El aula estaba vacía.
Por primera vez en semanas —¿o meses?— Hae-won no tenía miedo del silencio. Solo estaba alerta.
Joo-ri a su lado parecía temblar, pero no por el frío. Tenía la mano cerrada con fuerza alrededor del objeto: la llave metálica que habían encontrado detrás de la baldosa floja.
Estaban ahí durante la clase de limpieza. Oficialmente, limpiaban los pupitres. En la práctica, la escuela solo tenía ese salón. Y nadie más que ellos.
—El pasillo este. Hay una puerta con cerradura al final. Nunca se abre —susurró Hae-won.
—Lo sé. Siempre desviamos la mirada cuando pasamos por allí. Como si... no debiéramos verla.
Dijo eso y ambos se miraron un segundo.
¿Por qué sabían eso?
Nadie se los había dicho.
Solo lo sentían.
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La puerta estaba ahí, al final del corredor.
Negra.
Metálica.
Sin letrero.
Con una cerradura delgada y oxidada.
Hae-won giró la cabeza por última vez. Las cámaras del pasillo giraban en ciclos predecibles. Tenían cinco segundos.
—Ahora —dijo.
Joo-ri introdujo la llave. Un leve clic.
La puerta se abrió medio centímetro con un crujido seco.
Oscuridad total dentro.
Entraron. Cerraron tras ellos.
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El interior olía a polvo antiguo y algo químico, como desinfectante hospitalario.
Había una luz azul muy tenue que parpadeaba en una esquina. Era una sala cuadrada, sin ventanas, con paneles metálicos en las paredes y una fila de gabinetes cerrados.
En el centro, un monitor.
Apagado.
Joo-ri se acercó.
—¿Esto… es parte del sistema?
—No lo sé.
Hae-won pasó la mano por el teclado que estaba cubierto de polvo. Las teclas tenían letras gastadas. En una esquina, una pegatina apenas legible:
> “Zona 4 / Reentrenamiento / Manual 2A”
Joo-ri tragó saliva.
—¿Reentrenamiento?
Hae-won la miró.
—¿Tú recuerdas haber sido entrenada?
—No... Pero a veces siento que… sé cosas. Cosas que no sabía antes.
—Yo también.
El monitor se encendió sin que lo tocaran.
Una línea de texto blanca apareció sobre fondo negro.
> “ACCEDIENDO A RUTINA DE COMPORTAMIENTO BÁSICA...”
El zumbido se activó.
No del monitor.
Dentro de ellos.
Muy leve.
Como si algo vibrara detrás de los ojos.
Ambos se tomaron la cabeza.
—¿Lo sientes? —preguntó ella, apretando los dientes.
—Sí. Como si… algo me ordenara callar.
Pero no lo hizo.
Aguantaron.
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El monitor cambió.
> “ESCENARIO ACTUAL: NÚCLEO FAMILIAR 03 / GUION ESCOLAR-DRAMA / MODO DE MANTENIMIENTO”
> “ACTORES ACTIVOS: 6 / ESTADO MENTAL: ESTABLE / OBSERVACIÓN: MODERADA”
> “ÚLTIMA INTERVENCIÓN: 17 CICLOS ATRÁS”
Joo-ri retrocedió un paso.
—¿Actores?
—¿Ciclos?
Hae-won tocó la pantalla. Se apagó de inmediato.
El zumbido cesó.
Ambos respiraban agitados. El cuerpo entero les temblaba.
Pero no por miedo al castigo.
Por algo más profundo.
Por haberse acercado demasiado a una verdad que no deberían saber.
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Cuando salieron, el pasillo seguía vacío.
Nada parecía haber cambiado.
Pero algo dentro de ellos ya no era igual.
Ni siquiera podían explicarlo con claridad.
Solo lo sabían.
Como si esa información... ya hubiera estado allí.
Solo necesitaba un empujón para activarse.
Hae-won se detuvo.
—¿Por qué no me siento más sorprendido?
Joo-ri no respondió.
Porque ella tampoco lo estaba.
Solo... vacía.
Como si sus reacciones también estuvieran escritas.
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