Eat Me: Cómeme

CAPITULO 25.

«SIMONE»

El día es gris, la nieve cae con delicadeza sobre cada superficie volviendo todo de color blanco. Veo todo a través de las puertas de cristal de la academia, siento una angustia dentro de mi pecho, la angustia de que algo grande pasará y no me siento lista para enfrentarlo. Akos se mantiene a mi lado con los brazos cruzados y la vista perdida en el cielo y en la nieve en el suelo.

—¿Conseguiste algo?— Su voz suena tranquila, llena de paz.

Supongo que eso pasa cuando sabes tu destino, por bueno o malo que esté sea te embarga de paz cuando estás cerca de él. Los de asuntos internos nos han dado instrucciones, mañana temprano nos llevarán a las oficinas de protección a testigos, cambiarán nuestros nombres y nos llevarán a otro país. Es irónico como Aiden no cree que sea buena idea que vaya con él por qué no estoy lista para una vida así, pero de todas formas tendré que hacerlo, a su lado o sola, con la diferencia de que en cuanto atrapen a Burak posiblemente regrese al servicio, pueda reincorporarme a algún departamento, posiblemente regrese a narcóticos, claramente mi lugar en la academia está perdido y aunque pudiera retomar mis labores como maestra el fantasma de Aiden me seguiría en cada segundo, sobre todo cuando tuviera que visitar la morgue.

—Solo descubrí que no tengo nada que hacer aquí. Ya no hay más que hacer— volteo hacia él con tristeza y parece comprender mi sentir sin que tenga que explicarle más. Pone su enorme brazo encima de mí y me intenta reconfortar. Siento su calor y no dudo en recargar mi cabeza en su pecho y seguir viendo los copos caer.

—Creo que es hora de irnos. ¿Quieres que te lleve a tu casa? No creo que puedas manejar con el brazo así.

—Tengo el otro.

—Eres una necia.

—Jajajajaja como siempre— me alejo de él por un momento, lo veo directo a los ojos y le sonrío. Siento una punzada en el pecho al recordar que mañana nos separarán y no sé si algún día lo vuelva a ver. —Necesito hacer algo antes, despedirme de alguien. ¿Me esperas? Acepto tu oferta de llevarme a casa. —Él asiente y me sonríe satisfecho de la decisión que tomé.

Sin perder más tiempo subo escaleras y llego al primer piso donde se encuentra la morgue. Llego con toda la intención de entrar como antes, con la confianza de cuando todo estaba bien, pero justo en la puerta me detengo en seco, me cuesta respirar con normalidad y dudo por un momento en tocar. Cierro mis ojos, agarro aire y pego con mi puño en la puerta un par de veces y espero, está se abre lentamente y veo a la pequeña Karime con su cabello revuelto y sus enormes lentes, al verme sonríe con alegría, como si mi presencia fuera suficiente para cambiar su humor tan deprimente.

—Simone… pasa por favor— se hace a un lado permitiéndome la entrada. Aunque hace frío, no se compara con el que se ha de sentir afuera del edificio. Todo está limpio y organizado, las planchas limpias y las gavetas cerradas. Todo está en orden. —¿Has venido por el informe de los brazos y las piernas encontradas en la cava de Aiden? Se lo mandé a Emerich, se están haciendo pruebas de identificación de ADN para saber si pertenecen a alguna de las víctimas anteriores, analicé los casos donde faltaba alguna extremidad y…

—No vine por eso Kari— levanto mi única mano buena a modo de pedir su silencio. —De hecho quisiera saber sobre el collar que encontraron en el oso.

—Ah, pues es un collar genérico, de oro, nada en especial, lo único que lo distingue es su grabación al reverso, pero el dueño de la joyería dice que es una pieza con miles de réplicas, nada especial.

—¿Lo puedo ver?— Le sonrío intentando parecer inofensiva. Ella asiente con la cabeza y lo busca entre los papeles de su escritorio. No puedo evitar voltear hacia el de Aiden, vacío, sin sus cosas, mi corazón se estruja.

—Aquí está— me ofrece la bolsa de evidencia donde descansa el objeto. Veo sus destellos dorados al refractar la luz fría del lugar. —Te irás ¿Cierto?— Su comentario me hace voltear hacia ella y notar la tristeza impresa en su mirada.

—No puedo quedarme aquí mientras Burak me esté buscando desesperadamente. Sería un peligro para ustedes— wlla asiente con la cabeza mientras su mirada viaja por el piso.

—Él no hablará con nadie más.

—Eso no lo sabemos— mi respuesta la hace de nuevo poner su atención en mí.

—Sabes que así será— su actitud cambia, se vuelve más seria, más madura de lo que siempre ha aparentado. — Has venido por el collar, te lo quieres llevar, quieres que la asesina te busque a ti. Es arriesgado y más en la situación que estás, pero no te detendré. Saldré de la morgue y te dejaré a solas con el collar y las cámaras viéndote, tú decides cuántas reglas quieres romper— gira sobre sus talones y se dispone a salir de la morgue dejándome fría con su comentario. Volteo lentamente, no alcanzo a comprender su comportamiento. Antes de salir por la puerta se detiene y vuelve a verme tan natural e infantil como siempre. — Hagas lo que hagas, cuídate mucho— me sonríe y en un par de segundos la puerta se cierra quedándome sola en la morgue.

Por un momento me quedo quieta con el collar aún en la bolsa, lo único que se escucha es mi respiración. Regreso la vista hacia la cámara que tengo de frente y sin quitarle los ojos de encima saco el collar de la bolsa y lo meto en mi bolsillo del pantalón. Dejó la bolsa en el escritorio de Kari y me dispongo a salir de la morgue, mis pasos causan eco en el recinto frío y sombrío. Cuando jalo la puerta siento que alguien la sujetaban del otro lado y mis nervios se ponen de punta. Desmond está afuera con mirada sorprendida.




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