Cinco años habían pasado desde aquella noche en el muelle, y Elías y Lucía habían construido juntos una vida plena y tranquila a las afueras del pueblo. La casa que eligieron era amplia, con ventanas que dejaban entrar la luz del amanecer y un pequeño jardín donde soñaban con ver crecer a su familia.
El día que se mudaron fue caótico y alegre: cajas apiladas en todos los rincones, muebles por armar y risas que se mezclaban con los golpes de martillo y el crujir de la madera. Aquella casa era el comienzo de una nueva vida juntos, el lugar donde podrían soñar sin límites.
Un año después de empezar a vivir juntos, en un atardecer en el muelle, Elías se arrodilló frente a Lucía. Con voz temblorosa pero decidida, le pidió que se casara con él. Ella aceptó entre lágrimas y risas, recordando cómo sus caminos se habían reencontrado milagrosamente. La boda fue sencilla pero hermosa, celebrada en la iglesia del pueblo, rodeados de amigos, vecinos y el cálido resplandor de las velas.
Tiempo después, la casa se llenó de risas más pequeñas: nació su hija, Elowen, un soplo de alegría que parecía juntar lo mejor de ambos. De su madre heredó la curiosidad y la dulzura, y de su padre, la tenacidad y la fascinación por los relojes y las historias antiguas. Tenía los ojos grandes de Lucía y la sonrisa de Elías, y cada día encontraba maneras de sorprenderlos con ocurrencias y preguntas inesperadas. En los paseos por el jardín, Elowen corría entre las flores, explorando cada rincón como si el mundo entero fuera un libro abierto, y a veces se detenía a mirar el reloj que Elías había reparado tiempo atrás, fascinada por el tic-tac que marcaba el tiempo de su familia.
A lo largo de los años, celebraron cumpleaños, pequeñas victorias y días de lluvia que pasaban leyendo junto a la chimenea. Los destellos y susurros que alguna vez inquietaron a Elías se habían convertido en recuerdos mágicos de cómo se habían encontrado y reencontrado a través del tiempo. Ahora eran parte de la tranquilidad y la certeza de que su amor sobreviviría a cualquier obstáculo.