Alexandre Moreau
Londres amaneció gris y silenciosa, como si la ciudad misma entendiera el peso que sentía en el pecho. Apenas dormí esa noche. La llamada de Matteo había removido en mí una ansiedad que creía superada. Chantal estaba aquí, en esta misma ciudad, trayendo consigo todo el pasado del que había huido. No sabía cómo lo había hecho ni por qué, pero una cosa era clara: no podía ignorarlo.
Mientras recorría las calles rumbo a la universidad, mis pensamientos se agitaban entre la incertidumbre y la frustración. Había intentado reconstruir mi vida aquí, ser alguien nuevo, alguien que pudiera enfrentar el futuro sin las sombras del pasado. Pero Chantal… ella siempre había sabido cómo manipular las situaciones a su favor. Sabía que no vendría sin una razón, y eso me aterraba.
Al llegar a la universidad, me encontré con Marc, quien parecía estar esperándome desde hacía un rato. Me miró con una mezcla de curiosidad y preocupación, como si percibiera que algo en mí había cambiado. Supuse que después de mi desaparición abrupta en la galería, Valérie habría comentado algo, y Marc, siendo tan perspicaz como era, sabría que no estaba en mi mejor momento.
—Alexandre, ¿todo bien? —preguntó en cuanto me acerqué, con su habitual tono de apoyo.
Respiré hondo, dudando por un instante. Parte de mí quería seguir manteniendo todo esto en secreto, como lo había hecho desde que llegué a Londres, pero otra parte, la que se estaba desmoronando, sabía que ya no podía cargar con esto solo.
—Necesito hablar contigo, Marc. Hay algo que… que no te he contado sobre mi vida en Italia —le dije, sintiendo el peso de mis propias palabras.
Marc me observó con una seriedad inusual en él y asintió.
—Vamos a la cafetería —dijo sin cuestionarme más, guiándome hacia un rincón tranquilo.
Nos sentamos, y durante unos segundos, el silencio entre nosotros fue denso, como si el aire estuviera cargado de confesiones que aún no se habían pronunciado. Al final, encontré las palabras para empezar.
—Hay una persona de mi pasado que está aquí, en Londres —comencé, mirando el café que tenía en las manos—. Se llama Chantal, y en su momento, fue alguien… importante para mí.
Marc escuchaba atentamente, sin interrumpirme, esperando que continuara.
—Estuvimos juntos cuando vivía en Italia. Al principio, pensé que era la persona con la que construiría una vida —admití, sintiendo el sabor amargo de la traición en cada palabra—. Pero… descubrí que era alguien manipulador, alguien que no dudó en usarme para conseguir lo que quería. Terminó destruyendo mi carrera, mis relaciones, y al final, no me quedó otra opción que alejarme de todo y comenzar de nuevo.
Marc asintió, procesando mis palabras.
—Y ahora está aquí… ¿por qué? —preguntó, con una expresión de preocupación.
—No lo sé. Mi hermano me llamó y me dijo que Chantal había preguntado por mí, que estaba en Londres y que necesitaba hablar conmigo. No sé qué quiere, pero no puede ser nada bueno. No después de todo lo que pasó —respondí, con un tono frustrado.
Marc se quedó en silencio, observándome, y después de un momento, su expresión cambió a algo más suave.
—¿Y Valérie? —preguntó, con una suavidad que no esperaba—. ¿Le has contado algo de esto?
Negué con la cabeza.
—No. ¿Cómo podría? Apenas empiezo a construir algo con ella, algo que realmente significa mucho para mí… ¿cómo le explico que estoy huyendo de alguien como Chantal?
Marc me miró con comprensión y suspiró.
—Mira, Alexandre, tarde o temprano tendrás que enfrentar a Chantal y aclarar lo que quedó pendiente. No puedes construir nada con Valérie si hay un fantasma como este rondando por tu vida. Si realmente quieres algo con ella, tienes que resolver esto de una vez por todas.
Sabía que tenía razón, pero la idea de enfrentarme a Chantal me revolvía el estómago. Recordaba su sonrisa calculadora, sus palabras llenas de promesas vacías, y cómo había logrado manipularme una y otra vez. Temía que un encuentro con ella pudiera reavivar todas las heridas que tanto había luchado por superar.
Pero también sabía que, si quería avanzar con Valérie, debía enfrentar este capítulo pendiente. No podía seguir siendo un prisionero del pasado si realmente deseaba construir algo nuevo.
—Tienes razón, Marc —dije finalmente, aunque mi voz estaba cargada de duda—. Pero… ¿cómo enfrentas a alguien que te hizo tanto daño?
Marc sonrió levemente y me dio una palmada en el hombro.
—Con la verdad y con la fortaleza que has ganado desde entonces. No eres la misma persona que eras en Italia, Alexandre. Y, sobre todo, no estás solo.
Sus palabras me dieron una sensación de alivio que no había experimentado en mucho tiempo. Sabía que el próximo paso era arriesgado, pero la imagen de Valérie, de su sonrisa y de la paz que sentía cuando estaba con ella, me dio el impulso que necesitaba. No podía permitir que Chantal destruyera lo que había comenzado a construir aquí. Tenía que enfrentarla, tenía que cerrar ese capítulo de mi vida, por Valérie y, sobre todo, por mí mismo.
Me despedí de Marc con un agradecimiento sincero y me dirigí a mi departamento. Mientras caminaba, revisé mi teléfono, dudando si llamar a Matteo para pedirle más información o simplemente esperar el momento adecuado para enfrentar a Chantal. Pero el miedo y la necesidad de aclarar todo se hacían insoportables.
Decidí que la próxima vez que supiera de ella, no me escondería.
•──•─•──•✦•──•─•──•
¡Hola, fantasmitas! 💌
Gracias por acompañarme un día más. Alexandre no logra librarse de sus fantasmas… ¡y no me refiero solo a los recuerdos! 😅 ¿Crees que pueda soltar a Chantal de una vez por todas?
🗓️ No lo olvides…
De lunes a viernes tienes nuevos capítulos de Ecos del Pasado. ¡No hay excusas para perderse la historia!