Durmiendo con el enemigo.

Epilogo

Lewis se hallaba en nuestra habitación o en nuestra ex habitación, ya tenía bien en claro que significaba esa habitación para nosotros, armando sus maletas.


Luego de eso le había prometido a Liv que la llevaría a almorzar a McDonald’s, esa sería su despedida de ella. Un ritual que parecía ser por demás alegre, que cualquier niño apreciaría y ante la noticia de que la llevarían a comer hamburguesas grasosas, daría saltos y gritos de alegría.

Si tan solo supiera ella que luego de eso, no volvería a ver a su tío que se había convertido casi en un padre para ella.

Dejando ese hecho detrás de mí y comportándome por una vez en mi vida, luego de mucho tiempo, de manera egoísta debía admitir que me dolía el hecho que no hubiese mencionado nada sobre nuestra despedida.


¿Después de todo por lo que habíamos pasado, no sería capaz de despedirse de mí? ¿Tan frío iba a ser?

Claro que nuestra relación no había sido una de las mejores que había tenido en mi vida. Tuvimos que soportar más espinas que rosas, sortear demasiados obstáculos para lograr ser felices, pero al menos fue sincera. Y como todo en esta vida, cuando uno siente que ni el amor es suficiente para mantener a dos personas juntas, lo más sano es dejar a esa otra persona, aunque se nos destrozara el alma.

Y créanme fue la peor decisión que tomé en toda mi vida, y la que en aquel momento creí que era la correcta. Cuando le di el portazo a ese capítulo de mi vida, realmente pensé que no lo volvería a ver, la tragedia se encargó de llevarse a la persona que pensaba que era mi alma gemela, para volver a unirnos, con una pequeña sirviendo de pegamento y forzándonos a dar la mejor versión de los dos.

Ahora el destino nos ponía en jaque nuevamente y dividía una vez más nuestros caminos. Por un tiempo indeterminado.

Observé en silencio como Lewis hacía los últimos preparativos para partir y cuando el reloj dio las dos, ambos, tanto Liv como Lewis partieron a McDonald’s y me dejaron sola en esa gran casa.


Me dirigí a nuestra habitación para recostarme en la cama, necesitaba descansar, el fin estaba siendo devastador. Como cualquier otro que me había tocado vivir en la vida.

Este sin dudas tenía cierto toque agridulce, al menos aún podía tener a Liv conmigo, y haría lo posible para darle todo a esa pequeña, quien no era la culpable de las decisiones estúpidas que los adultos tomaban, y quien había perdido mucho más que yo.

Yo había perdido al amor de mi vida. Ella a sus padres. Cuando se ponían las dos cosas en una balanza, claramente ella salía ganando. Aunque claramente no podía considerarse a eso una victoria.


Giré sobre la cama y vi que Lewis había dejado las puertas del closet abiertas y el hecho de ver la mitad de este medio vacío me dolía mucho.

Volví a girar en la misma  y me permití dormir en su lado, el cual olía exactamente igual a él, era su aroma.


Me puse a pensar en lo que había pasado en este último tiempo: la muerte de Lottie, el casamiento, la convivencia, volver a estar juntos, mi accidente, nuestras noches juntos y caí en la cuenta que termine haciendo lo que hacía años había jurado, volver a amarlo. Había pasado de ser la persona más importante en mi vida, a ser mi enemigo  y ahora convivía, besaba, compartía mis triunfos y derrotas, amaba y dormía con él. Dormía con el enemigo.


Justo al lado de la cama yacía un sobre blanco con mi nombre en él. Lo  tomé aun sabiendo que era una muy mala idea. Al parecer últimamente no podía evitar sentirme atraída ante ellas.
Dentro había una carta y fotografías, millones de ellas. Mi corazón se estrujo al pasar los dedos por ellas, como si haciendo eso podría hacer que esos recuerdos cobraran vida.

Ansiaba poder volver a esa vida en la que todo parecía tan sencillo, y éramos felices.


Querida Emma: Primero lee la carta, luego mira las fotografías. Sé que debes odiarme aunque digas que no, lo sé. Y sabes que lo hago por el bien de los tres, solo por eso, no es por ambición 
Te extrañare horrores, no tienes idea de lo que significas para mí, tuve muchos años para decírtelo pero me acobardaba cada vez que te lo iba a decir y acababa por demostrarte solo una parte de lo mucho que significas para mí a través de caricias torpes y besos.
Este no es el fin para nosotros ,una historia así como la nuestra no muere, y estaremos juntos de nuevo, lo prometo, ya veras, no pierdas la esperanza en mí, en nosotros. Ahora si puedes leer la carta, no llores y hazle saber a Liv lo mucho que nos amamos. Cuéntale nuestra historia. Te amo.

En mi vida esas dos palabras habían dolido tanto como en aquel momento.


Para esa altura era un mar de lágrimas, tomé las fotografías, había fotos de nosotros cuando éramos niños, cuando éramos adolescentes, en reuniones, en nuestro casamiento, nuestra luna de miel, con Liv .Encontraría un lugar para ellas lo sabía, pero por el momento necesitaba pensar en otra cosa.
                                                                       ... 
A las 22 estábamos esperando que saliera su vuelo a Italia, ya nos habíamos despedido 10 veces desde que estábamos allí.


Llamaron a todos los pasajeros a abordar el vuelo 357.


—Tío Lewis volverá pronto—le dijo a Liv mientras se hallaba arrodillado a su lado.


—Te extrañare —dijo Liv abrazándolo.


Volvieron a llamar a los pasajeros de su vuelo y Liv no quería soltarlo. Estaba agarrada a él como una garrapata a un perro.


—Debo irme, linda—se levantó y Liv lo soltó resignada.

El silencio invadió el círculo en el que estábamos ambos inmersos, y la única que no estar al tanto de la tensión que reinaba en el mismo, era Liv.

—Liv, ¿te gustaría sentarte allí?—preguntó Lewis— Debo hablar con tu tía.




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