Capítulo 10: Un nuevo mundo

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El sol se asomaba tímidamente entre las nubes, proyectando una luz suave sobre las cordilleras que separaban Valeria de Shinkoku. A lo lejos, el perfil de aquellas montañas se alzaba como una muralla imponente y serena a la vez. Un paisaje que inspiraba respeto… y también emoción.

—¿Falta mucho? —pregunté con impaciencia.

—¿Por qué preguntas eso si acabamos de salir? Si tienes tantas ganas de llegar, puedo mandarte de un puñetazo hasta Shinkoku —dijo Keia frunciendo el ceño.

—Podríamos acelerar el paso, si tanto te desesperas. Ya hace tiempo que dominan mejor el Lysae. Incluso existen métodos para volar por los cielos… aunque eso es algo extremadamente difícil. Pocos maestros pueden lograrlo —comentó Kerl con una sonrisa amplia.

—Eso suena a que quiere que entrenemos mientras viajamos, ¿cierto, maestro? —pregunté con una sonrisa ya formándose en mi rostro.

—Eso solo significa que, de los cuatro, probablemente solo uno podría hacerlo. Yo, por mi parte, no tengo ninguna afinidad elemental. Así que volar me es imposible… ¿No es así, maestro? —dijo Aethen, ajustándose la capa con calma.

—Entonces, ¿cuál es el punto de decirlo ahora? Solo deberíamos usar el método terrestre para movernos rápido y… —intentó decir Darel, pero Kerl lo interrumpió alzando una mano.

—No es necesario correr. Aunque volar es complejo, aprender a aligerar el cuerpo con el Lysae, flotar como una hoja arrastrada por el viento… ese es un método mucho más eficiente. Y es algo que todos deberían dominar —afirmó Kerl, cerrando los ojos con su habitual sonrisa de maestro creído.

Ese estúpido calvo… ya empezó otra vez con su actitud de iluminado.

—Saben que concentrar el Lysae en los pies es fundamental para impulsarse, ¿verdad? —dijo Kerl, mirando especialmente a Aethen—. Pero la clave está en que no se necesita una afinidad elemental para este método. Incluso podrías llegar a impulsarte en el aire, como hacen los Maestros del Templo del Viento, y simular el vuelo manipulando las partículas mágicas que flotan en el entorno.

—¿Entonces cualquiera puede hacerlo? —pregunté, con los ojos brillando por la emoción.

—Cualquiera… con suficiente control, paciencia y práctica. Lo que significa que tú no cuentas —dijo Aethen con una media sonrisa.

—¡Ha! Ya parece que quieres una nueva golpiza, parece que los Urvargs no te patearon el culo lo suficiente —dije con una sonrisa pícara.

—Quien fue pateado irremediablemente fuiste tú, creo que confundes las cosas —dijo Keia entre risas.

Kerl soltó una pequeña risa mientras se alejaba unos pasos del grupo, como si estuviera calentando.

—En fin, dejaré de hablar y les mostraré cómo se hace. Presten atención —dijo mientras flexionaba levemente las piernas.

Kerl se cruzó de brazos y miró al grupo con una sonrisa segura, esa que solía usar justo antes de presumir.

—Escuchen bien. No se trata de volar como un pájaro ni de saltar a lo loco —dijo—. Lo que van a hacer es cubrir su cuerpo con una fina capa de Lysae comprimido. Eso va a reducir el peso de su cuerpo y les permitirá interactuar con las partículas mágicas del aire. Estas partículas están en todos lados, solo necesitan sentirlas, reconocer su flujo. Una vez que lo hagan, pueden usarlas como apoyo, como si fueran escalones flotantes. Pero no se trata solo de empujar con fuerza, tienen que mover el cuerpo con fluidez. Los movimientos generan un vórtice natural de partículas que los ayuda a mantener la dirección.

Al terminar de hablar, Kerl chasqueó los dedos. Una capa de Lysae Sout lo envolvió de inmediato, ajustándose a su cuerpo como una segunda piel semitransparente. El aire vibró a su alrededor.

—Miren con atención.

Flexionó ligeramente las piernas, concentrando el Lysae en los pies. Luego, en un solo impulso, se elevó del suelo. Pero no fue un salto común. Cada paso que daba en el aire dejaba un rastro leve de partículas brillantes que estallaban al contacto, como si estuviera pisando puntos invisibles. Movía los brazos con firmeza, no como una danza elegante, sino como un guerrero manteniendo el equilibrio en medio del combate. No había suavidad, sino precisión.

Subió un par de metros, luego dio un giro en el aire usando un punto de apoyo invisible y descendió como si nada, aterrizando con un golpe seco pero controlado.

—No es vuelo, pero es lo más cerca que van a estar de uno sin alas ni viento a favor —dijo mientras el Lysae se disipaba lentamente de su cuerpo.

Luego de ver la demostración, sentí que los ojos me brillaban como mil estrellas.

—¡MAESTRO, ESO FUE SORPRENDENTE! —grité con todo el entusiasmo que tenía.

—Me alegra que te haya gustado —respondió Kerl, cruzado de brazos y con una leve sonrisa—. Es una técnica común entre los aspirantes a maestro. Sirve para estabilizarte si te lanzan por los aires en medio del combate. Recuperas el control y vuelves al suelo por tu cuenta.

—¡Woah! Maestro, usted parecía volar por los cielos con esa técnica. Siempre creí que solo dominaba artes destructivas —dijo Darel, mientras corría hacia Kerl con los ojos bien abiertos por la emoción.

—¡Hahahaha! No estás del todo equivocado pero por algo soy un maestro Darel —expresó Kerl con una gran carcajada.

Kerl se giró hacia nosotros y comenzó a darnos instrucciones antes de continuar el viaje. Para mí, en ese momento, llegar a Shunkaku ya no era lo importante. Quería dominar esa técnica.

—Maestro, buen trabajo calmando a este idiota —susurró Keia con una sonrisa ladeada mientras se acercaba al maestro—. Si aprendemos esto, avanzaremos más rápido, ¿verdad?

Kerl asintió sin decir nada. La emoción crecía, y era claro que el entrenamiento acababa de comenzar.

Nos tomó bastante tiempo aprender a deslizarnos entre las partículas mágicas del entorno. Pasamos cinco días dominando apenas las bases de la técnica. Al principio, el viaje fue lento, ya que hacíamos paradas cada vez que era posible para practicar… o más bien, yo forzaba esas paradas.