Ecos del alma

SECCIÓN IV: Tú: La Fuga, Ella: La Maternidad que Nunca Existió

He pasado muchos meses intentando escapar de este lugar y encontrar mi lugar seguro, olvidando que mi lugar seguro soy yo, y sin recordar que solo me tengo a mí.

Que promesas solo promesas son y las palabras son maneras de comunicarse, mas no siempre vienen de personas sinceras.

En momentos como este solo quiero escapar de la realidad y dejar de existir un instante, cerrar los ojos y apagar la mente. Dejar mi vida y seguir mis sueños (pero es complicado). Hasta con sueño mi alma sabe que estoy triste. Seguro por eso cada que mi amigo me pregunta: "¿Por qué quieres tener una mujer?", es porque recuerdo cómo me hacía sentir esa mujer. Tan importante, tan único.

Sin importar qué le dijera, ella estaba dispuesta a hacer lo que sea por mí. Y yo tenía razón al decirle que se equivocaba (que no lo hiciera), que no cumpla mis caprichos o me haga caso en todo porque cuando se fuera iba a extrañar su ausencia, su esencia y su manera de entregarse a mí. Pero estoy muy convencido de que no quiero regresar a eso, como también estoy convencido que no tengo un lugar seguro. Por eso solo prefiero dejar de existir momentáneamente. Espero un día podamos dejar de ser dos para poder convertirnos en uno. Es raro, antes le decía: "Cuando te vayas haré mucha poesía contigo". Y hace mucho se fue y no se me ocurre nada.

No la necesito, no la quiero ni la deseo. ¡Amo la mujer con la que estoy! Pero a veces quisiera que esa mujer sea más como ella. Que todas fueran como ella. Literalmente dejaba todo por mí y sé que es mucho pedir y estoy mal (lo acepto). Pero después de ella siento que no puedo recibir menos y es exactamente lo que estoy haciendo. Y todo porque amo a esta mujer. Solo espero que un día esta mujer sea un poquito más como ella. Y sé que te cuesta, pero a mí también me costó y no sabes cuánto. Seguramente piensas que soy como los demás tipos, y quizá sí parezca (algo común a veces), también me veo como el resto, pero me jodió saber que por un segundo dije: "Qué más da, es la mujer que amo", y me entregué a ti, sin pensar que ese sentimiento no era mutuo (y no hablo de sexo).

Ella es abril, una violeta; yo un enero gris, un cactus complejo.




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