El frío del sótano se sentía más intenso mientras Clara permanecía inmóvil ante el altar, observando a sus amigos en silencio. Lucas, Sara y Tomás no podían ocultar el horror en sus rostros al comprender que algo oscuro y peligroso había envuelto a Clara. La mansión los rodeaba en un silencio opresivo, como si estuviera conteniendo el aliento, esperando que ella continuara.
Decisión a Medianoche
Clara sabía que no podía arrastrar a sus amigos a su destino, pero también comprendía que la mansión no la dejaría ir sin hacer el sacrificio. Un sacrificio de vida. Y aunque cada vez que pensaba en ello el miedo la consumía, una voz en su interior le decía que debía ser estratégica. Había prometido liberar a los espíritus, pero sin poner en riesgo a sus amigos.
Mientras los miraba, una idea comenzó a formarse en su mente, un plan desesperado que, si salía bien, podría salvarlos a todos… o condenarlos para siempre.
—Escuchen, tenemos que llevar a cabo el ritual, pero no de la forma en que ellos esperan —dijo Clara, con voz firme—. Hay una forma de engañar a la mansión, de darle lo que necesita sin entregarnos por completo.
Lucas la miró incrédulo. —¿Engañar a la mansión? ¿Estás escuchando lo que dices, Clara? Esto no es un juego. Nos estás pidiendo que confiemos en algo que no entendemos.
Clara sostuvo su mirada, intentando transmitirle su convicción. —No es un juego, Lucas. Es la única oportunidad que tenemos. Necesitamos encontrar algo que pueda sustituirnos… una representación de nosotros.
La Búsqueda del Objeto
Esa misma noche, Clara y sus amigos comenzaron a buscar entre los objetos antiguos de la mansión, buscando algo que pudiera simbolizar a cada uno de ellos. Finalmente, después de horas de hurgar entre muebles cubiertos de polvo y reliquias olvidadas, encontraron varios objetos que les parecieron apropiados: un colgante de plata para Clara, una pequeña brújula oxidada para Lucas, una figura de madera tallada para Sara y una moneda antigua para Tomás.
—Si estos objetos representan nuestras vidas, la mansión podría aceptarlos en nuestro lugar —dijo Clara, aferrándose a la esperanza de que el plan funcionara. Sabía que era arriesgado, pero también era la única opción que tenían sin verse obligados a perderse por completo.
Preparativos para el Ritual
Con los objetos en sus manos, Clara y sus amigos regresaron al sótano. Encendieron nuevamente las velas, y el aire se llenó de un silencio tenso. Las sombras parecían observar cada movimiento, como si los espíritus estuvieran al tanto del plan. Clara colocó el colgante en el centro del altar, junto a los demás objetos, y recitó las palabras que había leído en el diario, adaptándolas para el nuevo ritual.
"Almas atrapadas, seres que vagan en pena, acepten estas ofrendas. Que nuestra esencia los libere y que el vínculo se rompa sin tomar nuestras vidas."
El ambiente se cargó de una energía extraña y pesada. Los objetos comenzaron a vibrar, como si algo en ellos respondiera al llamado del ritual. Clara sintió un tirón en el pecho, como si estuviera entregando una parte de sí misma a la mansión.
La Interrupción
Justo cuando parecía que el ritual iba a completarse, una ráfaga de viento helado apagó las velas de golpe. Las sombras en las paredes comenzaron a moverse de forma caótica, alargándose y retorciéndose. En medio de la penumbra, Clara vio cómo las figuras de los espíritus se materializaban alrededor de ellos, con miradas de decepción y rabia.
Uno de los espíritus, la joven de cabello oscuro, avanzó hacia Clara y le habló con una voz que se escuchaba como un susurro desgarrador.
—¿Crees que puedes engañarnos? No puedes evitar lo inevitable. Hemos esperado demasiado tiempo para ser liberados.
Clara intentó mantenerse firme, pero el miedo la estaba carcomiendo. Sintió como si la mansión misma se enfureciera, como si su intento de engañarla hubiera provocado su ira. Las paredes parecían vibrar, y el aire se volvió denso, dificultando la respiración.
Lucas la agarró del brazo, tratando de alejarla del altar. —¡Esto está mal, Clara! Tenemos que salir de aquí ahora.
Pero antes de que pudieran moverse, el espíritu de la joven extendió la mano hacia ellos. Un torrente de energía oscura los envolvió, y el suelo se abrió a sus pies. Los gritos de sus amigos resonaron en sus oídos mientras eran absorbidos en una oscuridad profunda y sofocante.
La Verdadera Prueba
Clara abrió los ojos y se encontró sola en una habitación que parecía un reflejo distorsionado del sótano. Sus amigos ya no estaban allí, y en su lugar, los espíritus la rodeaban, observándola con una mezcla de resentimiento y desesperanza.
—No hay escape, Clara. Si quieres salvarte, debes aceptar el sacrificio —dijo uno de los espíritus, con voz firme.
Clara sintió que no le quedaba otra opción. La mansión la había atrapado y no la liberaría a menos que cumpliera con el ritual de verdad. Cerró los ojos, resignada, y murmuró una súplica en silencio, deseando que de alguna forma sus amigos estuvieran a salvo.
Cuando abrió los ojos, la figura de la joven fantasma estaba a su lado, sosteniéndole la mano. —Hay una última oportunidad, Clara. Solo uno debe quedarse. Si sacrificas tu propia esencia, tus amigos serán liberados.
Clara asintió, sabiendo que era el único camino. Colocó el colgante sobre el altar, inclinó la cabeza y murmuró una última oración, ofreciendo su propia vida a cambio de la libertad de sus amigos.
El Desenlace
Un destello de luz llenó la habitación y, de repente, todo se tornó en silencio. Clara abrió los ojos y se encontró de vuelta en el sótano, rodeada de sus amigos, que parecían no recordar nada de lo sucedido. Lucas le preguntó si estaba bien, y ella asintió, sin poder ocultar la tristeza en sus ojos.