El sonido del timbre me despierta, no sé quién tenga tanto apuro pero me hace levantarme a las 5:30 de la mañana. Me pongo las pantuflas y corro a abrir antes de que despierten a medio edificio.
Voy a medio camino cuando la puerta de la habitación del Alfa Reed es abierta, lleva puesto un pijama negra con pelotas de fútbol americano en color dorado, su cabello está desordenado y sus ojos aún están cerrados, parece un pequeño polluelo cuando recién nacen.
— Yo abro— me le adelanto.
—Vale— dice con voz ronca— de seguro es Ryna o su mellizo— asiento— Buen día por cierto.
Volteo a verlo y una sonrisa radiante me recibe pero me doy la vuelta tan rápidamente de nuevo para no caer en su encantadora sonrisa. Siento algo bajo mi pie, tarde me doy cuenta de que es un lápiz y esta gira haciendo que mi cuerpo se desestabilice, me cubro con las manos y un grito agudo resuena por el lugar acompañado de lo que creo es un “Cuidado” de parte del Alfa.
Espero la caída, pero esta nunca llega, así que lentamente abro los ojos para ver porque no estoy en el suelo. Me decepciona saber que no caí en los brazos del Alfa Reed como en la típica película Hollywoodense donde la chica es salvada por el que será el amor de su vida, no, eso no pasa en la vida real.
Siento como si una fuerza invisible me estuviera deteniendo, es como aquella vez en la clase de CE, un campo que me protege que no se puede ver pero sí sentir.
Volteo a ver al alfa Reed y este se encuentra petrificado tras de mí, una pierna frente al otra cortando su intento de ir a por mí. Lentamente corrijo mi postura y sin decir nada más huyo a mi habitación.
Puedo escuchar claramente la voz de una chica en la sala, conversan por unos minutos y después abandonan el lugar, es entonces cuando vuelvo a dormir sin preocupación.
Siempre he sido una chica muy puntual y disciplinada, aunque eso no me lo creerían justo ahora. Son más de las diez de la mañana y recien me voy despertando, se suponía que mis clases comenzaban a las 8 y debía de estar puntual ahí, por alguna razón mi alarma no sonó, aunque ahora que lo recuerdo la desactive, ya que cuando vivía con Ern no era necesario tenerla porque sus ruidos matutinos al hacer el desayuno eran más que suficientes para que despertara.
Me meto a la ducha y pongo un poco de música, preparo la tina y pongo un par de esencias al agua para relajarme, si ya voy tarde, por lo menos que valga la pena. Pruebo la temperatura del agua con la mano y la ajusto hasta que tiene el punto perfecto, rápidamente comienza a hacer burbujas, meto primero los pies y siento una agradable sensación en el cuerpo, es como si me estuviera envolviendo en menta.
Family de The Chainsmokers inunda el cuarto de baño, cierro los ojos y la sensación de bienestar es tanta que los dejo asi, llevo mis manos a los bordes de la tina y sumerjo la cabeza en el agua, a mi mente vienen recuerdos de mi hermano y míos en la alberca, mamá cocinando mientras mi padre hacía apuestas con ella sobre quien duraría más bajo el agua, yo era quien soportaba más pero mi hermano siempre me ganaba hasta que un dia descubri que en cuanto me sumergia el salia, luego se volvia a meter para salir después de mi y quedar como ganador, me moleste tanto con el que no le hable por una semana hasta que me pidió disculpas con un gran pote de helado y una muy sincera carta donde me pedía disculpas, aun puedo recordar a la perfección lo que decía.
Querida Surikata
Te escribo esta carta para disculparme contigo, ya he aprendido la lección, mamá no me ha castigado, pero mi peor castigo ha sido el de tu indiferencia, no soporto el llegar de clases de esgrima y que tu no me recibas con un vaso de helado lista para que comencemos una tarde de aventuras.
Te hago una petición de perdón y una promesa sobre no volver a engañarte jamás.
Firma aquí si me perdonas.
Atentamente la otra mitad del sol.
Todo fue una mentira, quizá él en ese momento no lo sabía, no sabía que yo sería el depredador que él intentaba cazar, pero al final de cuentas terminó rompiendo esa promesa y su mentira fue tan grande que no podría perdonarlo jamás. Viví en la oscuridad durante años, pero ahora comienzo a ver la luz y me gusta, me gusta saber quién soy realmente, de lo que soy capaz y saber que hay más cómo yo, nuevas personas, nuevos amigos, una nueva familia que me respalda, que moriría por mi.
Siento como mi cuerpo es jalado fuera del agua, es tanta la fuerza con la que me atraen que en el proceso entra un poco de agua a mi nariz y boca haciendo que me atragante y comience a toser.
— ¿Qué demonios te pasa Surya? — Pregunta desesperado— ¿Qué rayos estabas haciendo? — Agrega al momento que soy atraída a su brazos— No puedes hacerme esto, no puedes hacernos esto.
—Tranquilo Ern solo estaba tomando una ducha, creo que has confundido las cosas— respondo.
Se aferra a mí con mayor fuerza, su cuerpo comienza a temblar y es ahí cuando lo veo, puedo verme en sus recuerdos hace unos instantes, pareciera que estoy muerta, tan tranquila y mi piel pálida le da un aspecto más creíble al asunto. La escena cambia y la chica no soy yo, es una joven unos cuantos años mayor, su cabello es color negro como el de Ern, y sus facciones son muy parecidas a las de él, de un momento a otro el agua se tiñe de rojo y en su piel aparecen unas enormes cortadas que no dejan de sangrar, sus gritos son desgarradores, siento su desesperación, su enojó, la frustración de no poder salvarla, la tristeza de haberla perdido.