Ecos del pasado

Capítulo 1: Regreso al pasado

Clara observa en silencio cómo el paisaje de Sanmarino se despliega ante sus ojos. El coche avanza por la carretera que serpentea hacia el pequeño pueblo pesquero, el lugar que una vez fue su hogar. Han pasado más de diez años desde la última vez que recorrió esas calles, y aunque todo parece igual, dentro de ella algo ha cambiado profundamente. Las casas de tejados rojos, las tiendas familiares y el puerto en la distancia siguen siendo los mismos, pero ella ya no lo es.

A su lado Marcos conduce con los labios apretados, claramente molesto. No ha dicho una palabra en los últimos veinte minutos, pero la tensión en su rostro es evidente. Sus manos aferradas al volante muestran los nudillos blancos, y su respiración es pesada. El motor del coche ronronea suavemente, pero la atmósfera entre ellos es densa, casi insoportable.

—Este lugar es demasiado rústico —masculla Marcos finalmente sin apartar la vista de la carretera. Es la primera vez que habla desde que tomaron el desvío hacia el pueblo.

Clara lo mira de reojo, pero no responde de inmediato. Ha escuchado quejarse a Marcos durante todo el trayecto desde la ciudad hasta este rincón apartado que, para ella, siempre será su hogar. Sabe que para él Sanmarino es un símbolo de todo lo que desprecia: un lugar pequeño, sin aspiraciones, alejado de la vida moderna y del prestigio que él tanto valora. Sin embargo, para Clara, este ha Sido el único sitio que le ha brindado esa sensación de paz,

—Dijiste que esto nos haría bien —murmura ella casi como si intentara convencerse a sí misma. El viaje de vuelta había sido presentado como un nuevo comienzo, una forma de salvar lo que queda de su relación. Pero ahora ese propósito parece desmoronarse con cada palabra de su esposo.

—Un nuevo comienzo, sí —responde sin ocultar su desdén tras una risa seca llena de sarcasmo — pero no en este agujero. ¿Qué vamos a hacer aquí, Clara?

El silencio que sigue es opresivo. La chica vuelve la mirada hacia la ventana observando cómo el cielo se tiñe de tonos anaranjados con el atardecer. El lugar sigue siendo hermoso a pesar de los años y de todo lo que ha cambiado en su vida. A veces se pregunta si su insistencia en regresar a Sanmarino fue solo un intento desesperado por aferrarse a algo que ya no existe. Algo que, tal vez, nunca recuperará.

Finalmente llegan a la nueva casa. Es una vivienda modesta con una pequeña verja y un jardín cubierto de maleza. La fachada blanca está desgastada por el tiempo, pero para Clara ese aspecto descuidado le resulta acogedor. Es una casa sin pretensiones, sencilla como las que solía ver cuando era niña.

—Increíble —suelta Marcos dejando caer las maletas en el porche con un golpe seco—. ¿Esto es lo mejor que pudiste encontrar?

Clara cierra los ojos por un momento, buscando la paciencia que ha aprendido a tener con él. No responde porque sabe que cualquier intento de discutir solo empeoraría las cosas. En su lugar toma una de las maletas y entra en la casa. El interior es igual de sencillo, los muebles son antiguos y la acogedora sensación de hogar le dan ese Abilio momentáneo que necesita. Detrás de ella Marcos continúa murmurando y su descontento plaga cada rincón del lugar.

Minutos después cuando él decide salir a explorar el pueblo Clara se queda sola. La casa está bañada por la suave luz del atardecer que entra a través de las ventanas, y por un momento, todo se siente más tranquilo. Aprovecha el silencio para salir al pequeño jardín donde el aire fresco la envuelve con el aroma de la tierra húmeda y el mar cercano. Sanmarino siempre ha tenido ese olor, una mezcla de sal y naturaleza que le trae recuerdos de su juventud, de una vida más simple, de tardes paseando por el puerto soñando con un futuro brillante.

Pero ese futuro no resultó tan hermoso como imaginó. La vida con Marcos no se parece en nada a los sueños que tenía cuando era joven. En algún punto del camino se convirtió en alguien que ya no reconoce. Solía ser una mujer llena de vida, con aspiraciones, pero con los años esa versión de sí misma fue desdibujándose hasta convertirse en una sombra de ella misma. La libertad que tanto valoraba se fue apagando, atrapada en un matrimonio donde todo gira en torno a él.

—¡Clara! —una voz familiar la saca de sus pensamientos.

Clara gira y ve a Sofía, su mejor amiga de la infancia que se acerca a la verja del jardín. Al verla una sonrisa genuina asoma en sus labios por primera vez en todo el día.

—¡Ana! —exclama Clara caminando hacia ella con los brazos abiertos.

Ana la abraza con fuerza, como si no hubiera pasado ni un solo día desde la última vez que se vieron. Aunque han pasado años, y a pesar de la distancia nunca han perdido el contacto. Clara siempre ha mantenido a Ana al tanto de su vida, evitando los detalles más oscuros. Sanmarino es un lugar pequeño y las noticias vuelan rápido, en cuanto se supo que la casa se vendería a una antigua residente del pueblecito y por las escasas pistas de su amiga en sus cortas conversaciones Ana había atado cabos, y supo que Clara iba a regresar desde hace unos días.

—Sabía que serías tú quien llegaría hoy —dice Ana con una sonrisa cálida—. En este lugar las noticias corren más rápido que el viento.

—Parece que nada ha cambiado —responde Clara dejando escapar una leve risa.

—Algunas cosas sí —responde Ana guiñándole un ojo—. Quiero llevarte a un lugar.



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En el texto hay: romance, misterio drama

Editado: 28.10.2024

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