Ecos del Corazón Sombrío

El Enigma del Velo

Esa noche, Lian me condujo hasta un claro, un lugar apartado del mundo, rodeado por altos árboles que parecían guardarnos en secreto. El aire estaba denso, como si las estrellas mismas estuvieran observándonos, como si supieran lo que estaba a punto de suceder.
“Este lugar,” dijo Lian, su voz llena de reverencia, “es un umbral. Un lugar donde las realidades se cruzan. Y es aquí donde, por fin, podrás ver lo que hay más allá del velo que separa este mundo del nuestro.”
No entendí del todo lo que significaba, pero algo en sus palabras me hizo sentir que estábamos a punto de enfrentarnos a una verdad profunda, algo que cambiaría por completo nuestra existencia. El velo era más que una barrera física. Era una línea entre mundos, entre realidades, entre lo que éramos y lo que podíamos ser.
De repente, el aire se volvió más frío. Una brisa suave acarició mi piel, y la niebla comenzó a elevarse del suelo, envolviéndonos. Las sombras se alzaron alrededor de nosotros, y una luz plateada comenzó a brillar entre los árboles, revelando figuras que antes solo había visto en mis sueños. Eran seres antiguos, de una belleza inquietante, sus rostros tallados en la misma madera que rodeaba el claro.
“No temas,” dijo Lian, como si pudiera leer mis pensamientos. “Ellos son los Guardianes. Son los encargados de proteger el paso entre los mundos. Aquí es donde todo comienza a tener sentido. Este es el lugar donde tu verdadera naturaleza será revelada.”
El aire se volvió aún más pesado, y pude sentir cómo una energía desconocida recorría mi cuerpo, como si algo estuviera despertando dentro de mí, algo tan antiguo como el universo. La magia, la magia de los antiguos, la magia que había estado dormida en mí por tanto tiempo, comenzaba a desatarse.




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