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El paisaje había cambiado.
El momento en que aquella persona de aura amenazante y escalofriante apareció ya no parecía más que el preludio de un campo de batalla donde alguien tendría que morir.
La sensación no era desconocida para algunos: corría en las corrientes de aire que se alzaban, impregnándolo todo de una incertidumbre fría y afilada.
—Chicos... —murmuró Kerl, con una voz tan baja que parecía formar parte del viento mismo—. Dos de ustedes deben regresar al palacio. Los que tengan mejores habilidades, quédense a apoyarme. Ese tipo... tiene algún tipo de control sobre esas bestias. No podré encargarme de él y protegerlos al mismo tiempo.
"Son listos, pero sobre todo, son jóvenes… Quiero que aún puedan apuntar más alto.
La suerte nunca está del lado del que más la necesita... espero que hoy eso no se aplique a ninguno de ellos."
Pensó Kerl, mirando a los muchachos con una pequeña sonrisa de aliento.
—¿No creerán que los dejaré ir así de fácil, verdad? —dijo el hombre, descendiendo del árbol con una calma que helaba la sangre.
Se posicionó detrás de la criatura que había invocado y luego caminó hasta quedar justo a su lado.
"¿Qué clase de poder es este?
Este hombre... parece un peligro inminente.
Tendré que probar qué tan bueno es."
Pensó Kerl, manteniendo su mirada fija en el recién llegado.
—Maestro… creo que alguien quiere competir con usted en la categoría “calvicie intimidante” —soltó Yeroy, con una sonrisa pícara.
"Su valentía hace que su miedo se vea contrastado..." pensó Kerl.
—Me gusta esa actitud, Yeroy. Tú, Darel y Kalesh serán mi apoyo.
Aethen, no te separes de Keia; ustedes dos deben reponerse y retirarse en cuanto tengan fuerzas suficientes —dijo Kerl, con una pequeña sonrisa que, por alguna razón, inspiraba confianza.
Los muchachos se acercaron a Kerl caminando despacio.
En ese momento, Kerl observó cómo se preparaban para luchar, especialmente Yeroy, quien ya concentraba su Lysae como Kerl le había enseñado.
"Mocoso arrogante...
Mira que desarrollar esa técnica me costó años de práctica..."
Pensó Kerl, mostrando una sonrisa leve para sí mismo.
Yeroy, repitiendo las enseñanzas de Kerl, comenzó el proceso de condensación de Lysae.
Kerl, un maestro en toda regla, poseía percepciones extraordinarias, casi como si tuviera un ojo en la espalda.
Gracias a su visión interna —una técnica que le permitía visualizar el Lysae de todo lo que lo rodeaba—, había aprendido a centrarse únicamente en lo que realmente necesitaba ver.
Así, percibió con claridad los movimientos de sus jóvenes estudiantes, quienes preparaban su Lysae para la inminente batalla.
—No apartes la mirada. Solo soy uno, y no podré defender si ambos atacan. Deben estar concentrados —dijo Kerl, mientras notaba cómo Yeroy intentaba mirar a sus compañeros.
En cuanto Kerl habló con Yeroy, el sujeto lanzó una orden:
—Bien. Uv13, encárgate de los mocosos.
La criatura frente a ellos reaccionó al instante, moviéndose con una rapidez brutal.
Kerl intentó maniobrar para proteger a los jóvenes, pero el enemigo había planeado todo desde el principio: se lanzó como un proyectil imparable hacia él, borrando su figura de la vista, empuñando una daga negra que parecía forjada de Lysae puro.
Al ver el ataque directo, Kerl tomó una decisión: dejaría a los muchachos la tarea de derrotar a la criatura.
"Diablos, maldito... Esa jugada fue sucia. Espero que los chicos estén a la altura del combate." Pensó Kerl, apretando el paso hacia su oponente.
Kerl reaccionó en fracción de segundo, lanzando un rodillazo directo al brazo que sostenía la daga, desviando el ataque justo a tiempo.
No hubo respiro: el enemigo contraatacó con la otra mano, lanzando un puñetazo brutal que Kerl bloqueó con ambas manos frente a su rostro.
El impacto fue brutal, una fuerza que parecía desafiar toda lógica.
El aire alrededor de ellos estalló, como si el bosque mismo hubiera sido atravesado por un huracán invisible.
"No solo es rápido... también tiene una fuerza bestial." Pensó Kerl, sintiendo la presión del impacto hundir sus pies levemente en el suelo.
—¿Cuál es tu nombre? …Creo haber escuchado de ti en algún lugar. —preguntó Kerl, con la voz entrecortada por el forcejeo.
Al no recibir respuesta alguna, Kerl se preparó. En un parpadeo, juntó tres capas de Lysae, comprimiéndolas en un solo golpe. Con un movimiento explosivo, saltó hacia su oponente, quedando justo encima de él.
—¡Impacto solar! —vociferó, lanzando un puñetazo envuelto en llamas.
El enemigo reaccionó al instante, concentrando su Lysae para formar un escudo que desvió el ataque hacia el suelo con un rugido de energía. El impacto resonó como un trueno en el aire, pero el enemigo, ágil, saltó hacia atrás con una determinación implacable.
—Uhm… —masculló el sujeto, claramente evaluando la fuerza de Kerl.
Rápidamente, Kerl se disparó hacia su enemigo, quien acababa de aterrizar con fuerza en el suelo.
Lanzó un puñetazo al aire, desatando una llamarada que se transformó en un dragón de fuego alzando vuelo recto.
—¡Colmillo dracónico! —gritó Kerl, su voz llena de furia y determinación.
Las llamas fueron poderosas, alcanzando al enemigo en cuestión de segundos. El sujeto reaccionó alzando ambos brazos, envolviendo su pecho con una capa densa de Lysae.
El impacto de la llamarada retumbó como el rugido de un dragón enfurecido, el viento explotando a su alrededor con la fuerza de una tormenta.
Pero el enemigo no se detuvo ahí. Con un esfuerzo titánico, recolectó una cantidad absurda de energía. Sus ojos brillaron en un tono azul oscuro, y la energía que desprendía era tan intensa que el aire mismo se helaba.
Con un tajo vertical de su espada de Lysae, partió las llamas en dos. En un movimiento fluido, desvió el puente de fuego con un golpe de sus brazos, rompiendo el ataque de Kerl y enviando una ráfaga de energía directa al pecho de Kerl.