Noah apretó los puños, sintiendo el eco de los pasos de Lía y Oliver desvanecerse en el pasillo. Su pecho ardía con una mezcla de rabia y frustración. Había soportado demasiadas veces esa misma escena: Lía alejándose con Oliver como si no pasara nada, como si él no importara.
Suspiró y dejó la guitarra en su estuche con brusquedad. No valía la pena seguir practicando. Su mente estaba en otro lado.
Cuando salió del aula de música, los pasillos estaban llenos de estudiantes que iban de un lado a otro, riendo y charlando sobre cualquier trivialidad. A Noah le molestaba esa normalidad. ¿Cómo podían todos actuar como si nada pasara, cuando el mundo se caía a pedazos en las sombras?
—¡Noah! —Una voz lo sacó de sus pensamientos.
Se giró y vio a Emma, su mejor amiga desde la infancia. Era bajita, de cabello castaño y rizado, con un brillo inteligente en los ojos. Siempre llevaba su cámara colgada del cuello, capturando momentos que, según ella, “valían la pena recordar”.
—Te vi salir de la sala de música con cara de querer romper algo —dijo ella, mirándolo con sospecha—. ¿Otra pelea con Oliver?
—Lo de siempre —respondió Noah, restándole importancia.
Emma cruzó los brazos.
—Ese imbécil tiene un problema de control. No entiendo qué ve Lía en él.
—Yo tampoco.
—Tal vez le gusta el drama. O el dinero. O ambas cosas.
Noah le lanzó una mirada de advertencia, pero Emma solo se encogió de hombros.
—Digo la verdad, amigo. —Suspiró y luego cambió el tono—. Oye, por cierto, ¿vas a ir a la audición del festival de talentos?
Noah frunció el ceño.
—¿Audición?
Emma rodó los ojos.
—¡Sí! El festival de talentos de la escuela, donde los ganadores pueden obtener un pase directo a la academia de música de la ciudad. Vamos, ¿cómo es que no te has enterado?
Noah parpadeó. No era que no se hubiera enterado… más bien, no le había prestado atención.
—No me interesa.
—¡Pero deberías intentarlo! —insistió Emma—. Es tu oportunidad de demostrar lo que vales. Y quién sabe, tal vez podrías competir contra Lía…
Noah se quedó en silencio.
Lía.
Sabía que ella participaría. Cantaba como si su voz estuviera hecha para los escenarios. Si alguien merecía ganar, era ella.
—Lo pensaré —murmuró al final, aunque sabía que Emma no aceptaría esa respuesta.
Ella chasqueó la lengua, pero no insistió más.
—Como sea. Solo prométeme que no dejarás que Oliver siga pisoteándote.
Noah no respondió. En su mente, esa promesa era más difícil de cumplir de lo que parecía.
Días después, en la sala de ensayos…
Lía estaba sentada en el escenario, moviendo el pie al ritmo de la música. El teatro del instituto estaba vacío, salvo por ella y Oliver, que la observaba desde las butacas con los brazos cruzados.
—Canta otra vez —ordenó él.
Lía sintió un escalofrío. Había algo en su tono que no le gustaba.
—Oliver, ya llevo horas practicando…
—Y sigues sonando como si no te importara. —Se levantó y caminó hasta ella—. Tienes que cantar con más emoción, más entrega.
Lía bajó la mirada. No podía decirle que la razón por la que su voz sonaba así era porque su mente estaba en otra parte. En Noah.
—Lo haré mejor en la presentación —dijo con un intento de sonrisa.
Oliver la miró fijamente antes de deslizar su mano por su brazo.
—Espero que sí —susurró, con una dulzura que no coincidía con su mirada.
Lía tragó saliva.
Día de la audición
El auditorio estaba lleno. Estudiantes, profesores y algunos jueces esperaban ver quiénes serían los seleccionados para representar al instituto.
Noah estaba detrás del escenario, con la guitarra colgada al hombro. Podía escuchar los murmullos del público, los comentarios ansiosos de los participantes.
—¿Nervioso? —preguntó Emma, dándole un codazo.
—No.
—Mientes.
Noah sonrió de lado. Antes de que pudiera responder, su atención fue capturada por la voz de Lía, que estaba en el escenario.
Cuando la vio allí, con el foco de luz iluminándola, sintió una punzada en el pecho. Lía pertenecía a ese escenario.
Su voz llenó el auditorio. Era un canto melancólico, profundo, que dejaba a todos en silencio. Noah cerró los ojos un momento, permitiéndose perderse en ella.
Cuando terminó, hubo una pausa… y luego, aplausos ensordecedores.
Lía sonrió, pero en su mirada había algo roto.
Noah lo notó.
Mientras ella bajaba del escenario, Oliver la tomó de la cintura y la besó en público, como marcando su territorio.
Noah apretó los dientes.
—Próximo concursante: Noah Carter.
Era su turno.
Subió al escenario con pasos firmes. Se sentó en el taburete y dejó que sus dedos acariciaran las cuerdas de la guitarra.
Entonces, comenzó a tocar.
La melodía era cruda, sin adornos, pero con una fuerza que llenaba el lugar. Y cuando su voz se unió a la música, supo que no estaba cantando solo para la audiencia.
Estaba cantando para ella.
Para Lía.
Y por primera vez, Lía lo miró como si realmente lo estuviera escuchando.
Como si, por un instante, Oliver no existiera.