. En el caso de que mi plan fracase. Siempre habrá más de un tipo dispuesto a pagar por nosotras.

Meneé mi cabeza abrumada ante su determinación.

—Como tú digas—resoplé.

—Confía en mí. Y quédate aquí. Por nada del mundo te alejes y sobretodo no aceptes tragos de desconocidos, por favor.

La alegría de aquel recuerdo no duró demasiado ya que la nostalgia invadió mi cuerpo generando en él un gran malestar.

Me acerqué a la mesa de noche  puse el portarretratos boca abajo y salí de la habitación.

En el camino al cementerio intenté mantener la atención en la carretera pero los recuerdos inundaron mis pensamientos. Luego de un tedioso viaje de 20 minutos llegué a ese horrible lugar.

Toda su familia estaba frente a ella pero ella no podría verlos, sus amigos se ubicaban a un costado .Lo que me llamó la atención fue el comportamiento de Lewis.

Estaba quieto, parecía una estatua y a diferencia de los demás mostraba un aspecto  calmado .No lo entendía sinceramente no lo hacía.

Dejé una rosa blanca sobre su ataúd y me dirigí adonde estaba mi familia, donde fue acogida en los brazos de mi madre quien me dio un cálido abrazo que intentaba decir: Todo estará bien pero yo sabía que eso no era cierto. Las cosas no estarían bien por un largo tiempo.

Me puse a su lado e intenté respirar acompasadamente y aun cuando lo conseguí todavía había algo que me molestaba, que me hacía sentir incómoda. Sentía como si alguien estuviera observándome.

Cuando levanté la vista pude ver  a Lewis mirándome fijamente.

 

 

 

 




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