Ecos

PYRAMO

      En los siguientes párrafos contaré mi versión de la mítica historia griega de Shakespeare; Pyramo y Tisbe

 

‘‘Pyramo, un hombre que por la confusión, llevó a cabo el peor de los pecados. Era más su amor, a tal grado que de tanto amar, pasó a la muerte’’.

 

      Era larga la caminata por el bosque, el viento se movía entre las hojas al son de una historia de un amor un tanto común y lastimosa. Con besos de desayuno, tardes de cita y noches de pasión cálida.

 

      Se veían como uno solo, ambos cruzaron esa línea delgada entre el cariño y la necesidad. Pero como en todo, había defectos. Comenzaron las peleas, los gritos, miedos vueltos realidad, ansiedad, noches enteras de desvelos e insomnio, tardes y madrugadas llenas de alcohol, tabaco, música y poesía triste.

Pyramo tenía su propia historia del lado de su hoja, del otro lado, la historia de Tisbe, la cual, hasta para él es desconocida.

 

      Este relato que les cuento, en su momento estaba lleno de amor, pasión, confusión, deseo, anhelo y muchas emociones fuertes.

Nuestro personaje dejó a una bella doncella por admirar y desear a Tisbe como una deidad. Él no creía en ninguna entidad divina, pero no dudaba en arrodillarse cuando ella se lo pidiera. Como cualquiera, tenía sus debilidades, pero, ella… Bueno, ella era su talón de Aquiles.

Su frialdad, su egoísmo, sus heridas, era lo que más lo provocaba y aumentaba sus ganas de conquistarla, por sanarla, por comprenderla y romper ese enorme bloque de hielo para darle toda la calidez que le guardaba.

 

      Lo que no sabía, era el precio que pagaría al tratar de cocer sus heridas.

Mientras más se acercaba, sentía que más la conocía; o eso era lo que él pensaba. En realidad ella solo le mostraba lo que ella quería. Eran tantas sus heridas, que él no comprendía cómo se las habían hecho, que eso era lo que más le dolía y no la profundidad o la gravedad de estas.

Había daños por un ser amado, del cuál solo buscaba cariño, aprobación y comprensión. Todo esto aumentaba por su orgullo; uno de los mayores problemas al que no pudieron hacerle frente y les impedía crecer.

De cierto modo, era comprensible, pues, estaba tan acostumbrada a guardarse todo, no había nadie quien la apoyara, animara o simplemente que la escuchara.

 

      Él no entendía por qué le costaba tanto tocar su frío corazón, pero ni eso lo desmotivaba. En aquellos días, eran más sus ganas de conquistarla que su indiferencia.

Hubo muchas altas como bajas, lo que Tisbe no notaba, era que esos pequeños momentos donde ella ya no lograba mantener sus emociones que lograba lastimarlo, lo hería tanto que tornaba sus días soleados en noches grises llenos de insomnio y confusión.

 

   Pyramo pensaba tener fuerte su voluntad de no cambiar, de no volverse débil después de cada golpe. Lamentablemente no fue así…

Sin darse cuenta, grandes cosas que le daban el brillo que tenía, poco a poco se fueron apagando. A ella le molestaba eso, pero no era su culpa.

 

     Se volvió frío, distante, indiferente, cínico, tanto que no comprendía la fuerza de sus actos ni sus consecuencias.

 

   Tisbe lloraba porque extrañaba al niño que un día conoció, aquel alma cálida e inocente que transmitía cercanía y estaba al pendiente, que pensaba un poco más antes de actuar.

Sus peleas constantes constantes por cosas sin sentido los hacía alejarse y volver, pero, cada que volvían, las cosas empeoraban.

 

      Pyramo, cegado por el enojo, hizo lo que juró no hacer. Despedirse de Tisbe.

Clavó su espada en el amor que un día entregó, y lo mató.

Tisbe, indiferente, lo hizo también.

 

      Ambos, del mismo modo mataron ese sentimiento que un día los unió por bastante tiempo.

 

      Ella logró iluminar un poco más su mundo, comprendió que más allá de lo malo, hay cosas, momentos, lugares y gente que alegra y endulza más la vida.

 

      Él perdió un poco de su luz, un poco de su esencia, desanimado por ese triste hecho, sigue en esa búsqueda de cómo recuperar su chispa.

 

      Al final, todos somos Pyramo. Cometemos actos sin pensarlo, y las consecuencias de ello es que nuestras acciones influyen a veces en las decisiones de los demás, positiva o negativamente.

Todos somos Tisbe también. Hemos lastimado personas sin desearlo y sin pensarlo, ignoramos el cómo y cuán fuerte es el daño que terminamos matando una pequeña parte de sus vidas y no vuelven a ser los mismos.

 

      El amor es real cuando este no se acaba y no permites que nada lo dañe.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.