El aire fresco de la mañana llenaba el apartamento de Isabella, mientras ella luchaba por encontrar paz en sus pensamientos. Había pasado días sumida en la confusión y el dolor tras su separación de Mateo, y aunque había tomado la decisión de alejarse, no se sentía completamente segura de su elección. Necesitaba un consejo, un punto de vista que pudiera ayudarla a aclarar su mente.
“Quizás deba hablar con Laura,” pensó, sintiendo que su mejor amiga siempre tenía la capacidad de ver el mundo de manera diferente. Sin dudarlo, tomó su teléfono y le envió un mensaje.
"Hola, Laura. ¿Te gustaría venir a mi casa hoy? Necesito hablar contigo."
La respuesta fue casi instantánea. "¡Por supuesto! Estaré allí en una hora. ¿Te llevo algo?"
"Solo traete a ti misma. Te necesito."
Una hora más tarde, Laura llegó con una sonrisa radiante y una bolsa de galletas recién horneadas. “¡Hola, amiga! Huele delicioso aquí. ¿Qué tal si nos armamos de una buena dosis de azúcar antes de que me cuentes tus penas?”
Isabella sonrió, sintiendo un ligero alivio en el pecho. “Gracias, Lau. Creo que necesitaré más que galletas para lidiar con lo que tengo en mi mente.”
Laura se sentó frente a ella, su mirada llena de curiosidad. “¿Qué ha pasado? Te noto diferente. Cuéntame.”
Isabella tomó un profundo respiro, sintiendo que era hora de abrirse. “Es sobre Mateo…”
“¿Qué pasa con él?” preguntó Laura, inclinándose hacia delante, atenta.
“Lo nuestro se complicó. Hablamos y descubrí que está comprometido con otra mujer. Una de la alta sociedad,” explicó Isabella, sintiendo que la tristeza regresaba. “Eso cambió todo. Decidí alejarme, pero ahora me siento perdida.”
Laura frunció el ceño, sintiendo la frustración de su amiga. “¿Y qué sientes por él?”
“Es complicado,” dijo Isabella, sintiendo que las lágrimas amenazaban con asomarse. “Hay una conexión real. Pasamos momentos hermosos juntos, pero también siento que siempre estaré en segundo lugar. No quiero ser la otra mujer.”
“¿Y qué quieres, Isabella?” preguntó Laura, su voz suave pero firme. “¿Qué es lo que realmente deseas?”
Isabella se quedó en silencio, sintiendo que la pregunta la golpeaba. “No lo sé. Parte de mí quiere seguir adelante y dejarlo ir, pero otra parte anhela lo que compartimos. Es un tira y afloja constante.”
“Escucha,” dijo Laura, tomando las manos de Isabella entre las suyas. “No puedes dejar que el miedo te paralice. Si sientes algo por él, si crees que hay una oportunidad, deberías seguir tu corazón.”
“¿Cómo puedo hacer eso?” preguntó Isabella, sintiéndose angustiada. “Él está comprometido. No puedo ser la causa de un conflicto en su vida.”
“Pero no estás eligiendo ser la otra mujer. Estás eligiendo luchar por lo que sientes,” respondió Laura, sintiéndose apasionada. “Si hay una chispa entre ustedes, ¿no vale la pena explorarla? La vida es demasiado corta para vivir con arrepentimientos.”
Isabella sintió que las palabras de Laura resonaban en su interior. “Pero, ¿y si eso significa que lo pierdo para siempre? ¿Y si decido seguir adelante y luego me doy cuenta de que lo que tenía con él era especial?”
“Es un riesgo, sí,” admitió Laura. “Pero también es un riesgo quedarte en la sombra, preguntándote ‘qué pasaría si’. A veces, tienes que arriesgarte a perder algo para obtener lo que realmente deseas.”
Isabella sintió que su corazón latía con fuerza. “¿Y si elige a su prometida y me deja atrás?”
“Eso es algo que no puedes controlar,” dijo Laura, sintiéndose decidida. “Lo único que puedes controlar es tu decisión de ser valiente y seguir tu corazón. Si él elige a otra persona, al menos sabrás que hiciste lo correcto al ser honesta contigo misma.”
“Quizás estás en lo correcto,” dijo Isabella, sintiendo que una chispa de esperanza comenzaba a encenderse en su interior. “Pero, ¿cómo le digo lo que siento? ¿Cómo puedo enfrentar esa situación?”
“Simplemente sé honesta. Dile cómo te sientes, lo que deseas. No puedes esperar que las cosas cambien si no hablas,” animó Laura. “A veces, la vulnerabilidad puede ser aterradora, pero también es poderosa.”
Isabella se sintió inspirada por las palabras de su amiga. “Tienes razón. Necesito hablar con él de nuevo. Necesito ser clara sobre lo que quiero y cómo me siento.”
“Exactamente,” dijo Laura, sonriendo. “Y recuerda, pase lo que pase, estaré aquí para apoyarte. No importa lo que decidas, tu felicidad es lo más importante.”
“Gracias, Lau,” dijo Isabella, sintiendo el peso en su pecho comenzar a aliviarse. “Eres la mejor amiga que alguien podría desear.”
Laura sonrió, sintiéndose feliz de poder ayudar. “Ahora, ¿qué tal si disfrutamos de esas galletas antes de que se enfríen? Necesitamos energía para esta batalla emocional que se avecina.”
Isabella se rió, sintiéndose un poco más ligera. “Eso suena perfecto.”
Mientras disfrutaban de las galletas y compartían risas, Isabella sintió que la conversación había avivado una chispa de valentía en su interior. Sabía que debía hablar con Mateo, y aunque el miedo seguía presente, también había una nueva determinación.
“Voy a hacerlo,” pensó, sintiendo que la decisión de ser honesta con ella misma y con Mateo era el primer paso hacia la claridad que tanto anhelaba.
Después de un rato, Laura se levantó y miró a Isabella con una expresión seria. “Recuerda, amiga, no estás sola en esto. Sea cual sea el resultado, siempre tendrás mi apoyo.”
“Lo sé,” respondió Isabella, sintiendo una profunda gratitud hacia su amiga. “Gracias por estar siempre a mi lado.”
Cuando Laura se despidió, Isabella se sintió renovada. Sabía que debía enfrentar a Mateo y ser honesta sobre sus sentimientos. Era hora de abrir su corazón.
Al día siguiente, se preparó para su encuentro con Mateo. Había pasado la noche pensando en cómo expresar todo lo que llevaba dentro. Se vistió con cuidado, eligiendo un vestido que la hacía sentir fuerte y segura.