Eat Me: Cómeme

CAPITULO 6.

Cuando regreso lo veo con la camisa remangada y sin guantes, saca unos cuchillos. Pone una tabla de madera en la isla con unos jitomates y un cuchillo bastante grande. Lo señala con su mano invitándome a que lo ayude a picar.

—¿Rodajas o cubos?— Tomo el enorme cuchillo, lo siento pesado en mi mano.

—Cubos.

—¿Alguna medida en especial?— Voltea hacia mí frunciendo el ceño y sonriendo, parece que mi comentario le dio gracia y confusión, lo que no sabe es que no intento ser graciosa, en verdad lo digo en serio —¿Qué?

—De un centímetro por un centímetro por favor— se da la vuelta mientras toma unos cortes de carne magra y los mete a un molino, ¿Quién tiene un molino en su casa para moler la carne?

Empiezo a cortar el jitomate, sinceramente no soy dada a cocinar, no es que no me agrade, simplemente nunca tuve la oportunidad de hacer algo elaborado, mi madre tampoco era mujer de cocina, quien terminaba cocinando era mi padre.

—Haré algo de pasta a la boloñesa, ¿la has probado antes?

—Si… vaya, un hombre que cocina.

—Jajajajaja ¿Sorprendida?

—Bastante— le sonrío, por primera vez me siento cómoda a su lado.

Me concentro en cortar el jitomate y sé que no soy muy habilidosa, pero intento hacerlo lo mejor que puedo, aunque este en plan de ser cortes y agradable no significa que no me empiece a gritar como en los programas de cocina. Él empieza a sazonar la carne y se mete en esa puerta desconocida; de repente sale con una botella de vino y entiendo que esa puerta lleva a una cava, si no estuviera enterada de que Aiden es una persona hostil y antisocial podría sentirme en una cita. Regreso mi concentración al jitomate y no puedo evitar pensar en la maldita reportera, tengo hasta el día de mañana para responder a su solicitud de amistad. Me distraigo y termino cortándome el dedo.

—¡Carajo!— Alejo mi dedo sangrante del jitomate y lo meto en mi boca como el más milenario y confiable remedio para una cortada, saliva.

—¿Estás bien?— Se acerca Aiden con seriedad mientras me pide ver mi dedo.

—¿Cuántas veces me has preguntado si estoy bien en el día?— Sonrío de lado mientras veo mi dedo en su mano, lo acerca al lavabo y deja que el agua limpie la herida.

—Creo que no las suficientes— camina hacia una de las alacenas superiores, la abre y saca un botiquín, tiene una fina capa de polvo, pareciera que lleva años ahí. Saca un curita y la coloca sobre mi herida.

—Gracias doc— le digo con una sonrisa mientras protejo mi mano herida con la otra, como envolviéndola.

—Jajajaja después te envío mis honorarios— regresa su botiquín a donde estaba y pego mis manos al pecho. —Dime, ¿Cuál es el problema?

—Tu cuchillo de asesino me cortó— volteo hacia él e intento sonreír, pero mis labios solo se muestran preocupados, mis comisuras no llegan a levantarse lo suficiente para en verdad decir que era una sonrisa de calidad y lo nota.

—¿Por qué te cortó?

—Porque estaba distraída.

—Distraída en ¿qué?

—Pensando.

—Estás haciendo esto muy difícil ¿sabes?

—Lo siento, como médico estás preparado para hacer preguntas y yo como agente estoy capacitada para no responderlas jajajaja— suspiro y de nuevo me siento perdida con ese pensamiento en mi mente atormentándome —es solo que esa reportera, no se quedó conforme con lo que hizo afuera de la academia, no sé cómo lo hizo, pero entró, descubrió en que salón daba clases y me esperó ahí. Me dijo que ella estaba dispuesta a destruir el material, incluso darme la única copia con tal de que le contara sobre el caso día a día… ella intuye que le tendí una trampa a Burak, sabe que mi interés por no salir en ningún noticiero ni diario es apremiante, me tiene con el pie en el cuello. Tengo hasta mañana para decidir.

Me siento un poco mejor al haberle comentado todo a Aiden, como si me hubiera deshecho de un gran peso. Él toma el jitomate que corté y lo pone en una sartén con condimentos y especias, agrega la carne y el aroma se apodera de la cocina, huele delicioso y siento como se me abre el apetito.

—No deberías preocuparte— se anima a decir de manera tranquila, como si lo que dije fuera algún juego de niños.

—No lo sé, no quiero que me deje en evidencia.

—¿Qué planeas hacer?— Me quedo en silencio por un momento.

—No lo sé.

—Sé que lo sabes… lo sabes muy bien. Confía en mí, estoy en calidad de psiquiatra, lo que digas se quedara confidencialmente conmigo— toma el vino y vierte un poco en la carne haciendo que salga humo y chispas del sartén.

—Claramente no accederé… dejaré que me crucifique y esperaré a que Burak me encuentre y me atraviese con su lanza— cuando digo eso saca un par de copas y sirve el vino con delicadeza. Me ofrece una mientras la otra la agita con cuidado, tomándola por el cuello y viendo como el vino se queda en las paredes de la copa para caer de nuevo al fondo.

—Interesante analogía, la reportera como un romano de aquellos entonces, la justicia impartiendo injusticia, crucificándote a ti, una pobre alma caritativa que solo hacia su trabajo y fue delatada por una cámara y Burak siendo el que te da el tiro de gracia, dándote el lugar de mártir.




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