Alexandre Moreau
—¿Quién? —preguntó Valérie, su tono tan firme que, por un momento, me hizo dudar si realmente deberíamos hacerlo.
Sabía que hablar de Juliette no sería sencillo. Era una carta peligrosa, una pieza clave en el tablero de Chantal, pero no estaba seguro de si era una aliada o un riesgo más.
—Juliette —dije finalmente, intentando sonar más seguro de lo que me sentía—. Trabajó con Chantal en el pasado.
Vi cómo sus labios se tensaban, una señal clara de que no le gustaba lo que acababa de escuchar.
—¿Podemos confiar en ella? —insistió.
—Confiar no es una opción —admití, dejando caer los papeles sobre la mesa—. Pero sabe lo suficiente como para ayudarnos. Lo que quiero decir es…
—Es un arma de doble filo —terminó Valérie, su mirada fija en mí.
Antes de que pudiera responder, alguien golpeó la puerta.
—Debe ser Marc —murmuré, dirigiéndome hacia la entrada.
Cuando abrí, ahí estaba, con esa sonrisa que siempre parecía encontrar el momento exacto para aligerar cualquier situación.
—¿Qué pasa, amigo? ¿Estás organizando una intervención o algo así? —preguntó, entrando sin esperar invitación.
—Marc, este no es el mejor momento —le respondí, cerrando la puerta detrás de él.
—Perfecto, porque los mejores momentos son aburridos —dijo, dejándose caer en el sofá como si fuera dueño del lugar.
Valérie suspiró, y yo apenas había empezado a explicarle a Marc lo que estaba ocurriendo cuando sonó su teléfono. Ella contestó de inmediato.
—¿Sophie?
Por el tono de su voz, supe que lo que sea que Sophie estaba diciendo no era bueno.
—Ven aquí. Estamos en el apartamento de Alexandre —dijo Valérie, antes de colgar.
—¿Sophie? —preguntó Marc, interesado de repente—. ¿Ella también está en el equipo ahora? Esto mejora por segundos.
—Es la mejor amiga de Valérie, y no está aquí para entretenerte, Marc —respondí, cansado ya de su actitud despreocupada.
—Eso está por verse —respondió con una sonrisa.
Cuando Sophie llegó, su entrada fue directa y sin rodeos, como siempre. Traía consigo una laptop, una carpeta de papeles y una expresión que no dejaba espacio para bromas.
—Hola —dijo rápidamente, saludándonos con un leve movimiento de cabeza antes de dirigirse a Valérie—. Necesitas ver esto.
Todos nos reunimos alrededor de la mesa mientras Sophie desplegaba los documentos y abría su computadora.
—Chantal está moviendo dinero a través de varias cuentas, todas conectadas a nombres falsos o negocios inexistentes —explicó, mostrando un gráfico en la pantalla—. Pero aquí es donde las cosas se complican.
Señaló un nombre en el gráfico que no esperaba ver: Juliette.
—¿Por qué aparece Juliette aquí? —pregunté, sintiendo cómo la tensión aumentaba.
—Porque está usando los mismos canales que Chantal para mover dinero. La diferencia es que parece estar filtrando información clave hacia otros socios… probablemente hacia nosotros —dijo Sophie, cruzándose de brazos—. Lo que significa que es peligrosa.
Marc soltó un silbido bajo, rompiendo el silencio.
—Bueno, bueno, parece que esta Juliette no es precisamente la Madre Teresa, ¿eh?
—Marc, ¿puedes concentrarte? —le dije, intentando no perder la paciencia.
—Lo estoy. Es solo que este drama es mejor que cualquier película que haya visto últimamente.
Sophie lo miró por primera vez con algo que podría describirse como incredulidad mezclada con diversión.
—¿Siempre haces bromas en momentos como este?
—Solo cuando funcionan —respondió, guiñándole un ojo.
El plan comenzó a tomar forma después de que Sophie terminó de exponer su análisis. Iríamos a ver a Juliette, pero no dejaríamos nada al azar.
—Vamos todos juntos —dije finalmente, mirando a Valérie—. No podemos arriesgarnos a que ella intente dividirnos.
—Me parece bien —respondió Valérie, mientras Sophie asentía junto a ella.
Marc, por supuesto, tenía que añadir su toque característico.
—Perfecto. Siempre quise ser parte de un escuadrón de élite. ¿Cómo nos llamaremos? ¿Los Rompe-Chantales? ¿El equipo Anti-Juliette?
—Marc —le advertí, aunque Valérie apenas logró contener una sonrisa.
Cuando llegamos al lugar de encuentro, Juliette nos esperaba en una pequeña sala privada de un café exclusivo. Su expresión era neutral, pero sus ojos analizaban a cada uno de nosotros.
—Alexandre, siempre tan puntual —dijo, cruzándose de brazos.
—Vamos al grano, Juliette —respondí, manteniendo mi tono frío.
Ella nos proporcionó información suficiente para confirmar que Chantal estaba preparando un golpe financiero importante. Sophie tomó notas, Valérie hizo preguntas incisivas, y Marc… bueno, Marc hacía comentarios que alternaban entre útiles y absurdos.
—Entonces, básicamente, necesitamos derrotar a una villana súper inteligente con un presupuesto ilimitado y amigos en lugares oscuros. Fácil, ¿no? —dijo, apoyándose en la mesa con una sonrisa.
Juliette no pareció impresionada.
—Si estás aquí para bromear, tal vez deberías quedarte en casa.
—Si bromear mantiene a todos menos tensos, estoy haciendo mi trabajo —respondió, encogiéndose de hombros.
Cuando salimos del lugar, la noche londinense se sentía más fría. Sophie caminaba junto a Valérie, discutiendo las próximas acciones, mientras Marc se me acercó con una expresión inusualmente seria.
—Sabes, esta Sophie es impresionante. ¿Siempre es así de directa?
—No empieces, Marc —le advertí.
—Solo digo que alguien debería mantener las cosas interesantes, ¿no crees?
Negué con la cabeza, pero no pude evitar sonreír. A pesar de su actitud ligera, Marc era más útil de lo que quería admitir.
Caminé junto a ellos, sintiéndome más fuerte con cada paso. Por primera vez en mucho tiempo, no estaba enfrentando esto solo.
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