Ecos de hielo y sangre

Capítulo 1: Un mensaje en la oscuridad

"Nos reconocimos en la oscuridad, no por lo que veíamos,
sino por lo que dolía igual en el alma."

Aurora Lys

La primera vez que Aurora lo vio fue en un video de TikTok.
Un hombre de semblante serio, de mirada distante y voz profunda que parecía contener siglos de silencio.
Adam Graves.
No sabía por qué la intrigaba tanto.
Quizás era la melancolía que desprendía en cada gesto, o la forma en que sus palabras parecían más dirigidas al vacío que a sus seguidores.
Comenzó a seguirlo en Instagram, y poco a poco, la curiosidad se transformó en una admiración silenciosa.
No comentaba.
Solo observaba.
Hasta que un día, entre sus publicaciones, apareció una que rompió su corazón: una foto de una pequeña perrita blanca con un moño negro.
“Descansa en paz, Nyra.”
Sintió un nudo en la garganta.
No conocía a Adam, pero entendía ese tipo de pérdida, ese dolor que deja la ausencia de un ser pequeño y puro.
Esa noche, después de dudar durante horas, escribió un mensaje directo.

> “Hola, lamento mucho lo que le pasó a tu bebé Nyra.
Mis condolencias.
No te quedes con el remordimiento de pensar que no hiciste lo suficiente;
quédate con los recuerdos bonitos.
La amaste, la cuidaste, la protegiste.
Ella te vio reír, llorar…
y eso me parte el alma.
Pero estará contigo, siempre.
Espero que tengas un bonito día.”

Releyó el mensaje tres veces antes de enviarlo.

Luego dejó el teléfono sobre la mesa, el corazón latiendo con fuerza, arrepintiéndose y deseando al mismo tiempo que él lo leyera.
No esperaba respuesta.
Solo necesitaba que sus palabras lo alcanzaran, aunque fuera en la distancia.

Adam Graves

La habitación estaba sumida en penumbra.
El único resplandor provenía de la pantalla del celular, que vibró suavemente sobre la mesa de noche.
Aurora Lys.
Un nombre desconocido.
Abrió el mensaje con la intención de ignorarlo, pero al leer las primeras líneas, su respiración se detuvo.
Cada palabra era sincera, escrita sin pretensión ni compasión vacía.
Sintió cómo el peso de los últimos días se aflojaba, aunque fuera por un instante.
La voz de Aurora, invisible pero cálida, atravesaba la barrera de la distancia.
Tomó el teléfono entre las manos, y después de un largo silencio, respondió:

> “Gracias, Aurora. Tus palabras significan más de lo que imaginas.
Nyra era mi mundo, mi compañera constante en los momentos más difíciles.
Sé que hice todo lo posible por ella, pero eso no hace que el dolor sea menor.
Tenía una forma de mirar dentro de mi alma, aceptándome tal como soy.
Incluso ahora puedo sentir su amor, una presencia que me acompaña en el vacío de esta casa sin ella.
Atesoraré cada recuerdo, cada instante.
Por ahora, solo me queda aprender a seguir adelante, paso a paso.
Gracias de nuevo por tu compasión.
Ayuda más de lo que crees.”

Dejó el teléfono a un lado y se recostó, mirando el techo.
Por primera vez desde que Nyra se fue, sintió algo distinto al vacío.
Una voz desconocida lo había alcanzado en su oscuridad…
y una parte de él, una que había jurado mantener dormida, comenzaba a despertar.

Aurora Lys

La respuesta llegó al amanecer.
Aurora la leyó una y otra vez, con el corazón palpitando en el pecho.
No esperaba que un simple mensaje pudiera conectar dos almas tan distintas, pero algo en sus palabras tenía un tono íntimo, casi confesional.
Durante el desayuno, escribió otra línea, más sencilla esta vez:
> “Buenos días. Espero que hoy sea un día tranquilo para ti.
Solo quería saber si estás bien.
Y esperó.

Adam Graves

La notificación apareció en su pantalla mientras el café aún humeaba entre sus manos.
Levantó una ceja, entre irritado y sorprendido.
No estaba de humor para hablar con nadie.
El peso del insomnio lo había dejado al borde del cansancio y la frustración.
Sus dedos se movieron solos sobre la pantalla.
> “Estoy bien. Solo… no vuelvas a mencionar ese otro mensaje.
No es un tema que quiera tratar.”
Dudó.
Algo en él, esa parte más cruel y sarcástica, quiso añadir una última línea.
Y lo hizo.
> “Supongo que debería preguntarte cómo estás, ¿no?
Aunque prefiera no saberlo. ¿Listo? ¿Feliz ahora?”
Apretó enviar y soltó el teléfono sobre las sábanas negras.
El sonido fue seco, final.
Por el momento, la conexión se había roto.
Pero en el fondo, Adam sabía que no era el fin.
Porque aunque quisiera negarlo, esa voz —la de Aurora— había dejado una grieta en su oscuridad.
Y por esa grieta, comenzaba a filtrarse la luz.



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En el texto hay: destino, romance, trianguloamoros

Editado: 19.11.2025

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