A medida que patinábamos, la conversación fluía sin esfuerzo. Dorian procedió a preguntarme sobre mi experiencia en el patinaje y terminé contándole la primera vez que patiné.
—Mis hermanos me enseñaron, y fue un desastre total. Terminé en el suelo más veces de las que puedo contar. Jesús no hacia más que burlarse de mi mientras Andrés me animaba a continuar intentándolo —le conté.
—No te preocupes, yo también he tenido mis tropiezos y cuando comencé más de una vez terminé en el suelo —Dijo, acercándose un poco más—. En lo que sea que intentes mejorar debes permitirte el fracaso, si no te permites ser una novata jamás serás una profesional.
Después de un tiempo en la pista de hielo, decidimos cambiar de escenario. Dorian condujo hacia un lugar al aire libre donde se llevaban a cabo bailes y actividades. El aire fresco de la noche nos envolvía, y las luces de los faroles creaban un ambiente mágico.
El sonido de la música en vivo llenaba el aire, y Dorian me tomó de la mano, llevándome a la pista de baile.
—Vamos a disfrutar un poco —me dijo.
—Espera, hay demasiada gente —Dije al caer en cuenta la cantidad de gente.
—¿Y que? Nadie nos está mirando a nosotros. No te preocupes no hay sobrenaturales aquí así que no seremos portada de ninguna revista —No estaba del todo convencida pero lo mejor que pude hacer fue sonreír en ese momento.
Al unirnos a la multitud, el ambiente se sentía vibrante. Las parejas bailaban, riendo y disfrutando del momento. Comenzamos a bailar al ritmo de la música, y el ambiente comenzaba a sentirse acogedor.
—Vaya, esperaba dos o tres pisadas pero me sorprende lo gran bailarín que eres —le dije, sintiendo la calidez de su cuerpo cerca del mío.
—Estas hablando con alguien experto en pasarla bien, me ofendes. Hay muchas cosas que aun no conoces de mi y no lo has hecho solo porque eres terca y siempre decides alejar —Me dijo, y en ese momento fue que comprendí el que en verdad no conocía a Dorian, solo veía en el lo superficial lo poco que había logrado observar desde que lo conocí—. ¿Sabes? Deberías dejarte llevar más a menudo —sugirió Dorian, viéndome de reojo mientras girábamos—. Eres agradable cuando no intentas golpearme, insultarme o echarme de algún lugar. Y te vez mucho linda cuando no estás gritando.
—Eres un idiota —respondí, Dorian rio, sentí que su despreocupación era refrescante, pero también un poco frustrante.
—Lo digo en serio, deberías relajarte más a menudo te sentará bien. A veces debes dejar todo de lado y pasarla bien. Cómo ahora —dijo, acercándose más. La tensión entre nosotros era palpable.
Mientras bailábamos, la multitud a nuestro alrededor se desvaneció un poco y me encontré atrapada en sus ojos.
—No siempre es tan fácil, Dorian. Hay consecuencias —le respondí, sintiendo que una parte de mí se resistía.
—¿Consecuencias?, ¿Qué podría salir mal? —preguntó, con una sonrisa que intentaba ser convincente. Pero sus palabras resonaban en mi mente, y no podía evitar sentir que esas palabras mas profundidad de la que el hacia notar.
A medida que la música se intensificaba, el ambiente se tornaba más electrizante, pero también más caótico. Los cuerpos se movían en una danza frenética, y por un momento me sentí fuera de lugar.
—Quizás deberíamos tomar un descanso —le sugerí, sintiendo que el ruido y la energía me abrumaban.
—¿Te sientes bien? —preguntó.
—Solo… necesito un momento —Le respondí, sintiendo que la incomodidad crecía.
Dorian se detuvo y me miró, y lo que vi en sus ojos fue una mezcla de sorpresa y confusión.
—Está bien, vamos a descansar —dijo finalmente, pero había un matiz en su voz que me decía que la noche no había terminado.
Nos alejamos de la pista de baile, y mientras buscábamos un lugar para sentarnos, el ambiente se volvió más denso. El aire se sentía cargado, y una parte de mí comenzaba a preguntarse si era un error haber venido aquí, a este lugar, con él.
—¿Qué pasa, Shia? —preguntó Dorian, su tono más serio.
—Es solo que… todo esto es nuevo para mí —le respondí, sintiendo que las palabras se me atascaban en la garganta.
Mientras nos sentábamos en un banco alejado de la multitud, la música seguía sonando, pero el mundo parecía estar en silencio.
—Lamento si te has incomodado, pero te admito que siempre fue mi intención hacerlo —dijo Dorian, su voz suave. Lo mire fijamente sin entender.
—¿Por qué? —le pregunté, sintiendo que la vulnerabilidad se apoderaba de mí.
—Porque te has encerrado mucho en esa vida responsable que se supone que deberías llevar, pero no es así, y lamentablemente te has acostumbrado a eso y quería sacarte de esa zona de confort que has creado. Tienes todo el derecho de disfrutar tu vida —respondió en un tono tranquilizador. Un minuto después Dorian me ofreció su mano para luego guiarme de regreso al auto.
—Aún ni siquiera es media noche, ¿Qué te parece si vamos a mi apartamento y vemos alguna película hasta que decidas dormir? —sugirió mientras caminábamos hacia su auto.
—Suena perfecto —respondí, sintiendo que la noche se tornaba cada vez más especial.
Una vez ya en su “apartamento”, nos acomodamos en el sofá, y Dorian fue en busca de snacks yo me dispuse a elegir una película al azar.
—De que trata esa película —Pregunto al momento de sentarse a mi lado.
—No tengo ni la más mínima idea, pero es un buen momento para ver algo diferente —le dije y Dorian estuvo de acuerdo.
A medida que la trama se desarrollaba, comenzamos a debatir sobre los personajes y sus decisiones.
—No puedo creer que ella haya hecho eso —Dijo Dorian mientras cubría su rostro con sus manos.
—Es parte de la trama. Necesitaban ese conflicto —Respondí haciéndole ver que solo era una escena típica de todas las películas de drama-romance.
—Pero, ¿no crees que es un poco exagerado?. No puede ir y meterse con otro solo porque discutió por una tontería con su pareja —Exclamo con indignación, causando que la nueva indignada fuera yo.