Ecos de sol

Capítulo: Momentos compartidos

Isis estaba disfrutando de su paseo por el parque con Rhett, compartiendo risas sobre sus anécdotas infantiles, cuando de repente, un joven de cabello rizado y una sonrisa amplia apareció corriendo hacia ellos. Su energía era contagiosa y no pasó desapercibida.

-¡Hey, Rhett! ¿Qué haces aquí tan serio?- preguntó Tomás, deteniéndose en seco frente a ellos, como si hubiera interrumpido una reunión importante.

Rhett levantó una ceja. -Solo estoy mostrando a Isis las maravillas de mi infancia,- respondió, tratando de mantener su tono serio.

-¿Las maravillas de tu infancia por favor Rhett?- bromeó Tomás, riendo mientras se giraba hacia Isis. -Soy Tomás, el amigo que siempre se mete en problemas y arrastra a Rhett con él. Es un placer conocerte.-

Isis sonrió, sintiendo la energía positiva de Tomás. -Encantada, Tomás. Parece que tienes muchas historias divertidas.-

-¡Oh, tengo historias para llenar un libro!- dijo Tomás con un guiño. -Pero las mejores son siempre de Rhett.-

Rhett hizo una mueca. -No todas mis aventuras terminaron en desastres.-

-¿Ah, no?- replicó Tomás con una sonrisa burlona. -¿Y qué me dices de aquella vez que decidiste participar en una carrera clandestina de motos a espaldas de tus padres?-

Isis se inclinó hacia adelante, intrigada. -¿Carreras clandestinas? Eso suena emocionante.-

Rhett se sonrojó ligeramente. -Era solo un pequeño desafío entre amigos,- dijo, intentando restarle importancia.

-Pequeño desafío dice,- bromeó Tomás. -Recuerdo que te pasaste toda la semana preparándote y al final terminaste con la moto llena de barro y tú con un moretón en la pierna porque te caíste tratando de impresionar a esa chica.-

-Fue un pequeño error,- defendió Rhett, aunque no pudo evitar sonreír al recordar cómo había intentado lucirse.

-¡Pequeño error! ¡Por favor! Te caíste justo cuando te estabas poniendo tu mejor pose!-exclamó Tomás entre risas. -Y lo peor fue que la chica ni siquiera se dio cuenta porque estaba demasiado ocupada riéndose de ti.-

Isis soltó una risa estruendosa al imaginar la escena. -No puedo creer que seas el mismo chico que parece tan serio todo el tiempo.-

-Era un adolescente curioso,- defendió Rhett mientras intentaba mantener su compostura. -A veces las cosas no salen como uno espera.-

Tomás continuó: -Y luego está la vez que decidiste hacer una carrera en la pista del pueblo sin decirle a nadie. Te escondiste detrás de unos arbustos mientras esperabas a que todos se fueran.-

Rhett rodó los ojos. -Fue solo un intento de ser un piloto profesional.-

-Sí, y terminaste atrapado en el barro hasta las rodillas porque tu moto se atascó,- dijo Tomás entre risas. -Tuvimos que rescatarte antes de que alguien te viera.-

Isis estaba disfrutando cada momento de esta conversación despreocupada. -Me encanta escuchar estas historias,- comentó. -Me hacen sentir que hay mucho más detrás de tu fachada seria.-

-Sí,- dijo Rhett con un tono más reflexivo. -A veces es fácil olvidar que todos tenemos historias divertidas y momentos vergonzosos.-

Tomás asintió con entusiasmo. -Exacto. La vida es demasiado corta para tomarse tan en serio todo el tiempo.- Luego miró a Isis y sonrió. -Así que cuéntanos algo divertido sobre ti. Seguro tienes alguna anécdota interesante.-

Isis pensó por un momento antes de hablar. -Bueno, cuando era pequeña traté de impresionar a mis amigos haciendo malabares con naranjas… y terminé rompiendo una ventana.-

Ambos hombres estallaron en carcajadas.-Eso es impresionante,- dijo Tomás entre risas. -¿Y qué pasó después?-

-Mi abuela me castigó por un mes,- respondió Isis, riendo también. -Pero al menos aprendí a no intentar impresionar a nadie con frutas.-

Rhett sonrió genuinamente ahora, disfrutando del intercambio ligero y divertido entre ellos. La seriedad que había percibido en él comenzó a desvanecerse mientras se reía junto a sus nuevos amigos.

-¿Sabes qué sería divertido?- dijo Tomás, mirando a Rhett con picardía. -Deberíamos hacer una competencia de anécdotas vergonzosas relacionadas con motos y ver quién tiene la historia más ridícula.- Rhett miró a Isis y luego a Tomás, finalmente cediendo ante la diversión del momento. -Está bien, pero si yo pierdo, espero que haya helados de chocolate.-

Tomás asintió entusiasta. -Perfecto, entonces tenemos un plan: cada uno cuenta su historia más vergonzosa relacionada con motos y el perdedor tiene que comprar helados para todos.- Con risas compartidas y nuevos planes para futuras reuniones llenas de historias hilarantes sobre motos y travesuras infantiles, Isis sintió que había encontrado no solo amigos en el pueblo sino también un sentido renovado de pertenencia y alegría en su vida cotidiana.




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