Ecos De Luz Y Sobras El Pacto Eterno

Capítulo 13

El origen del poder oscuro

El aire en el reino angelical estaba impregnado de un silencio solemne. Entre las ruinas, las flores seguían brillando como un testimonio de resistencia, como si la vida se negara a morir incluso en un lugar devastado. Aria permanecía de pie sobre una columna caída, su mirada perdida en la inmensidad de lo que alguna vez había sido su hogar, y Demyan, a unos pasos detrás, observaba sin pronunciar palabra, respetando el peso de aquel momento.

De pronto, la voz de la diosa angelical se alzó, suave pero cargada de poder, como un eco que parecía retumbar en los cielos y en los recuerdos:

—¿Sabes, Demyan? El origen de toda la oscuridad que hoy nos amenaza… no nació de un enemigo exterior, sino de nosotros mismos.

Demyan frunció el ceño, intrigado, mientras se acercaba lentamente. Aria bajó la vista hacia las flores que crecían en medio de los escombros y, con un ademán de su mano, una de ellas se alzó en el aire, suspendida por su energía luminosa.

—Este poder oscuro —continuó— es la acumulación de todo lo que los seres vivos desechan en silencio. El odio, el rencor, la envidia, la ambición desmedida, incluso los celos más pequeños… Todo sentimiento oscuro, aunque parezca inofensivo, se convierte en alimento para esa entidad. Y durante siglos se ha fortalecido, en silencio, oculto… esperando.

La flor en el aire comenzó a marchitarse en cuestión de segundos, como si algo invisible la corrompiera desde dentro. Demyan la observó con tensión, entendiendo a qué se refería.

—¿Quieres decir que… el poder oscuro no fue creado, sino que nació de nosotros mismos? —preguntó con voz grave.

Aria asintió, su mirada bañada en melancolía y sabiduría.

—Así es. Ese poder nunca tuvo cuerpo, nunca tuvo rostro. Siempre deseó uno. Y entre todos los anhelos que lo formaban, el mayor de ellos era poseer una sangre lo suficientemente fuerte como para materializarse. La sangre angelical… la más pura y poderosa de todas.

Su voz se quebró apenas al recordar, pero enseguida retomó la firmeza de la diosa que ahora era.

—Cuando mi pueblo florecía en paz, ese poder crecía con nosotros. En cada rincón de la existencia, alguien albergaba un sentimiento oscuro, y sin saberlo lo alimentaba. Llegó un momento en que ya no pudo contenerse y nos atacó… y lo que quería, Demyan, era a mí.

Demyan apretó los puños, un destello de furia cruzó su mirada.

—¿Tu sangre?

Aria lo miró con una serenidad imponente.

—Mi sangre. Mi poder. Pero yo aún era joven, débil en comparación a lo que debía ser. No podía enfrentar algo tan antiguo, tan inmenso. Por eso… mis padres se sacrificaron. Ellos me convirtieron en luz, me escondieron en la esencia misma del tiempo para que pudiera crecer, fortalecida durante años, hasta llegar a este momento.

Las flores a su alrededor comenzaron a abrirse todas al mismo tiempo, como si respondieran a sus palabras, iluminando las ruinas con un resplandor cálido.

—Hoy soy la diosa angelical que debí haber sido desde el principio. Y por eso, Demyan, esta será la última vez que ese poder se alimente de la vida de otros. Yo lo extinguiré. No por venganza… sino porque todos merecen estar a salvo.

Demyan, conmovido y al mismo tiempo sobrecogido por la magnitud de aquella revelación, cayó de rodillas frente a ella, inclinando la cabeza.

—Aria… —su voz tembló, cosa rara en un rey como él—. Eres mucho más de lo que imaginé. Si el precio de luchar a tu lado es ofrecer mi vida, lo haré sin vacilar.

Aria lo miró desde su altura, poderosa y serena, y aunque no pronunció palabra alguna, una chispa de bondad iluminó sus ojos. La oscuridad antigua no sabía aún lo que se avecinaba: la luz había regresado, y estaba más fuerte que nunca.



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En el texto hay: amor, amor ayuda esperanza

Editado: 13.10.2025

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