Capítulo 9.1: Encuentro inoportuno

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No estábamos preparados.

Lo supe desde que escuché la tercera explosión. Uno de los nuestros gritó antes de caer, y su cuerpo rodó por el suelo como un saco roto. Diez contra cuatro. Y los muy malnacidos de “No Road” se reían. Cada uno parecía disfrutar cada golpe como si fuera una fiesta.

Me cubrí el costado. Mi Lysae saliendo de mi cuerpo. Calor. Dolor.

¿Desde cuándo el silencio me resulta tan ruidoso?

Todo esto comenzó con esa estúpida misión que nos asignaron. Salir del calor de mi hogar a venir a seguir sufriendo las calañas del mundo que no tiene piedad.

—Hemos detectado movimientos extraños en la región de Rost. Se rumorea que allí opera una banda que amenaza a tres aldeas cercanas.
Flumir, tu misión será buscar pistas y ayudarnos a mitigar esa amenaza lo antes posible.
Llevarás contigo a Ylwen, Darlon y Maro. La Casa del Viento Sigiloso también asignará dos escuadras de cinco miembros que trabajarán en conjunto con ustedes para recabar información —dijo el Maestro Sunsel, sin apartar la vista de unos pergaminos repletos de sellos.

—Entiendo, Maestro.
Pero… el equipo que me asigna no tiene cualidades de espionaje —respondí, sin poder ocultar mi preocupación—.
Con suerte, yo logré dominar algunas técnicas para no ser detectado con facilidad… pero ellos parecen más adecuados para tácticas de sabotaje. Y en cuanto a poder de lucha… diría que es mediano, en el mejor de los casos.

—Me alegra que lo notes. No te estamos enviando a ciegas —dijo el Maestro, alzando finalmente la vista—.
Hemos localizado algunos de sus asentamientos. La idea es destruir sus suministros esta misma noche y, al día siguiente, comandar un pequeño ejército contra ellos.
Ahí entra su rol: mientras el equipo de la Casa del Viento Sigiloso recaba información, ustedes apoyarán desde la sombra y se encargarán de sabotear sus recursos una vez estén identificados.

—Enviaremos algunos miembros de la Casa de la Roca Inamovible para defender las aldeas si intentan contraatacar —añadió el Maestro Mayor con tono firme.

—Entendido, Maestros. Estoy listo. Ya llevo tiempo sin explotar algo… como suelo hacer con Darel —respondí con una sonrisa burlona.

En cuanto recibimos las órdenes, nos apresuramos a establecer una línea de comandos para mantenernos comunicados.
Todos eran lo suficientemente inteligentes como para proponer señales propias, fáciles de recordar entre nosotros, pero lo bastante confusas como para despistar a cualquiera que intentara espiarnos.

—Eso fue todo. Tenemos que partir ahora si queremos llegar a mitad de la noche —dije con una sonrisa cargada de emoción—. Mientras estábamos aquí, los demás equipos se adelantaron. Eso nos dio tiempo para preparar todo esto, chicos.

Mi Semillum latía con fuerza. Jamás había liderado nada... y ahora tenía una misión real, un equipo, un plan. Algo dentro de mí ardía.

—Darlon, estarás a cargo de vigilar el entorno. Tu sentido del viento está bien pulido, así que confío en que detectarás cualquier amenaza antes que nadie.

Maro, tú serás nuestra defensa y ataque frontal. Eres el más resistente del equipo, nuestro muro.

Ylwen, tus habilidades de curación y soporte nos mantienen de pie. Combinadas con Maro, son una muralla. No te separes de él.

Yo lideraré el ataque y la estrategia general. Pero escúchenme bien: prioricen sus vidas. Si todo se sale de control… quiero que huyan. No podemos permitirnos caer todos aquí —dije con el ceño fruncido, la voz más baja, más pesada.

—Yo también estuve entrenando para poder ayudar. Con las enseñanzas del maestro Kerl y la técnica de Lysae Sout que nos mostró, logré crear dos capas defensivas. Cada una puede liberar, en tres segundos, una gran acumulación de agua. Puede servirnos como distracción si necesitamos escapar. Apenas haga la señal que les enseñé, deben pegarse a mí —dijo Ylwen, frunciendo el ceño con firmeza, pero dejando asomar una sonrisa llena de determinación.

—¡Heh! Eso suena a que tengo que preocuparme menos —dije con una sonrisa burlona.

Unas horas más tarde, habíamos caminado sin detenernos hasta adentrarnos en un bosque denso. Estaba repleto de árboles de distintas formas y tamaños, tantos que apenas dejaban pasar la luz de la luna. Parecía que el mismo cielo nos había olvidado.

—Darlon, este es tu momento de brillar. Usa tus corrientes de aire para guiarnos. Debemos ser muy precavidos y evitar toparnos con la banda… o con ladrones a esta hora —dije en voz baja.

—Ya lo estoy haciendo —respondió Darlon—. Desde que salimos mantengo las corrientes activas, pero… no he sentido nada extraño. Y eso es lo que me preocupa. No hay señales de movimiento… ni siquiera animales.

La oscuridad no permitía ver su expresión, pero el tono de su voz bastaba para notar la incomodidad.

—¿Entonces qué hacemos? —preguntó Maro con el ceño fruncido—. Si cargamos Lysae en los pies, podríamos movernos entre los árboles. Saltaríamos más rápido y esquivaríamos cualquier amenaza.

—Estoy de acuerdo —asentí—. Darlon y yo, al ser afinidad viento, podemos movernos con facilidad. Tú e Ylwen deberán ir adelantados. Nosotros los cubriremos, ya que serán más lentos al saltar que nosotros.

—Creo que ya no tiene sentido seguir ocultos. Parece que se ha percatado de nosotros… ¿Qué dices, Selmir? —dijo una mujer mientras salía de entre los matorrales.

—Bueno, si se iban saltando entre los árboles no podríamos sacarles información. Qué lástima… pensé que evitaríamos una pelea —respondió un hombre cuya voz sonaba como si se estuviera riendo entre cada palabra.

Apenas los vimos, nos agrupamos al instante, formando un círculo y mirando en todas direcciones.

—¿Qué quieren? ¿Acaso son ladrones? ¿O pertenecen a la banda No Road? —pregunté, frunciendo el ceño.

—En cuanto dé la señal, salten en dirección a ese árbol enorme y sigan recto. Yo me encargaré de ganar tiempo… —susurré al grupo, lo bastante bajo para que solo ellos lo oyeran.