Con el paso del tiempo, muchas salidas más fueron realizadas. Ciro siempre conseguía la manera de convencerme para salir y hacerme pasar una noche increíble. Hasta que los pensamientos negativos comenzaron a invadirme cuando su actitud comenzó a cambiar. Se volvió más directo, más atento, más… cariñoso.
Y yo, a pesar de todo lo que estaba enfrentando, de que cada vez experimenta aquellos cambios más frecuencia, no podía evitar ilusionarme. Era como si él fuera la única cosa buena y real en medio del caos. Pero también tenía presente que darle alas a un asunto sentimental en mi vida podría ser difícil por muchas obvias razones…
En una nueva ocasión nos encontramos juntos, dando un paseo por una de laos tantos lugares que había conocido gracias a el, quien se había encargado de enseñarme toda la ciudad en cada una de nuestras salidas. Ciro parecía comprender que salir del territorio y volver al mundo humano en verdad me era reconfortante.
—Shia —Llamo mi atención —¿Que te parece si vamos a cenar? —Propuso, lo mire por un momento sin saber que responder a esa propuesta improvisada —Hay un restaurante por cerca, podemos ir caminando y luego volver por el auto para irnos a la mansión si así lo deseas —Me dijo mientras esperaba atentamente mi respuesta.
—No se como lo haces, pero me es imposible rechazaré alguna invitación —Ciro sonrió y procedió a ofrecerme su brazo, el cual acepte.
Al llegar al restaurante, el ambiente era acogedor y cálido. Las luces tenues y la música suave creaban una atmósfera perfecta, lejos de las preocupaciones que me atormentaban. Ciro me hizo reír con sus historias, y cada risa era un alivio, un pequeño respiro de la realidad que enfrentaba.
A medida que avanzaba la noche, me di cuenta de que, aunque las sombras estaban siempre presentes en el fondo de mi mente, había algo mágico en estar aquí con él. Él me hacía sentir viva, disfrutar de aquellos momentos, olvidarme de mi carga, aunque fuera por unos instante.
Conforme la cena avanzaba, la conexión entre nosotros se hacía más intensa. Ciro comenzó a acercarse más, a mirarme de una manera que me hizo sentir mariposas en el estómago. Había una tensión palpable en el aire, una corriente de emoción que no podía ignorar.
Cuando terminó la cena, él tomó mi mano suavemente. Me guiaba de regreso al auto, pero nuestros pasos eran lentos como si no quisiéramos volver, pero en el fondo yo sabía lo que estaba a punto de suceder.
Mientras caminábamos por el parque, bajo las estrellas, Ciro guardo silencio repentinamente y a pesar de que era un silencio cómodo. Podía sentir el latido de mi corazón, y la anticipación me envolvía. Finalmente, nos detuvimos, y la mirada de Ciro se volvió seria.
—Shia —dijo, su voz baja y profunda. —Quiero ser honesto contigo. No puedo seguir ignorando lo que siento. Eres increíble, y quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti pase lo que pase.
Mi corazón se detuvo por un momento. Las palabras resonaron en mi mente, y el miedo se apoderó de mi. Esto lo que extrañamente esperaba pero lo cual me daba miedo enfrentar.
—"Esta puede que sea la única oportunidad que tenemos de ser felices con alguien, por favor Shia, no lo arruines” —La voz de Ada se hizo presente en mi mente.
—Quiero pedirte la oportunidad para demostrarte que puedo hacer una mejor versión de tu vida, calmar esas tormentas que te acechan y todo sea a tu paso. Quiero ser tu todo —Me dijo mientras se acercaba más y más a mi rostro —Me enamoré de ti mi luna —Sentí como cada parte de mi cuerpo se paralizó por completo ante su declaración.
—"¿Qué estas esperando para aceptar?" —Me reprocho Ada.
Sin tener palabras, solo se me ocurrió responder con un beso, al que Ciro correspondió gustoso, dejando que la emoción del momento fluyera de nuestros labios. En ese instante, todo el caos y la oscuridad parecieron desvanecerse, y el mundo se redujo a solo nosotros dos, bajo el manto de la noche estrellada.