El sol iluminaba toda la habitación.
Su dolor de cabeza, era insoportable.
Y esa chica estaba echada a su lado. Su espalda se veía desnuda, su pelo caía hacía un lado y su rostro se escondía entre almohadas.
Alexa se le quedo mirando por unos minutos, y luego se incorporo, echándose en la pared al lado de su cama.
Otra vez.
Su cabeza iba a explotar, y apenas recordaba lo que paso aquella noche.
Iba vestida con una de sus camisetas, tres tallas mas grande.
<< ¿ Porque sigues aquí ? O mejor dicho... ¿Porque te sigo llamando? >> pensó, mientras masajeaba su sien. Esto se estaba convirtiendo en algo, casi semanal.
Pero, se sentía tan bien de mientras.
Que caía todas, y cada una de las semanas.
Y algunas, repetía.
Era algo que vivir al máximo, algo que disfrutaba, algo de placer. Allí donde no le importaba que su instinto fallara. Y ebria, todavía menos.
Después de todo, cuando a la mañana abría los ojos, tan solo recordaba un par de detalles, su cabeza dolía y ella, volvía a estar echada en su cama.
Y aún masajeando su sien; un par de recuerdos vinieron a su mente.
<< En tu vida te libraras de mí - le decía riéndose aquella chica, para después besar sus labios - ¿Otra copa?>> Y esa frase vino a su cabeza, como una sonrisa tonta a sus labios; para luego mirarla allí echada.
Se veía tan bien. Eso sí, solo de puertas de su cuarto para dentro.
Solo besaba sus labios, dentro de aquella habitación.
Al igual, que solo compartían aquella botella allí.
O simplemente, conocían su nombre.
Pero siempre, tras aquella puerta.
Nadie sabia nada, tan solo ellas.
Tan solo esa luna del 28 de junio; lo podía saber.
La luna, del 18º cumpleaños de Alexa.
- Hey. - decía en voz baja, Alexa. Retiraba su pelo y besaba su cuello - Tienes que irte - le susurró en el oído mientras acariciaba su espalda.
- Mmm... No nos pueden ver - remoloneaba y abría sus ojos.
- Sí, no nos pueden ver - sonrió y le pasó su camiseta.
- Gracias - se la puso y se incorporó- Llámame cuando lo necesites - besó sobre sus labios.
Se levanto de aquella cama para ponerse sus zapatos.
- Lo haré - Alexa, bajo su mirada.
Esa mañana, quedaban semanas para terminar el verano. Y tendría que empezar la universidad.
Pero ella desapareció por la puerta, hasta la siguiente noche que la volviera a llamar.
No eran un amor de verano. Y menos, una pareja, o novias... Como queráis llamarlo.
Para los demás, siempre tuvieron que ser invisibles, una de la otra.
Eran un par de ebrias desconocidas, y con un instinto en común.
El verse apenas, salia la luna. Y llamarse, cuando se escondía el sol.
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Editado: 21.05.2020