Ecos de la insatisfacción

A partir de un sueño

Así andaba yo, con la insatisfacción afuera y ondeando, como una bandera, como un estandarte de guerra.

Y estaba aquella chica vampiresa con cabeza triangular y tan pálida como una hoja de papel, observándome con sus grandes ojos negros. Me observaban con una obsesión, con una necesidad y un gusto tal que me dije ¡Diablos! En cualquier momento se abalanzará sobre mí y me devorará con todo su apetito voraz y temible. Y que lo hiciera, que se atreviera a hacerlo, haber quien devora a quien primero. Yo también tengo apetito, un apetito voraz por incomodar, por alterar, por inquietar y talvez atormentar, que se refleja en todas estas incoherencias e insensateces que escribo.

Y estaba aquello, lo más gracioso de todo, la parodia de Bukowski. No había aparecido nada de Camus, o de García Márquez, ni siquiera de King. No, era una parodia de Bukowski. Supongo que nuestra inconsciencia sabe lo que nos gusta y lo que necesitamos, pero en realidad no me atrevo a imaginar una parodia de Bukowski, si Bukowski ya es una parodia en sí misma. Sería una parodia sobre otra parodia.

Y recordaba. A la chica vampiresa, la parodia, la presencia de C, y la letra B, no hay que olvidar la letra B, B grande…




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