Eat Me: Cómeme

CAPITULO 5.

Sigo a Aiden hasta la morgue, vamos en silencio, caminando mientras los alumnos nos ven pasar, después del alboroto allá fuera somos imán de miradas aquí adentro. Regresa a mi cabeza esa maldita perra, la reportera, la arquitecta de mi destrucción. Me siento frustrada, porque cuando sentí que estaba cerca de pasar inadvertida por la prensa, esa estúpida me desenmascaró, dio mi nombre y mi profesión. En un par de segundos esa reportera acabó con todo y eso me sigue doliendo.

Entramos en la morgue, el cadáver ya se encuentra en la plancha siendo revisado por Kari quien parece no perder el tiempo. Antes de proceder noto que hay un hombre sentado en una de las sillas a lado del cadáver. Tanto Aiden como yo lo vemos con curiosidad hasta que esté se levanta y decide voltear hacia nosotros.

—Aiden, ya se me hacía raro que no estuvieras aquí— el tono de voz del hombre es agradable, como de locutor de radio. Es un hombre alto, no tan alto como Alden, pero si mucho más alto que yo. Sus ojos verde aceituna y sus cabellos castaños están amarrados en una cola de caballo.

—¡Vaya! El querido detective Jason, ¿Qué hace en mi territorio? ¿Tú lo dejaste entrar Kari?— Por el tono de voz de Aiden detecto hostilidad hacia esta persona, aunque Aiden ¿Contra quién no es hostil?

—Vine a compartir información— responde el detective levantando un folder con papeles, en ese momento se percata de mi presencia y me sonríe mostrando sus dientes blancos y perfectamente alineados —disculpe mi descortesía, soy el detective Jason Platz— me ofrece su mano la cuál tomo con firmeza.

—Agente Simone Cárter— le sonrío mientras él no quita su mirada de encima.

—Claro, la ex agente de narcóticos, ahora maestra de tiro y balística, un gusto conocerla por fin, toda una proeza la que logró con Burak.

—¿Dijo que traía información?— Cambio el tema algo incómoda, parece notarlo así que me extiende el folder.

Lo abro con forme avanzo hacia uno de los bancos que están cerca de la tarja, me siento ahí con la pierna cruzada y empiezo a hojear el expediente, es información de la primer víctima. Veo sus fotografías y veo su expediente, antes de que pueda decir algo el detective me toma la palabra.

—Catherine Goldberg, hija del multimillonario Vieri Goldberg.

—Es un hombre que ha hecho su fortuna invirtiendo en energía nuclear y armamento táctico para la milicia, no es un nombre que se nos haga desconocido— le contesto al detective levantando la mirada del documento.

—Así es, su desaparición se mantuvo en silencio, no se quería que los medios hicieran un circo de esto. Al principio se consideró que fue secuestrada, pero el secuestrador jamás hizo nada por comunicarse con la familia, simplemente un día la encontraron muerta— después de escuchar al detective regreso a hojear el expediente.

—¿Por qué la matarían? ¿Con que objetivo secuestrar a alguien tan importante y no obtener nada a cambio?

—Sigue leyendo— escucho a Aiden mientras este revisa el cuerpo de la nueva víctima con minuciosidad junto con Kari. Regreso la mirada hacia el expediente buscando algo más.

—Multas, multas y más multas, todas por conducir en estado de ebriedad o bajo el influjo de sustancias ilícitas— levanto los papeles y los veo frente a mí. —También por agresión a la autoridad. Supongo que era una persona muy petulante y altanera por saberse de dinero, ni la policía se salvaba de sus berrinches.

—Sigue leyendo— Aiden vuelve a insistir como si supiera bien lo que tengo que encontrar. Veo hacia el detective que se cruza de brazos y espera en silencio. Él también lo sabe. Regreso las multas a su lugar y sigo adelante.

“Catherine Goldberg, acusada por la muerte de 20 mujeres que trabajaban como «Conejillo de indias» en los laboratorios dermatológicos de su marca de cosméticos. Estas mujeres fueron sometidas a realizar pruebas de maquillajes químicamente inestables que no habían sido validados por test previos. Los altos contenidos de plomo y otros químicos nocivos para la salud generaron desde piodermas complicados hasta la muerte de 20 mujeres. La dueña de la empresa, la srita. Goldberg, se escudó en que su marca de maquillajes jamás sería testado en animales, así que había contratado a mujeres para el uso de estas sustancias entre las que destacan: bases de maquillaje, delineadores líquidos, sombras, labiales e incluso algunos jabones y shampoo...”

—Oookeeey — en cuanto digo eso tanto Aiden como Jason parecen satisfechos al notar que encontré lo que ellos querían que encontrara.

—Todas esas mujeres era personas de escasos recursos, ella en sus contratos les ofrecía grandes beneficios y ganancias, incluso servicio médico en caso de necesitarlo— explica Jason acercándose a mí con un rostro duro.

—Servicio médico que jamás llegó. Las mujeres que murieron podrían haberse salvado si un médico profesional las hubiera atendido, pero no fue el caso. El resto de las víctimas quedaron desfiguradas, quemadas, lastimadas y sin un solo centavo, ya que no acabaron de realizar las pruebas de los productos y el contrato estipulaba que tenían que llegar hasta el final— noto en la voz de Aiden un toque de coraje, en verdad parece molesto por el abuso que esta mujer hizo.

—Una mujer sin corazón— cuando digo eso me quedo pensando en cómo encontramos su cuerpo, sin el órgano en cuestión —¿Venganza?— Volteo hacia Jason mientras el suspira.




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