Ecos del Corazón

Capítulo 10: Sueños Rotos

El cielo estaba nublado aquel día, y la brisa fría que soplaba desde el mar parecía reflejar el estado de ánimo de Isabella. Había pasado la última semana sumida en un torbellino de emociones, tratando de procesar su conversación con Mateo. Aunque estaban decididos a ser honestos el uno con el otro, la sensación de incertidumbre seguía pesando sobre su corazón.

Decidida a aclarar sus pensamientos, Isabella se encontró en su estudio, rodeada de lienzos en blanco. La inspiración que había sentido semanas atrás había desaparecido, y cada trazo de su pincel se sentía pesado y lleno de tristeza. “No puedo seguir así,” pensó, sintiendo que la angustia la invadía.

Su mente no podía dejar de regresar al compromiso de Mateo. “Tal vez no sea solo un simple compromiso,” reflexionó mientras miraba por la ventana hacia el horizonte gris. “Quizás hay más en juego del que él me ha contado.”

De repente, su teléfono vibró, sacándola de sus pensamientos. Era un mensaje de Laura. “Hola, amiga. ¿Cómo va todo? Estoy pensando en ti.”

Isabella tomó un profundo respiro y decidió responder. “Hola, Lau. No estoy muy bien. Necesito hablar contigo. Hay algo que me preocupa sobre Mateo.”

La respuesta llegó rápidamente. “¿Puedes verme ahora? Estoy cerca.”

En cuestión de minutos, Laura se presentó en su puerta, con una expresión de preocupación. “¿Qué está pasando, Isabella? Te veo muy seria.”

“Hola, Lau,” dijo Isabella, sintiéndose aliviada de tener a su amiga cerca. “Es sobre Mateo. No sé si estoy lista para lo que esto implica.”

Laura se sentó, sintiendo que la angustia de Isabella era palpable. “Cuéntame. ¿Qué ha pasado?”

“Desde que hablamos, he estado reflexionando sobre su compromiso,” comenzó Isabella, su voz temblando. “A veces siento que hay más de lo que me ha contado. No sé si puedo confiar completamente en que está dispuesto a dejarlo todo por mí.”

“Eso es comprensible,” dijo Laura, sintiéndose empática. “A veces, los compromisos son más complicados de lo que parecen. ¿Has considerado hablar con él sobre esto?”

“Sí, pero tengo miedo. No quiero que parezca que lo estoy atacando,” admitió Isabella, sintiéndose vulnerable. “Pero siento que necesito entender realmente qué significa su compromiso y cómo se siente al respecto.”

“Quizás deberías hacerlo,” sugirió Laura, sintiendo que la preocupación crecía. “Si tienes dudas, es mejor aclararlas desde el principio.”

Isabella asintió, sintiendo que la ansiedad aumentaba. “Lo sé, pero a veces me pregunto si estoy preparada para escuchar lo que pueda decir. ¿Y si me rompe el corazón?”

“Eso es un riesgo que debes estar dispuesta a asumir,” respondió Laura, sintiéndose decidida. “No puedes vivir en la incertidumbre. Mereces saber la verdad.”

Justo cuando Isabella estaba a punto de responder, su teléfono sonó nuevamente. Era una llamada de Mateo. Su corazón dio un vuelco. “¿Debo responder?” preguntó, sintiéndose nerviosa.

“Sí, contesta. Tal vez sea una señal del universo,” dijo Laura, sonriendo levemente.

Isabella tomó aire y contestó la llamada. “Hola, Mateo.”

“Hola, Isabella,” respondió él, notando la tensión en su voz. “¿Cómo estás?”

“Estoy bien, solo un poco ocupada,” dijo ella, tratando de sonar más tranquila de lo que realmente se sentía. “¿Y tú?”

“Estaba pensando en ti. Me encantaría verte hoy. ¿Te gustaría que pasara por tu casa?” preguntó Mateo, sintiendo la ansiedad en su interior.

“Sí, claro. Pero… ¿podemos hablar de algo importante cuando llegues?” dijo Isabella, sintiendo que debía ser honesta.

“Por supuesto. Estaré allí en un momento,” respondió Mateo, sintiendo que la preocupación comenzaba a crecer en su pecho.

Al colgar, Isabella sintió que el corazón se le aceleraba. “Aquí vamos,” se murmuró a sí misma. “Es momento de enfrentar la verdad.”

Unos minutos después, Mateo llegó a su casa. La tensión en el aire era palpable mientras Isabella lo conducía a la sala. “Hola,” dijo él, sonriendo, pero su sonrisa no llegó a sus ojos.

“Hola,” respondió ella, sintiéndose nerviosa. “Gracias por venir.”

Mateo se sentó, observando la expresión de Isabella. “Te veo un poco tensa. ¿Qué sucede?”

Isabella tomó una respiración profunda. “Mateo, quiero hablar sobre tu compromiso. Siento que hay cosas que no comprendo del todo.”

Mateo la miró, sintiendo que su corazón se hundía. “¿Qué quieres saber?”

“Quiero entender realmente qué significa para ti. ¿Estás dispuesto a dejarlo todo por nosotros?” preguntó Isabella, sintiéndose vulnerable.

Mateo se quedó en silencio, sintiendo que la presión aumentaba. “Es complicado, Isabella. Mi compromiso es más que solo un acuerdo. Hay sentimientos, expectativas familiares. No es tan fácil como simplemente romperlo.”

Isabella sintió que el nudo en su estómago se apretaba. “¿Y qué pasa conmigo? ¿Qué soy yo en todo esto?”

“Eres importante para mí,” respondió Mateo, sintiéndose angustiado. “Pero necesito tiempo para resolver mi vida. No quiero que te sientas como una opción secundaria, porque no lo eres.”

“Pero si no estás dispuesto a dejarlo todo, entonces no sé si puedo seguir así,” dijo Isabella, sintiendo la tristeza invadirla. “No quiero estar en una relación donde siempre tenga la sensación de ser un secreto.”

Mateo se movió incómodamente en su asiento. “No es un secreto, Isabella. Estoy tratando de ser honesto, pero hay cosas que no puedo simplemente ignorar. Mi familia tiene expectativas, y no es solo cuestión de mis sentimientos.”

“¿Y qué hay de mis sentimientos?” preguntó Isabella, sintiendo que las lágrimas comenzaban a acumularse. “No puedo seguir sintiéndome así, en un limbo emocional. Necesito saber si hay un futuro para nosotros.”

“Lo hay, pero no puedo prometerte un camino claro,” admitió Mateo, sintiendo que la tristeza lo invadía. “Quiero explorar esto contigo, pero necesito tiempo. No puedo dar un paso sin considerar a todos los involucrados.”



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En el texto hay: arte, romance, chic lit

Editado: 12.08.2024

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