Chantal
Londres era exactamente como la recordaba: gris, bulliciosa, con esa mezcla de historia y modernidad que la hacía tan imponente. Caminaba por las calles, observando a la gente apresurada, cada uno inmerso en su propia vida, y me preguntaba en qué estaría pensando Alexandre en este momento. Si ya habría oído que yo estaba aquí, si estaba esperando este encuentro tanto como yo.
El reencuentro no sería fácil, y lo sabía. Alexandre tenía una capacidad increíble de cerrar capítulos de su vida sin mirar atrás, o al menos eso pretendía. Pero nadie deja todo atrás tan fácilmente. Ni él ni yo. La última vez que nos vimos, nuestras palabras fueron frías, cortantes, como si hubiéramos olvidado lo que alguna vez significamos el uno para el otro. Pero yo no había olvidado. No podía. Y por eso, decidí venir a Londres.
Con cada paso, recordaba cómo todo había comenzado entre nosotros. Alexandre, con su juventud y su ambición, era como un imán para mí. Su ingenuidad, su sentido de lealtad y de entrega me cautivaron desde el primer día. Yo estaba acostumbrada a ver a la gente como piezas de un tablero, cada una con un rol específico. Pero Alexandre… él era diferente. Había algo en él que me intrigaba y me desafiaba a partes iguales. Al principio, pensaba que podía simplemente moldearlo a mi antojo, que él terminaría siendo una herramienta más en mis planes. Sin embargo, sin darme cuenta, él también comenzó a afectarme.
Pero las cosas se complicaron. Alexandre era una pieza clave en mi vida, y mi intención nunca fue destruirlo. Sí, aproveché sus contactos, sus oportunidades, todo lo que él tenía y yo anhelaba, pero no lo hice por maldad, sino porque sabía que, juntos, podíamos ser imparables. Pensé que lo entendería, que lo vería como yo, que vería el poder y la libertad que estábamos construyendo. Pero él no lo entendió, se sintió traicionado, y en lugar de enfrentarnos juntos al mundo, huyó.
Cuando me enteré de que estaba en Londres, supe que esta era mi oportunidad. Había escuchado rumores de que estaba intentando construir una vida nueva, pero yo sabía que no sería feliz sin confrontar lo que dejamos pendiente. Y, en el fondo, no podía soportar la idea de que él fuera feliz sin mí. Nadie conocía sus miedos, sus ambiciones y sus debilidades como yo. Yo era quien podía desafiarlo y hacer que se enfrentara a quien realmente era. Por eso, estaba aquí.
Esa tarde, lo vi por primera vez en años. No me acerqué, no aún. Lo observé desde lejos, mientras él salía de un café con alguien a su lado, un hombre robusto y amistoso, que parecía bromear mientras él escuchaba con una expresión sombría. La escena me recordó a los días en que intentaba animarlo, a los días en que éramos felices, o al menos, en los que yo creía que éramos felices. El pasado tiene esa forma cruel de enterrar los recuerdos dolorosos y mostrar solo aquellos que nos hacen sentir nostalgia.
Lo seguí en silencio, sin acercarme demasiado. En algún momento, vi que se detuvo y miró su teléfono, pensativo, como si el mundo a su alrededor desapareciera. Entonces, decidí enviarle un mensaje. Era un riesgo, pero sabía que Alexandre odiaba las sorpresas. Me tomé un segundo para redactarlo, asegurándome de que las palabras fueran perfectas.
"Nos debemos una conversación. Sabes que es lo correcto. Esta vez no huyas, Alexandre."
Esperé unos segundos, viendo cómo leía el mensaje. Su rostro pasó de la sorpresa a la rabia, y pude verlo cerrar los ojos como si intentara calmarse. A pesar de la distancia, pude sentir su frustración y, por alguna razón, eso me hizo sonreír. Me recordé que a veces las heridas más profundas eran las que conectaban a las personas, y sabía que, por mucho que me odiara en ese momento, aún quedaba algo de esa conexión entre nosotros.
Me retiré antes de que pudiera verme. Sabía que si realmente quería cerrar esta historia, tendría que esperar el momento adecuado. Por ahora, era suficiente recordarle que estaba aquí, que no había forma de evadir lo que habíamos compartido, ni el daño que ambos habíamos causado. Él podía seguir adelante, inventarse una nueva vida, pero había cosas que no podían borrarse, cosas que merecían una confrontación.
Esa noche, en el hotel, miré mi reflejo en el espejo. Me recordé que estaba aquí no solo para buscar redención, sino también para probarme a mí misma que aún podía controlar la situación, que podía tenerlo de vuelta, de una forma u otra. ¿Acaso no éramos iguales? ¿No había, en el fondo, una parte de él que disfrutaba del poder y de la ambición tanto como yo?
Sabía que había otra mujer en su vida, una joven que lo hacía sentir vulnerable de nuevo, o al menos eso decían los rumores. Me dolía, aunque no estaba dispuesta a admitirlo. Alexandre y yo teníamos una historia que nadie podría comprender. Quizás esta chica lo hacía reír, le daba una paz que yo no podía ofrecerle, pero sabía que no duraría. Ella no conocía la versión real de Alexandre, la que escondía tras esa fachada de calma. Yo lo conocía, y él a mí, en nuestros mejores y peores momentos.
Le daría un tiempo, lo justo para que reflexionara y se enfrentara a lo inevitable. Pero no esperaría demasiado. Pronto, tendría que enfrentarse a mí, y esta vez, no habría escapatoria.
Mientras cerraba el mensaje y lo enviaba, una especie de calma se apoderó de mí. Estaba lista para ver a Alexandre una vez más, para recordarle que el pasado no se borra tan fácilmente y que, por mucho que intentara olvidarlo, yo siempre sería parte de él.
Porque en el fondo, él sabía que nunca podría dejarme atrás.
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¡Hola, fantasmitas queridas! 💕
Valérie está sacando su lado más fuerte, pero Alexandre… ¡ay, Alexandre! 🙄 ¿Cuánto más puede huir antes de arruinar lo que tiene?
🚨 Atención 🚨
¡Capítulos nuevos de lunes a viernes! La historia no para, y las emociones tampoco.