Episodio 17: Un desvío intencionado

✧ ✧ ✧
El frío estaba a la vuelta de la esquina y el verano llegaba a su fin. Los árboles arropaban el sendero con sus hojas, y los bosques densos parecían estar convirtiéndose en algo parecido a un bosque lleno de maestros Kerl: calvos, pero aún llenos de vida.

Nuestras andanzas comenzaron más pronto de lo que pensé. Sé que habían dicho que debíamos partir lo antes posible, pero en cuanto llegamos a la habitación, todo estaba ordenado y listo para la salida, incluso nuestras pertenencias privadas. Ese maestro Naoka debió haber hecho eso sin permiso. Tal vez hasta revisó nuestras cosas en busca de algo.

En el camino nos encontramos con bestias algo feroces, y digo “algo” porque, tras enfrentarnos a tantos peligros, ya habíamos acostumbrado nuestro cuerpo a amenazas mayores que unos simples animales hambrientos.

—Es raro que nos estén atacando estas bestias. Normalmente ni se acercan a los caminos porque salen de su zona. Incluso si lo hicieran, no atacarían —expresó Terimaru, analizando el entorno.

—Debemos llegar lo antes posible al siguiente pueblo, entonces. Podría estar pasando algo fuera de lo normal y nosotros estamos justo en medio por andar por el camino —dijo el maestro Kerl. Su tono seguía siendo sereno, pero sonreía con confianza.

—Yo no estaría preocupado, somos más poderosos que esas bestias y tenemos un maestro con nosotros. ¿Usted nos protegerá, no? —dije con una cara burlona.

—En todo caso, el siguiente pueblo no está lejos y todavía hay tiempo de llegar antes de que anochezca —dijo Terimaru.

—Debemos apresurarnos. No por la noche, sino porque puede estar pasando algo en lo que podamos ayudar —respondió Aethen.

—Es bueno que tengan ganas de ayudar, pero no podemos desviarnos de nuestro deber —expresó Darel.

Parece que están ignorándome.

—Sigamos caminando. No hay necesidad de conversar esto parados aquí —dijo el maestro Kerl.

Con eso, continuamos nuestro camino, dejando un rastro de bestias aniquiladas por nosotros. Eso debería calmar a las demás… y darnos comida por unas horas.

—Siento que están ignorándome. No creo que sea inteligente ignorar a su guapo y carismático amigo… ¿Verdad Keia? —dije con una mirada pícara que luego volteó a ver a Keia con una sonrisa y ojos cerrados.

—Supongo, tus chistes quizá animen el ambiente que se siente frío —respondió.

—¿No estás siendo muy indulgente con él? —preguntó Aethen.

—Ella puede ser indulgente conmigo si ustedes me ignoran idiotas —le respondí abrazando a Keia.

Esta última puso una cara de pánico y estaba roja, casi al punto de explotar.

—¡Qu-q-qué crees que estás haciendo, imbécil descerebrado! —gritó empujandome tan fuerte que me hizo chocar y dejarle un hueco de mi espalda a un gran árbol detrás de mí.

Todos comenzaron a reír como locos, el maestro al ver nuestra relación suspiró y su sonrisa volvió a ser enorme como siempre y a tomar una postura de alarde, esa que siempre hace.

—¡HAHAHAHA! chicos, sin ustedes estuviera todavía entre pensamientos inútiles, son grandiosos —dijo ayudándome a salir del árbol.

—Ahg… de dónde sacó tanta fuerza, aún sin usar Lysae Sout —dije mientras me quejaba del dolor en la espalda.

Después de eso seguimos caminando sin hablar demasiado. La única excepción fue Keia, que me ayudaba a caminar dejándome usar su hombro mientras me hablaba.

—¿Cuándo dejarás de ser tan idiota y de tomar a las personas desprevenidas? —preguntó.

—No estoy tomando a nadie desprevenido. Solo lo hice contigo, ojos de jade —respondí, mirando hacia otro lado.

No sé por qué, pero cuando estoy con ella me siento bastante más tranquilo.

—Oye… ¿puedo preguntarte algo? —dijo casi susurrándome al oído.

—¿Qué sucede? Pedirme permiso para una simple pregunta es demasiado —le respondí.

—¿Sabes qué se siente estar enamorado? —me preguntó.

La miré con sorpresa. Su pregunta me dejó sin palabras por unos segundos. Luego le respondí...

—No lo sé. Aún no me he enamorado de nadie. Solo he tenido tiempo para entrenar y volverme más fuerte. Pero... hay alguien que me hace sentir fuera de lugar. No sé si eso se puede llamar amor.

Ella no respondió. Solo siguió caminando a mi lado, en silencio, mientras el frío volvía a sentirse un poco más cálido.

Aethen nos miraba de reojo de vez en cuando. Había algo frustrado en su mirada—casi imperceptible, pero definitivamente presente.

Después de unos treinta minutos caminando, por fin pudimos ver la puerta del siguiente pueblo a lo lejos.
—Ya era hora. Terimaru dijo que estábamos cerca, pero parece que su sentido de cercanía está roto —dije mirándolo pícaramente.

—Estábamos cerca, Miki. Tú eres el que ha retrasado el camino con tus tonterías —respondió el muy descarado.

—¿Estás buscando pelea otra vez? ¿Crees que puedes ganarme ahora, Terimaru? —dije alzando el puño hacia él. —Y en todo caso, ¿qué diablos significa Miki? Has estado llamándome así desde que te gané en el combate… ¿Acaso te burlas de mí en tu idioma?

—No, no me burlo, Miki. Significa "hermano" en mi idioma. Así es como llamamos a nuestros hermanos menores —respondió.

—¿Menor? ¿Acaso no ves que soy más alto que tú? —le dije con el ceño fruncido.

—Pero soy mayor que tú en edad… eres un imbécil, Miki —dijo con una sonrisa burlona.

A un lado, Aethen ajustó un poco su paso, quedándose justo detrás de nosotros. No sonreía.

No dijo una sola palabra, pero la tensión silenciosa en su mirada decía mucho más que cualquier frase.

En cuanto llegamos a la puerta, nos detuvieron de forma brusca. Los guardias nos señalaron que los forasteros no eran bienvenidos debido a ciertos incidentes recientes. Sin embargo, apenas mostramos las insignias que nos dio el maestro Naoka, nos dejaron pasar sin problemas.

El maestro Kerl se quedó hablando con el guardia, pero… ahora que lo pienso, estas placas que nos entregaron... Es como si el maestro Naoka ya supiera lo que ocurría. Como si hubiera previsto que serían útiles justo aquí...