La luz de la pantalla del escáner ilumina el rostro del doctor mientras examina los resultados. Sus ojos se mueven de un lado a otro, evaluando cada imagen con precisión milimétrica. Lina, aún recostada en la camilla, observa su expresión en busca de alguna pista, alguna señal que le diga si lo que ve es normal o si hay algo profundamente mal.
"¿Doctor?" Su voz suena más débil de lo que esperaba, como si hubiera perdido parte de su fuerza en el camino desde su garganta hasta sus labios.
El doctor no responde de inmediato. Sigue analizando los resultados, su rostro se mantiene impasible. Finalmente, se vuelve hacia ella, con una expresión que Lina no puede descifrar.
"Todo parece estar en orden," dice, pero su tono es demasiado neutral, como si estuviera eligiendo cuidadosamente cada palabra. "Solo hay un pequeño detalle que quisiera revisar nuevamente. No es nada serio, pero preferiría estar seguro."
Lina siente una punzada de miedo. ¿Qué detalle? Pero antes de que pueda preguntar, el doctor ya está hablando de nuevo.
"Necesito realizar un par de pruebas más," dice, su tono suave pero firme. "No te preocupes, solo toma unos minutos."
Ella asiente, aunque cada fibra de su ser le grita que se levante y se vaya. ¿Es solo una revisión de rutina? ¿O hay algo que no le están diciendo?
El doctor la guía hacia otra sala, más pequeña, con una mesa y varios instrumentos que Lina no reconoce. Los dispositivos emiten un suave zumbido, y las luces parpadean rítmicamente, proyectando sombras que parecen moverse por su cuenta.
"Por favor, siéntate," dice el doctor, indicándole la silla en el centro de la sala. Lina obedece, aunque el instinto de huir es más fuerte que nunca.
Mientras se acomoda en la silla, la tensión en su estómago aumenta. El doctor conecta algunos electrodos en sus sienes y muñecas, sus movimientos son metódicos y precisos. "Solo relájate," repite, pero la palabra suena vacía.
El zumbido de las máquinas se hace más fuerte, envolviendo a Lina en una especie de trance. La luz suave del monitor frente a ella parpadea, mostrando patrones abstractos que se mueven en un bucle interminable. Siente como si esos patrones estuvieran intentando atraerla hacia su interior, arrastrándola hacia un abismo del que no está segura de poder escapar.
Entonces, de repente, algo cambia. Los patrones en la pantalla se alteran, formando figuras que no debería ser capaz de reconocer, pero que de alguna manera le resultan extrañamente familiares. La forma de un rostro, distorsionado pero reconocible, aparece entre las líneas y curvas. Los ojos la observan, fijos, mientras la boca parece moverse, aunque no emite sonido alguno.
Esos ojos...
Lina siente un escalofrío recorrerle la espalda. Conoce esos ojos. Los ha visto antes, en la oscuridad de la noche, en los momentos en que su mente ha jugado con ella. ¿Pero dónde?
El rostro en la pantalla cambia, se transforma en algo más monstruoso, más bestial. Un rugido sordo llena sus oídos, aunque la sala sigue en completo silencio. Lina quiere apartar la mirada, pero no puede. Algo en esa imagen la mantiene atrapada, una fuerza invisible que la obliga a seguir mirando, a enfrentarse a esa criatura que parece surgir de lo más profundo de su psique.
"Lina." La voz del doctor la saca de su trance, abruptamente. Parpadea, sintiéndose desorientada, como si hubiera sido arrancada de un sueño.
"Terminamos," dice el doctor, retirando los electrodos con rapidez. "Puedes irte ahora. Los resultados estarán listos más tarde."
Pero Lina apenas lo escucha. Su mente está atrapada en la imagen que acaba de ver, en esos ojos que la observaban desde el monitor. Cuando se pone de pie, sus piernas están débiles, y siente un vértigo que amenaza con derribarla. Todo esto es demasiado.
Mientras sale de la sala, las paredes parecen cerrarse sobre ella. Su respiración se vuelve pesada, y su corazón late con fuerza en su pecho. ¿Qué está pasando? No puede sacudir la sensación de que algo terrible está acechando, algo que se oculta justo fuera de su alcance, esperando el momento adecuado para atacar.
Cuando finalmente llega a la salida del laboratorio, el aire fresco del exterior la golpea como una bofetada. Pero no le proporciona alivio; en lugar de eso, la hace sentir más pequeña, más vulnerable. La ciudad, con sus altas torres y luces brillantes, parece menos acogedora, más amenazante.
Lina se dirige directamente a su apartamento, cada paso cargado de una creciente sensación de desesperación. A medida que avanza, los rostros de las personas que pasa por la calle se difuminan y se transforman ante sus ojos. Lo que antes era una persona, ahora parece algo más, una mezcla de formas humanas y animales que no tiene sentido.
Siente la mirada de todos aquellos seres sobre ella, aunque ninguno parece reconocerla. ¿Y si son ellos los que están observando? ¿Y si el mundo entero es solo una ilusión, una jaula construida para mantenerla atrapada?
Cuando finalmente llega a su puerta, sus manos tiemblan tanto que apenas puede insertar la llave. El apartamento debería ser su refugio, pero al entrar, la sensación de inquietud solo aumenta. Se siente atrapada, acorralada por su propia mente.
Con la respiración entrecortada, se desploma en el sofá, abrazándose a sí misma en un intento de encontrar consuelo. Pero no hay consuelo en la oscuridad que la rodea, en los ecos de su delirio que susurran a su alrededor.
Y mientras se hunde en la oscuridad de su propio pensamiento, Lina sabe que está perdiendo la batalla. Algo está creciendo en su interior, algo que no puede controlar. Y ese algo está cada vez más cerca de tomar el control por completo.