Durmiendo con el enemigo.

25

Me desperté con todos los músculos de mi cuerpo agarrotados, y mientras me pegaba una ducha los recuerdos de ayer invadían mi mente sacándome una que otra sonrisa.


Sonrisas que no sabía explicar frente a Liv cuando me decía.


— ¿Tía porque estás tan feliz? 


A lo que  respondía.


—Estoy feliz de estar de vuelta.


Ella se acercaba a mí, me besaba una mejilla y respondía: Nosotros también estamos felices de que hayas vuelto.


En el desayuno hablábamos de los mismos temas de siempre. El trabajo, la escuela, y habíamos empezado a sopesar la idea de irnos nuevamente de vacaciones los tres el próximo invierno.


—Quiero ir a Disney—dijo Olivia feliz.

 
—Ya veremos linda—dijo Lewis—Depende de cómo me vaya hoy en la reunión.

 
Las dos lo miramos confundidas.


— ¿Qué reunión?—pregunté.


—Una reunión —dijo levantado los hombros quitándole la importancia que tenía el asunto.


—Genial Einstein, puedes explayarte más.


—Si la reunión va bien tal vez nos mudemos a Francia o a Italia. Yo puedo elegir.


—Italia ...Italia—saltaba Liv en su asiento.


Dudo que la opinión de una niña pequeña influyera en la decisión de Lewis.


—Gracias por avisarme—dije levantándome de la mesa y dirigiéndome a la cocina para lavar mi taza y prepararme para el trabajo.


Realmente me molestaba mucho que no hubiese dicho nada. Era algo muy importante no solo para él, sino para todos.


Ahora los recuerdos de anoche eran reemplazados por mucha furia, enojo y parece que dolor.


Escuche que Lewis le decía a Liv.


—Sube al auto princesa, debo hablar con tu tía.


Limpie las lágrimas que caían por mis mejillas a tiempo y que no percibí que había comenzado a caer, no quería que Lewis me viera así.


Rodeo mi cintura con sus brazos y situó su rostro en el hueco que había entre mi cuello y mi hombro. En otro momento su proximidad me hubiese hecho feliz ,ahora solo me causaba rechazo.


—Sal.


— ¿Por qué?—dijo confuso.


—Porque me mentiste.


—No te mentí.


—Si.


—No.


—Basta—dije dirigiéndome a nuestra habitación, donde los recuerdos se hallaban al alcance de la mano.


—Quiero lo mejor para ti, para mí pero sobre todo para Olivia.


—Pero "lo mejor"—dije dibujando unas comillas en el aire—Significa dejar todo. Incluso esta casa y es el único recuerdo que tenemos de Lottie.


Tal vez fue un golpe bajo haberla mencionado pero era cierto.


—No puedo creer que la hayas mencionado.


— ¿Cómo quieres que no la mencione? Es tu hermana.


—Pero ella no está aquí—dijo con la voz quebrada.


—Te equivocas—y una vez más sentía mis mejillas mojadas por causa de las lágrimas—Ella está aquí, ella nos cuida y sobre todo ella está presente en esa pequeña que está en el auto esperándote y que no ser por nosotros y las decisiones de Charlotte ahora estaría sola.


Se acercó a mí y me abrazó.


—Lo siento—susurró en mi oído.


—Yo también—dije  aferrándome a él—Ve se te hace tarde. Suerte—dije besándolo.


—Te amo.


—Yo a ti .

Al llegar a la oficina me encontré con un montón de papeleo, el solo hecho de verlos ahí hacia que me cabeza doliera.


A las 10 de la mañana  mi celular sonó, en la pantalla estaba Lewis.


—Hola—dije animadamente.


—Hola—dijo con una voz mucho más apagada que la mía. No quería pensar en nada, tal vez era el cansancio.


— ¿Que sucede? 


—Tenemos que vernos. Pasaré a buscarte para ir a almorzar .Tenemos que hablar.


—Los tenemos que hablar nunca suponen algo bueno.


—Tal vez esta vez sí .Depende del punto del que lo veas.


— ¿Y de qué punto se supone que tengo que verlo? 


—Cuando te cuente todo, tu elegirás.


—Está bien. Te amo.


—Yo más—y cortó.


Pasé el resto de la mañana con mi mente en cualquier lado menos en el trabajo. Cuando el reloj marcó las 12 el celular comenzó a sonar avisando que Lewis ya estaba aquí.


—Ya bajo.


Cuando llegué a su lado lo abrazé fuerte. Necesitaba ese abrazo, por alguna extraña razón, sentía que alguien o algo me lo estaba por quitar.


—Hola.


—Hola—dijo sonriendo. Una sonrisa sincera. Pero no duró mucho, de repente se volvió en una mueca amarga.


Sea lo que sea que tuviese que contarme no era nada bueno. Y por primera vez, luego del accidente, volví a temer por él, por mí y por Liv. Por nuestra familia.




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