Ecos del Pasado

Capítulo 27: Juego de espejos

Marc Moreau

Si alguien me hubiera dicho hace un año que estaría metido en un lío internacional, con redes financieras oscuras, una sociópata como villana principal y un grupo de aliados que parecían sacados de un drama de espionaje, habría pensado que estaban locos. Pero ahí estaba yo, sentado en un sofá desvencijado en Londres, observando cómo mi mejor amigo Alexandre y su… ¿compañera? ¿amante? Valérie intentaban disimular algo que claramente había ocurrido en la cocina.

No era difícil adivinarlo. Valérie tenía el cabello un poco más desordenado de lo normal, y Alexandre, bueno, Alexandre siempre parecía tenso, pero esta vez era diferente. Algo había cambiado, y aunque normalmente habría hecho un comentario mordaz al respecto, decidí guardármelo. Por ahora.

—¿Entonces? —pregunté, interrumpiendo el incómodo silencio—. ¿Tenemos un plan o seguimos improvisando?

Sophie, que estaba sentada al otro lado de la sala con su portátil, levantó la vista para mirarme, claramente irritada por mi falta de seriedad.

—Sí, tenemos un plan —respondió con ese tono seco que parecía reservar solo para mí—. Pero todavía necesitamos afinar algunos detalles.

Me incliné hacia adelante, apoyando los codos en mis rodillas mientras la miraba. Sophie tenía esa manera de hablar que hacía que cualquier cosa pareciera una orden, y aunque era frustrante, también era… fascinante.

—¿Y esos detalles? —pregunté, alzando una ceja—. ¿Son complicados o estás esperando a que haga algo increíblemente heroico?

Ella resopló, una mezcla de risa y exasperación.

—Lo único increíble sería que te concentraras por más de cinco minutos.

—Vamos, Sophie, sabes que soy mucho más útil de lo que aparento.

—Claro que sí, Marc. Útil como un interruptor que no funciona.

Valérie dejó escapar una risa suave desde la esquina, mientras Alexandre me lanzaba una mirada que decía: Por favor, concéntrate.

—Está bien, está bien —dije, levantando las manos en señal de rendición—. Pero en serio, ¿qué sigue?

Sophie me ignoró y volvió a su computadora, pero no sin antes lanzarme una mirada rápida que, si no la conociera mejor, habría interpretado como un desafío.

Durante las siguientes horas, nos sumergimos en el trabajo. Sophie seguía estudiando las transacciones y conexiones que Juliette nos había proporcionado, mientras Alexandre y Valérie discutían posibles estrategias en voz baja.

Yo, por mi parte, no podía evitar observar a Sophie. Era diferente a cualquier persona que hubiera conocido. Su seriedad, su inteligencia, la forma en que sus dedos se movían rápidamente por el teclado… todo en ella me intrigaba.

—Oye, Sophie —dije finalmente, rompiendo el silencio—. ¿Siempre fuiste tan… mandona?

Ella me miró sin levantar la cabeza del ordenador.

—¿Siempre fuiste tan insoportable?

Me reí, porque, honestamente, no esperaba menos.

—Solo pregunto porque me intrigas. Eres como un rompecabezas, y me encantan los retos.

Esta vez, Sophie sí levantó la mirada, sus ojos encontrándose con los míos por un breve segundo antes de volver a la pantalla.

—Tal vez deberías concentrarte en los retos que tenemos enfrente, Marc. Como, no sé, derrotar a Chantal.

—Chantal puede esperar un poco. Tú, en cambio, eres un misterio que quiero resolver.

Sophie no respondió de inmediato, pero el leve rubor en sus mejillas fue suficiente para hacerme sonreír. Sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía evitarlo. Sophie tenía una manera de desafiarme que me hacía querer intentarlo una y otra vez.

En medio de nuestra conversación, el teléfono de Alexandre sonó. Su expresión cambió al instante, y la atmósfera en la sala se volvió tensa.

—Es Juliette —dijo, levantándose para atender la llamada en la habitación contigua.

Valérie lo siguió, dejando a Sophie y a mí solos en la sala.

—Bueno, parece que tenemos un momento para nosotros —comenté, rompiendo el silencio incómodo.

Sophie suspiró, cerrando su computadora por un momento.

—Marc, ¿alguna vez tomas algo en serio?

—Claro que sí. Tomo en serio… esto —dije, señalando entre nosotros.

Ella me miró con una mezcla de incredulidad y diversión.

—No sé cómo haces para convertir todo en una broma.

—Es un talento. Pero también sé que debajo de esa fachada seria, hay alguien que no siempre quiere cargar con todo. Déjame adivinar, Sophie: ¿eres de las que cree que el mundo depende de ti para funcionar?

Sophie se quedó en silencio, lo que me dio la respuesta que buscaba.

—Exacto. Pero aquí está la cosa: no tienes que hacerlo sola. Tienes a Valérie, a Alexandre… y me tienes a mí.

—¿A ti? —preguntó, levantando una ceja.

—Sí, a mí. Soy sorprendentemente bueno cuando no estoy bromeando.

Esta vez, Sophie dejó escapar una risa, y algo en su expresión cambió. Por un breve instante, vi algo más que la seriedad habitual. Vi a alguien que también necesitaba un momento de respiro en medio de todo esto.

Antes de que pudiera decir algo más, Alexandre y Valérie regresaron. La mirada en sus rostros era suficiente para saber que lo que Juliette había dicho no era bueno.

—Tenemos que movernos —dijo Alexandre, su voz firme—. Chantal está lista para hacer su jugada final.

—Perfecto. Más acción, menos charla —dije, poniéndome de pie.

Pero incluso mientras nos preparábamos para lo que venía, mi atención volvía a Sophie. Algo me decía que lo que fuera que estaba naciendo entre nosotros no terminaría aquí.




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