Capítulo 7: El Río de las Lágrimas

El grupo llega a un río cuyas aguas reflejan las tristezas más profundas de quienes lo miran. Celeste debe usar su sabiduría para guiar al grupo a través de las aguas sin ser consumidos por la melancolía que el río evoca.

Las aguas del río fluyen lentamente, cargadas con el peso de incontables penas. Celeste se adelanta, su presencia serena es un faro de luz en la penumbra que rodea al grupo. “El río nos muestra nuestras tristezas,” explica, “pero también nos enseña que la tristeza es parte de la vida, y que podemos superarla.”

Álvaro, con su conocimiento de los patrones dimensionales, nota que el río no solo refleja la tristeza, sino que también parece fluir en dos direcciones. “Es un río de tiempo,” dice, “fluye hacia el pasado y hacia el futuro. Nos muestra lo que hemos perdido, pero también lo que podemos ganar.”

Mientras navegan por el río, Diego y Moira se apoyan mutuamente, recordando momentos felices para contrarrestar la melancolía que las aguas intentan imponer. Lena y Elisa se concentran en el sonido del agua, encontrando en su constante murmullo un recordatorio de que la vida sigue adelante, a pesar de todo.

Sophie se siente abrumada por la emoción que el río evoca, pero encuentra consuelo en las palabras de Celeste y en la solidaridad del grupo. Juntos, crean un círculo de apoyo emocional, recordándose unos a otros que no están solos en sus viajes personales.