Eat Me: Cómeme

CAPITULO 29.

Apunto con mi escopeta directo a la cabeza y jalo el gatillo, el primer disparo la hace retroceder, pero claramente no le hace ningún daño, vuelvo a disparar al mismo tiempo que doy un paso para acercarme y volver a jalar el gatillo, uno a uno, disparo a disparo su cuerpo convulsiona hasta que cae. Mi escopeta está vacía y el cuerpo de la wendigo está en el piso, pero sé que no es suficiente, apenas y se marcó la munición ahí donde impactó. Cuelgo la escopeta en mi hombro y saco el encendedor al mismo tiempo que preparo una de las molotov, estoy lista para hacerla arder. Enciendo la mecha y justo cuando la voy a aventar ella se levanta, intenta incorporarse, la arrojo intentando que las llamas la cubra. Por completo, pero logra brincar hacia un lado. El suelo de la cocina es un mar de fuego que la hace retroceder un poco. Doy media vuelta y me doy cuenta que Desmond ya no está en donde lo vi la última vez, corro escaleras arriba mientras voy preparando la mochila, saco la munición de la escopeta, me refugiaré en el cuarto de Aiden y ahí la recargaré. Cuando estoy a punto de pisar el último escalón una mano me toma por el tobillo y me hace caer, mi tórax pega contra el suelo y tanto la escopeta como la munición sale de mis manos, se resbala por el piso alejándose de mí. Esa misma mano me jala y me hace voltear, es esa maldita quien se posiciona encima de mí, me toma por el cuello mientras abre sus enormes fauces y se prepara para dar el primer mordisco; saco el cuchillo que tomé de la cocina y de una sola intención se lo clavo en el ojo hasta la empuñadura, ella libera un chillido infernal y aún sujetándome por el cuello me avienta de regreso a la cocina, mi cuerpo sale volando de las escaleras, por encima del pasillo y cayendo sobre la isla. El golpe me deja mareada y los aullidos de dolor de la bestia llegan a mis oídos como si estuviera debajo del agua. El calor que despide el fuego que empieza a apoderarse de la casa me motiva a levantarme de la isla, arrojo los explosivos plásticos al interior de la cava y prendo el encendedor dispuesta a arrojarlo y dejar que todo arda, sé que no tendré mucho tiempo para salir de aquí en cuanto el fuego del vino regado por el suelo llegué a los explosivos, tal vez aquí acabe todo para mí, pero, nací estando lista para morir. Cierro los ojos respiro profundamente y cuando estoy dispuesta a arrojarlo una mano se posa sobre la mía y me detiene.

Lo primero que veo es una mano enguantada que sostiene con gentileza la mía, sigo su brazo con la mirada hasta que veo detrás de mí al hombre que tantos suspiros me ha arrancado, el hombre que me ha cuidado a su forma muy particular. Sus ojos se posan en mí con tranquilidad y esa sonrisa que tanto me encanta se forma en sus labios, resaltando el hoyuelo de su mejilla.

—Te doy permiso para que pongas mi vida de cabeza y terminas intentando incendiar mi casa, ¿Qué clase de mujer tóxica eres?— Cuando dice eso no puedo evitar esbozar una sonrisa y al mismo tiempo mis ojos liberan un par de lágrimas que él termina recogiendo con su otra mano.

Me separo de él en cuanto apago el encendedor y nos quedamos frente a frente su mirada recorre mi cuerpo como haciendo un conteo de daños, suspira apesadumbrado, adopta una actitud de cansancio, como si lo que está pasando no le sorprendiera, pero tampoco le agradara. El ruido de la wendigo acercándose por el pasillo nos hace voltear en su dirección, noto que el cuchillo sigue clavado en su cuenca del ojo mientras la sangre no para de brotar de él, escurriendo por el cráneo blanco y dejando manchas grandes de sangre en el piso.

—No es que tuviera muchas opciones— le digo mientras palpo con mi mano la otra molotov que cuelga en mi cadera.

—Morir con ella no es una opción— me responde con una voz profunda, volteo hacia él y noto como sus ojos se empiezan a volver rojos como la sangre. —Sal de aquí.

Empieza a caminar mientras que una bruma negra lo envuelve de pies a cabeza, lo único que relumbra entre toda esa neblina son sus ojos rojos. La wendigo lanza un gruñido gutural en el momento que Aiden sale de ese humo convertido en un wendigo, se abalanza sobre ella sin miramientos y la pelea continúa. Veo con la boca abierta como es que Aiden la enfrentan con gallardía, la sangre sale y salpica las paredes a chorros mientras sus ataque encuentran su objetivo y abren la piel de la hembra sin miramientos. Ella chilla y hace su mejor intento por enfrentarlo, pero se ve pequeña e insignificante frente a Aiden. No puedo evitar seguir la pelea, mis pies me llevan hacia ellos, manteniendo una distancia a la que creo que estoy a salvo; los sigo por el pasillo y recuerdo mi escopeta. Subo los escalones tratando de estar consciente de dónde están ellos y tomo la munición del suelo, cargo de nuevo la escopeta con premura y bajo los escalones de dos en dos. De repente noto como la hembra logra acertar un golpe en el pecho de Aiden abriendo un conjunto de heridas profundas en su piel, la sangre salpica el suelo y un odio crece dentro de mi pecho. Aiden se hinca frente a ella y en cuanto brinca por encima de él para alcanzarme levanto la escopeta dispuesta a disparar. Se escucha la detonación generando eco en la casa, resuena en las paredes con fuerza y ella se detiene a unos pasos de mí aturdida por el disparo que aunque no la lastimó, por lo menos la detuvo lo suficiente para que Aiden volviera a atacarla. Con sus garras abre la piel de su espalda haciendo que ella se arquee del dolor, un chillido desesperado sale de entre sus fauces y yo mantengo mi escopeta levantada esperando cualquier oportunidad para disparar de nuevo.

De repente un brazo enorme y peludo envuelve mi cintura y me levanta del suelo tomándome por sorpresa, mis piernas empiezan a moverse en el aire intentando alcanzar el suelo. Volteo y veo de reojo a Desmond quien parece querer sacarme de la casa a la fuerza; apunto la escopeta hacia atrás y sin forma de poder tomar bien puntería disparo hacia él logrando que me suelte. Caigo al suelo y mi pierna herida lo resiente asi como mis oídos la detonación del arma y un zumbido se apodera de ellos, veo como retrocede mientras cubre su rostro, me levanto y vuelvo a apuntarle, está vez le disparo en el pecho haciéndolo tambalear, volteo hacia Aiden y noto que sigue peleando encarnizadamente con esa wendigo.




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