Respiro profundo intentando captar todo el aire que pueda y llenar mis pulmones del oxígeno que perdí.
Mi corazón exhausto taladra mi pecho como si tuviera ganas de derrumbarlo como venganza a soportar todo ese recorrido, supongo que el también tiene un poco de culpa, si no fuera tan blando ni tan manipulable ahora mismo estaría en casa tomando una taza de café, con Dulce y viendo un capítulo de esas telenovelas antiguas.
Boom boom.
Si, necio, eso te pasa por ser tan considerado.
Mis pies parecen palpitar como si tuvieran vida propia, todo mi cuerpo pide tregua o simplemente se da por vencido. Yo me doy por vencida, no quiero seguir.
––¡Marie!–– Nath grita buscándome al rededor de ella, alzo la mano captando su atención, sus labios tiran una sonrisa llena de burla––. Supuse que caerias primero.
––¿Qué se supone que deba decir ante eso?
Estira su mano, la tomo y me impulso para ponerme de pie, sacudo las ramas secas de mi sudoroso trasero.
––Nada. Solo que gracias a eso tengo cien pesos asegurados.
––¿Apostaste qué perdería?–– digo ofendida.
Pasa su brazo por mis hombros acercándose más.
––Ve el lado positivo, te podré comprar un helado.
Le lanzo una mirada nada amigable pero no digo nada al respecto, si obtendré algo de mi pérdida estoy satisfecha.
––¿Y Susan?
––Nos espera en el gran árbol.
Tan solo menciona ese lugar un escalofrío recorre mi cuerpo entero, suficiente había tenido con aceptar hacer ejercicio con ella en el maldito bosque prohibido, que tenga la osadía de ir a ese lugar simplemente supera su torpeza.
––Recuerdame porqué estoy aquí.–– digo ignorando aquella presión en mi pecho.
––Porque eres buena amiga.
––Ahora recuérdame porqué mis amigas me traen a un maldito lugar prohibido.
Suelta una risa despejada de nervios.
––No me digas que crees en especulaciones.
––Creo que si algo está prohibido es por una razón.
––¿Brujas? ¿Criaturas mágicas?–– siento la necesidad de tapar su boca ahora mismo, burlarse de una leyenda en su lugar de origen no es muy buena idea––. ¿Si quiera existe eso? Por supuesto que no, son solo mitos.
Mitos.
No lo creo.
––Puedes creer lo que quieras pero...
Es entonces que las hojas de los arbustos a nuestro costado se mueven con brutalidad, me sostengo del brazo de Nath como si mi vida dependiera de ella.
––¿Lo escuchaste?–– digo con voz temblorosa.
––Puede ser un animal, el aire...
Las hojas se mueven a sacudir, está vez más fuerte que la anterior. Ambas giramos hacia la oscuridad del lugar, examinamos cada árbol, cada flor, cada todo mientras damos pequeños pasos hacia atrás.
––No era buena idea venir aquí, sabía que algo así pasaría...
Los arbustos se vuelven a menear, está vez mucho más agresivo, es entonces que escucho las ramas crujir y pequeños pasos lo suficientemente cerca de nosotras. Los nervios cosquillean mi cuerpo, una ráfaga de pánico congela todo mi sentido común, estoy a punto de hecharme llorar cuando...
––¡SORPRESA!
Gritamos tan alto que Susan tapa sus oídos para no escucharnos, la tregua con mi corazón desaparece por varios segundos e intento recuperar la respiración.
Dios mío, esto me pasa por confiar en ellas.
––No es divertido.–– froto mi pecho, intento calmar el fuerte dolor––. No es nada divertido, Susan ¡Pudiste matarme del susto!
––No seas exagerada, solo fue una broma.
––No le ví nada de divertido esta vez.–– comenta Nath seriamente–– ¿Estás bien, Marie?
Inhala, exhala.
Respira hondo, si se puede.
––Solo, solo... Necesito aire...
Doy un par de pasos hacia atras, busco cualquier ráfaga de aire, o un espacio fresco pero no obtengo nada más que dolor aún más insistente. Mi vista se nubla, de repente el pasto deja de ser pasto y son flores vivas, luego desaparece y están esas manchas borrosas, mis rodillas impactan el suelo, busco algo en que sostenerme, algo en lo que pueda apoyarme pero no hay nada.
Una brisa acaricia mi piel, espero sentir alivio pero es todo lo contrario, mi piel se eriza ante una cercanía inexistente, mi cuerpo se tensa y siento... Miedo.
––Marie...–– escucho una voz femenina, una que jamás había conocido y...–– Marie ¿Estás bien? Respóndeme, respóndeme.
––Dime que no murió.–– la voz de Susan me trae leve consuelo.
––¿Puedes dejar de decir estupideces?–– refuta Nath con notable desagrado.
––¡Dios mío! Juro que fue una broma, si Marie está entre los tuyos dile que me perdone...
––Vete a la mierda, Susan.–– digo entre quejidos.
Ambas giran hacia mi dirección, Susan corre y me apretuja entre sus brazos lo suficiente fuerte.
––Te juro que no volveré hacer bromas, no fue mi intención que murieras, digo, no quería...
––Ya entendí.–– respondo.
––¿Estás bien?–– pregunta Nath preocupada.
––Sí, solo fue un mareo.
––Estos mareos no son normales, lo mejor sería que fueras a que te chequen.–– dice y aleja a Susan de mi, le agradezco porque estaba a punto de volver a perder el aire.
––No quiero causarle preocupaciones a la abuela.
Ha estado enferma estos últimos meses, ha pesar de que su condición es buena a su edad no pretendo darle problemas para empeorar su salud, mucho menos si se enterara en dónde estaba metida.
––Le diré a Sam.
––No.–– me apresuró a decir.
––O vas a qué un médico te revise, o dejas que mi hermano lo haga.–– amenaza.
––O, yo puedo acompañarlas.–– habla Susan haciendo su pelo rubio a un costado.
––De ninguna manera.–– responde Nath.
La comprendía, la última vez que se acercó a él nos puso en ridículo a todas, por supuesto que no dejaría que se acerque a él.
~∆~∆~
Susan pestañea más rápido de lo que usualmente lo hace, se acerca cautelosamente a Sam y cínicamente observa con detalle sus músculos cuando busca sus instrumentos.