Ecos del Corazón Sombrío

El Reflejo de lo Inmortal

Estábamos de pie, mirando lo que se extendía ante nosotros. Era un abismo, pero no era solo oscuridad. Había luces, destellos, reflejos distorsionados de lo que alguna vez habíamos sido, de lo que podríamos ser. Me sentí atrapada entre el amor y la condena, entre la luz que Lian me ofrecía y la sombra que la figura oscura quería consumir. La tensión me desgarraba. El aire parecía estar tan cargado de magia que podía saborearlo en mi lengua, un sabor metálico que me hacía sentir viva y al mismo tiempo, vacía.
“Es ahora o nunca”, susurró Lian, y sus ojos brillaron con una intensidad que me hizo sentir como si estuviera mirando no solo su alma, sino también la mía. Él sabía que había algo en mí que lo quería, algo que deseaba entregarse a él sin reservas. Pero también sabía que todo lo que había sido, todo lo que conocía, estaba por desvanecerse. Y el miedo era tan grande que me costaba respirar.
De repente, las luces del reflejo comenzaron a formar figuras, seres extraños, sombras de quienes habíamos sido en el pasado, manifestaciones de un amor tan antiguo como el tiempo mismo. Nos observaban, como si estuvieran esperando nuestra decisión, como si todo dependiera de lo que ahora elegíamos.
“Este amor no puede existir sin sacrificio”, dijo Lian, sus palabras una mezcla de dolor y desesperación. “Y yo… no quiero que pagues el precio por mí. No si eso significa perderte.”
La verdad me golpeó como una ráfaga de viento frío. No podía perderlo. No podía. Pero al mismo tiempo, sabía que había un costo que no podía evitar. Mi alma, su alma, todo estaba en juego. El reflejo de lo inmortal me mostró lo que éramos: dos almas atrapadas en una danza eterna de luz y oscuridad. Y todo lo que había entre nosotros era frágil, más frágil de lo que había imaginado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.