Capítulo 3: La Senda de las Sombras

La neblina matinal se levantaba entre los árboles del Bosque de la Virtud, como un manto espectral que envolvía el terreno. Vi cómo Yeroy avanzaba con pasos firmes pero con algo de prisa, ajustándose los guantes de combate. Yo, por mi parte, me mantuve a su lado con calma y serenidad. "Parece que todo está más tranquilo de lo normal, pero sé que este bosque guarda sus secretos", pensé, acelerando ligeramente para no perder el ritmo del grupo. Flumir, como siempre, intentaba aliviar la tensión con un comentario absurdo.

—Yeroy, cuando tropieces por ir tan rápido, me reiré en tu cara —bromeó Flumir, con esa expresión burlona que solo él sabe llevar.

No pude evitar analizar cómo Flumir siempre recurría al humor, incluso en situaciones que lo superaban. "Es un mecanismo interesante", reflexioné. "Una forma de combatir el nerviosismo. Pero, ¿qué tan efectivo será si las cosas realmente se complican?"

Kalesh lideraba al grupo unos pasos más adelante. Cada movimiento suyo era calculado, cada orden, precisa. Su habilidad para mantenernos unidos, incluso bajo presión, lo había convertido en alguien digno de admiración... y, al mismo tiempo, vulnerable. "La confianza que todos depositamos en Kalesh es su mayor fortaleza, pero también su mayor debilidad. ¿Qué sucederá si falla? ¿Si sus decisiones nos llevan al desastre?", pensé mientras lo observaba analizar el entorno con esa mirada aguda que solo él poseía.

En contraste, Dorim y Yeroy parecían ansiosos, como si estuvieran buscando cualquier excusa para enfrentarse a un enemigo. Podía sentir la energía que ambos irradiaban, una mezcla de impaciencia y entusiasmo desmedido. "Dorim confía demasiado en su fuerza bruta, mientras que Yeroy... Yeroy tiene el potencial, pero su impulsividad podría ser peligrosa", evalué, ajustando mi paso para mantenerme en el centro del grupo.

Mientras atravesábamos el bosque, no pude evitar sentir que todo era una especie de juego para algunos de ellos. "Flumir quiere reír, Yeroy y Dorim buscan pelear, y Kalesh intenta mantener el control. Pero yo... yo estoy aquí para observar. Para entender. Y, si es necesario, para actuar cuando ellos no puedan."

Mientras avanzábamos en formación, un silencio sobrecogedor se instaló de repente en todo el bosque. Cada paso rompía una quietud que, hasta entonces, parecía natural, pero que ahora dejaba entrever una amenaza inminente. La atmósfera se volvió densa, y el grupo se tensó, sintiendo que cada sombra podía ocultar un peligro.

De entre los matorrales, emergió una figura completamente diferente a lo que habíamos vivido antes. No era la típica silueta de un oso imponente, sino algo que parecía mitad hombre, mitad fiera. La criatura exhibía rasgos salvajes: un rostro endurecido, con ojos que brillaban con ferocidad y una melena desordenada que acentuaba su carácter indómito. Cada movimiento suyo era una fusión de instinto y brutalidad, dejando claro que sus impulsos no estaban bajo control alguno.

Recordé entonces los manuscritos, libros y pergaminos que hablaban de los semihumanos en este mundo, divididos en dos corrientes: aquellos que dominaban sus instintos y construían pequeñas ciudades apartadas del ámbito humano, y aquellos que se habían rendido ante la naturaleza, convirtiéndose en bestias puras, su lysae descontrolado solo hacía que su instinto fuera uno, sobrevivir. Esta criatura, sin lugar a dudas, pertenecía al segundo grupo. Su mirada salvaje y su postura agresiva dejaban en claro que, en lugar de razonar, su única misión era la de vivir para depredar.

Mientras los demás adoptaban posiciones de cautela, mi mente no pudo evitar formular en silencio: "Sabía que tanta tranquilidad no era normal, una estúpida bestia mágica mantiene el control de esta zona." Esa idea retumbó en mi cabeza, recordándome que algo enormemente fuera de lugar había generado esa inusitada calma. Cada detalle de ese ser hablaba de un caos inherente, de una furia pura desatada por los instintos.

pero de pronto pensé “un momento, si hay un semihumano salvaje merodeando por aquí, debe significar que hay más, y no solo eso, el clan debería estar informado pero el pergamino no decía nada sobre esto…”

—Bien, somos 8 contra uno, pero no se descuiden, Yeroy, Darel, tomen posición. Flumir cubrelos desde su retaguardia, Keia, Aethen, ustedes en apoyo. Si ven una oportunidad, terminenlo rápido..--- Dijo Kalesh sin perder tiempo.

—Dorim, tu toma altura en los árboles, tenemos que ver si hay más de ellos por aquí. — continuo mientras su rostro se ponía más tenebroso.--- los Semihumanos son muy rápidos y poderosos, Si usa un elemento, nos obligará a reaccionar. No le demos la ventaja..---

En un instante, Darel y Yeroy tomaron la iniciativa, con sonrisas cargadas de entusiasmo, como si hubieran estado esperando este momento. De pronto, el cuerpo de Darel brilló. El flujo de su Lysae aumentó y, al cerrar los puños, un fuego intenso los envolvió, distorsionando el aire a su alrededor con el calor. Sin dudarlo, lanzó el primer golpe con una fuerza demoledora, pero el semihumano no se quedó atrás. Con habilidad inhumana, saltó hacia atrás en un movimiento casi imperceptible. De no ser por los años de arduo entrenamiento, mi percepción jamás habría captado la magnitud de su velocidad. Era una criatura hecha para el combate, cada uno de sus movimientos optimizados por pura supervivencia.

Como si todo estuviera planeado desde el principio, Yeroy se movió con velocidad abrumadora. En un instante, apareció detrás del semihumano y lanzó una patada devastadora, envuelta en llamas ardientes. Sus ojos brillaron intensamente, reflejando el fuego que consumía su ataque, como brasas hambrientas devorando la oscuridad. El impacto fue brutal. El semihumano salió disparado, su cuerpo trazando un arco en el aire antes de estrellarse contra el suelo. La explosión del golpe abrió un cráter, el eco de la colisión resonando en el entorno. De no ser por los años de entrenamiento, jamás habría captado la magnitud de su velocidad. Cada movimiento del semihumano era preciso, afinado por la supervivencia.