Ecos De Luz Y Sombras el ultimo resplandor

Capítulo 24

La voz de Hope retumbó en los muros de piedra, áspera y oscura, mientras despertaba a Aria con un roce helado en el rostro.

—Despierta, diosa angelical… es momento de que brilles en la oscuridad.

Aria abrió los ojos con un sobresalto, su respiración entrecortada. El terror la atravesó como un rayo cuando sus pupilas recorrieron el lugar. Todo, absolutamente todo, era idéntico al sueño que la había atormentado: las antorchas parpadeando en los muros, la diosa de la guerra colgada con cadenas negras, la risa de Hope en el aire… La única diferencia era que ella aún no estaba suspendida, aún tenía los pies en el suelo.

“Todo esto ya lo viví… es real…”, pensó, y un escalofrío la recorrió hasta dejarla sin aliento.

Sus ojos se clavaron en Leona. Verla allí, de pie, serena, al lado de Hope, fue un golpe que le rompió el alma. La traición dolía más que las cadenas que la sujetaban.

—¿Por qué…? —susurró con la voz quebrada—. ¿Por qué me traicionaste?

Leona apartó la mirada, fría, sin rastro de remordimiento.

Hope sonrió al ver la desesperación de Aria y, caminando con calma, se inclinó frente a ella, observándola como si contemplara la obra más sublime.

—Este es tu destino, Aria. ¿Lo entiendes ahora? —su tono era suave, casi seductor, pero cargado de veneno—. Te busqué por años, recorrí mundos y arrasé con tu especie porque se negaron a entregarte. Te ocultaron, te hicieron vagar sola, sin rumbo, para retrasar lo inevitable.

Aria apretó los puños, intentando zafarse, pero las cadenas se clavaban en su piel como espinas ardientes.

Hope ladeó la cabeza con diversión al ver sus intentos inútiles.

—Oh… y mírate —acarició la pulsera que brillaba débil en su muñeca—. Qué ironía que aún lleves lo que te ata. Gracias a esto, Demyan no sentirá nada. No sabrá de tu dolor, no vendrá a salvarte. Prometo no hacerte demasiadas heridas… —rió suavemente, con crueldad—. Solo las necesarias para obtener lo que quiero.

La respiración de Aria se aceleró. Su pecho subía y bajaba frenético. El miedo amenazaba con consumirla, pero algo dentro de ella, una voz silenciosa y profunda, le pedía que se calmara.

“Siéntelo… siéntete a ti misma… tu poder no está en las cadenas ni en lo que temes, está en ti…”

Las lágrimas rodaron por sus mejillas, pero cerró los ojos con fuerza. Inhaló profundo, intentando apagar el temblor de su cuerpo. Y entonces, sucedió.

Una chispa cálida nació en su pecho, pequeña como una brasa, pero viva. Se expandió lentamente, iluminando su interior hasta hacerse insoportable. Su piel brilló con una luz pura, etérea, que se filtró entre las cadenas.

Hope abrió los brazos con fascinación, como un espectador extasiado.

—¡Eso es! ¡Ese es el poder que anhelo! —gritó, embriagado por la energía—. ¡Muéstrame más, diosa angelical!

La diosa de la guerra, aún encadenada, soltó un grito ahogado al ver la transformación de Aria.

—¡No, Aria! ¡No le des lo que quiere! ¡Él se alimenta de tu poder!

Aria, con el rostro bañado en lágrimas y la luz ardiendo dentro de ella, abrió los ojos. Su mirada, antes temblorosa, ahora era fuego. Aunque no sabía cómo, comprendió que algo en su interior estaba a punto de despertar, algo que Hope deseaba… pero que también podía convertirse en su perdición.



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En el texto hay: fantacia, magia, magia y amor

Editado: 24.09.2025

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