El cielo se nubla, la nieve cae despacio cubriéndolo todo, aún es temprano, pero pareciera que no tarda en anochecer. Jason y yo llegamos a la academia en silencio, durante todo el camino no soy capaz de emitir ninguna clase de comentario, mi mente es un lío, no dejo de pensar en lo que vimos en las noticias y estoy consciente que no solo tengo a una loca psicópata que atrapar si no que debo de cuidarme de Burak, ya sabe quién soy, Bella murió y ahora quiere matarme, no puedo imaginarme lo que ocurrirá el día que me encuentre, claramente sabré lo que es el infierno en la tierra. Subimos por el elevador y el primero en recibirnos al abrir las puertas es Akos, está cruzado de brazos caminando de un lado a otro, está angustiado.
—Lo sabe, lo sabe— sigue caminando sin voltear a verme. Parece molesto y a la vez nervioso.
—Lo sé, lo vi, pero tenemos aún la ventaja de que no sabe dónde estamos, debemos seguir con un perfil bajo— me acerco y lo tomo por los hombros para detenerlo, sus ojos castaños se clavan en los míos. —Todo estará bien, tú cuidas mi espalda y yo la tuya, como siempre, como desde el principio.
—Si ese maldito intenta tocarte un solo cabello juro que sabrá en verdad lo que es el infierno— pone sus enormes brazos sobre mis hombros y me abraza con fuerza, de inmediato me abrazo a su cintura.
Sabemos perfectamente lo que pasará si Burak nos encuentra, no vendrá solo y no tenemos la fuerza para enfrentarnos a todos sus hombres, claramente solo podemos huir y matar a quien podamos en el intento. El abrazo se disuelve y por último pone su mano en mi nuca y me da un beso en la frente de forma protectora, llevo bastantes años trabajando con Akos, hemos hecho buena dupla, nunca hemos desprotegido al otro, sabemos que encontramos en el otro una persona confiable y fiel. Sus ojos me ven con ternura y miedo, pone sus manos en mis hombros y les da un apretón antes de alejarse totalmente. Jason, quien ve todo en silencio, incapaz de opinar algo nos encamina hacia la morgue. Vamos en silencio mientras el brazo de Akos está encima de mis hombros, llegamos a la puerta y en cuanto la abrimos vemos a un grupo de cuatro médicos siendo comandados por Kari, trabajan como un reloj bien aceitado, pasan entre ellos sin chocar, sin detenerse, todos conscientes de su labor.
—¡Chicos! Qué bueno que llegaron ¿Cómo les fue? — Nos dice Kari mientras toma unas muestras en el borde de la herida con unas pinzas de disección sin dientes. Sus enormes lentes con graduación hacen que sus ojos se vean aún más grandes, como si con ellos pudiera vernos perfectamente a los tres.
—Fue como entrar a la casa del terror— dice Jason recordando lo que vimos, de repente un escalofrío hace temblar su cuerpo. —Traerán unas piernas y unos brazos, están secos, macerados, no sé si puedas obtener huellas de ellos para identificar a las víctimas.
—¡Claro! A este ritmo podré empezar con esos restos para antes del anochecer. Me cayó de perlas este equipo cinco estrellas, es bueno tener más pares de manos— Desmond pasa detrás de ella con unos frascos y ella lo toma del brazo y lo hace girar con la inercia hasta ponerlo frente a nosotros. —Y este es mi favorito— el doctor nos ve con una sonrisa nerviosa, creo que no entiende muy bien que hace frente a nosotros como un trofeo recién entregado.
—Creo que le caigo bien— dice Miles sin dejar de sonreír de esa forma tan graciosa.
—Mira, estás haciendo un buen trabajo, o eso parece— le digo con una sonrisa mientras me cruzo de brazos, cuando Desmond me ve, sonríe con más familiaridad y alegría.
—¿Cómo te sientes? ¿Cómo está tu cabeza?— Se libera de las manos de Kari y camina hacia mí, me ve directamente a los ojos como intentando volver a diagnosticarme.
—Mucho mejor, lo que hiciste funcionó de maravilla— le sonrío ante su comportamiento natural y desinhibido.
—Me alegra, te ves mejor.
—Doctora Karime…— la voz de una médico se hace sonar en la estancia, todos volteamos hacia ella con curiosidad.
El cubre bocas me impide poder ver su rostro, pero sus ojos sorprendidos se dirigen hacia su mano la cual sale del cuerpo del oso y saca una cadena que sostiene una pequeña cruz, pareciera de oro. Desmond toma un frasco y lo destapa para que su compañera meta el objeto en él, lo sacude un poco y se lo pasa a Karime quien lo ve curiosa.
—Parece un collar de oro, el dije es del mismo material, buscaré huellas en él y haré pruebas para comprobar que la sangre sea de animal y no de humano— todos nos quedamos viendo fijamente el objeto hasta que la puerta se abre. Volteo y Emerich está en el marco, me ve fijamente.
—¿Estás lista? — Sé a lo que se refiere aunque no me diga más. Asiento con la cabeza y camino hacia él, me da el paso y juntos caminamos hacia el interrogatorio con paso veloz. —¿Viste las noticias?
—Si se refiere a si vi que Burak mató a otra de mi equipo y que ya me llama por mi nombre real… si, si las vi— nos detenemos fuera de la puerta y nos vemos fijamente.
—No tarda en venir asuntos internos.
—Sé cuánto le urge resolver el problema antes de que ellos lleguen y tomen todo en sus manos, creo vamos avanzando rápido.
—No me preocupa solo eso, ahora saben que tú y Akos estuvieron involucrados en el caso Burak, los sacarán de aquí, de seguro entrarán en el programa de protección a testigos. Se tendrán que ir los dos.
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Editado: 15.07.2020