Eat Me: Cómeme

CAPITULO 2.

En el distrito 13 de Budapest, capital de Hungría hay un enorme edificio, pertenece a la academia de las fuerzas especiales de la policía; lo mejor de lo mejor viene aquí a estudiar y capacitarse y solo lo mejor de lo mejor de lo mejor logra salir destinado a trabajar en algún departamento de valor curricular alto, solo en casos excepcionales alguien que pertenece ya a uno de estos departamentos regresa para laborar como maestro y ese caso, es mío. Después de mis merecidas vacaciones de un mes entero pedí de nuevo mi baja para el departamento de narcóticos y queriendo sonar desalentador, mi jefe, el teniente Dan Brown decidió darme entre sus opciones para cambiarme de sección, entrar aquí como maestra. ¿Qué más puedo pedir? Después del fallo a favor que tuvieron con Burak no quiero volver a saber nada de narcotraficantes. Durante mis vacaciones seguí el juicio de mi antiguo amante lo mejor que pude, los abogados que contrató fueron hábiles predadores, usando cualquier recoveco legal para librarlo de la pena de muerte, de lo que no se salvó es de cadena perpetua, fue lo último que pudo lograr la fiscalía después de la arrasadora victoria de la defensa; claramente al enterarme de esto no es que me llenara de alegría, es cuestión de tiempo para que haya algún motín y su gente lo saque de la cárcel, lo cual me hace pensar en que le debo una a Akos, si no fuera porque me disparó enfrente de todos, de seguro él creería que sigo viva y me buscaría, cayéndose de bruces después de enterarse de mi verdadera identidad.

En este punto de mi vida no soy capaz de saber quién soy; a veces despierto sintiéndome como Bella, buscando una botella de tequila y dispuesta a andar todo el día en lencería, pero supongo que eso ocurre por mi maldita valentía por no decir bravuconería. Me creí capaz de poder infiltrarme, entrar en la cama de ese capo y salir con mi mentalidad integra. Aunque mi odisea inició hace casi un año, no puedo evitar arrepentirme cada segundo, nadie me obligó a hacerlo, de hecho pidieron una voluntaria y yo creyéndome que nada malo podría pasarme; que era más fuerte de lo que incluso yo creía, pensando que tener sexo con un hombre como él y vivir su ritmo de vida no afectaría mi persona, me aventuré a aceptar, desde la primera noche en su cama supe que todo iba a ser un suplicio, notó el miedo en mí y le gustó, sabía que no era una prostituta de carrera larga y me volvió la primera noche una víctima de violación, hubo golpes y sometimiento, los siguientes días fueron volviéndome insensible, con forme yo me hacía más fría y vacía, él empezaba a enamorarse, pobre diablo, ¿cómo no lo pude matar? ¿Quién decidió privarme de ese placer para llevarlo ante un juzgado? Tal vez ahí radica también mi especial repulsión a lo que me dedicaba, simplemente la frustración y el trauma que me generó esa vivencia me hizo querer migrar.

Ahora me encuentro en una casa grande y sencilla, en ese punto intermedio entre aún pertenecer a la ciudad, pero estar pegada a la naturaleza, lejos de la gente molesta, lo que significa que tendré algo de problemas para ir a la academia, justo hoy es mi segundo día desempacando y el primer día que me tengo que presentar para hablar con el director y me asigne a una clase. Me mantengo en el pórtico viendo la nieve caer mientras tomo un café caliente. Hoy es el día para cambiar el rumbo de mi vida, alejarme de los malos recuerdos, borrón y cuenta nueva. Regreso al interior de la casa para abrigarme y peinarme lo mejor que pueda. Salgo del garaje en reversa con mi viejo Challenger 2017 color rojo cereza, antes de bajar de la acera enciendo el radio mientras la puerta del garaje baja automáticamente. «El afamado narcotraficante, auto llamado “Burak” que recientemente ingresó a la cárcel venciendo a la ley en contra de todo pronóstico al evadir la pena de muerte, será trasladado el día de hoy hacia la prisión de alta seguridad… » La noticia me toma por sorpresa, dejo de apretar el freno y el auto se desliza lentamente hacia la calle mientras no puedo evitar prestar atención a la voz del reportero. «Según las propias palabras del hombre encargado de orquestar su captura, el teniente Dan Brown, se han tomado las medidas pertinentes para evitar cualquier riesgo de fuga…» Solo espero que eso sea cierto.

Apago el radio, no quiero distracciones, si no convenzo al director tendré que regresar a narcóticos y no es algo que desee que pase. Cuando mi cerebro decide regresar a la respectiva normalidad, algo golpea el carro por detrás, es un ligero empujón, pero aun así salgo con algo de miedo, siento que mis manos están temblando cuando veo el Rolls-Royce recargado en mi defensa trasera. Mi estómago resiente el descuido mucho antes de que pueda expresar mi arrepentimiento; es claro que la culpa es mía, pero siendo sinceros no tengo tanto dinero como para pagar un carrito de estos, creo que ni siquiera mi sueldo anual podría pagarlo. Escucho como la puerta del conductor se abre, lo primero que veo es una mano enguantada en cuero apoyándose en la puerta; sale un hombre alto, me saca por lo menos una cabeza, está trajeado de manera elegante, corbata negra, saco gris, camisa blanca. Se ve como la clase de hombre que no acostumbra usar algo comprado en cualquier tienda de liquidaciones. Su cabello negro está peinado hacia atrás y sus ojos marrones enmarcados por ese par de cejas negras le dan la fuerza para intimidar a quien sea, acompañados de esa nariz recta y labios delgados. Veo como aprieta su mandíbula cuadrada, está furibundo y con un carro como el que trae sentiría lo mismo.

—¿Está bien?

Parece que solo lo pregunta por diplomacia, no tiene un interés genuino por mi salud. Espera pacientemente por mi respuesta mientras sus ojos se clavan en mi rostro, siento que me estoy poniendo colorada, me siento intimidada, como estar frente a un enorme león a punto de saltarme encima.




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