Ecos del Pasado

Capítulo 30: Ruptura irrevocable

Alexandre Moreau

El aire en la sala era como una cuerda tensada al límite, a punto de romperse. Las palabras de Chantal flotaban aún en el ambiente, y podía sentir cómo cada mirada se clavaba en mí. Valérie estaba paralizada, con los ojos llenos de un dolor que apenas podía disimular, mientras Sophie y Marc permanecían al margen, tensos y expectantes.

Chantal, como siempre, dominaba el espacio. Su postura era relajada, pero sus ojos brillaban con una malicia que solo yo podía reconocer. Todo esto era un juego para ella, uno en el que siempre terminaba ganando. Pero ahora el peso recaía sobre mí.

—Valérie, no puedes irte con ella —dije finalmente, mi voz firme, cortando el silencio.

Valérie me miró, como si esperara que la salvara. Pero yo sabía que no podía.

Chantal inclinó la cabeza, disfrutando del espectáculo.

—¿Y quién se sacrificará esta vez, Alexandre? ¿Tú? —preguntó, su tono cargado de burla.

—Sí. —Las palabras salieron sin titubear, pero el peso de ellas me aplastaba.

—No —susurró Valérie, dando un paso hacia mí.

Levanté la mano, deteniéndola antes de que pudiera acercarse más.

—Escúchame bien, Valérie —dije, girándome hacia ella. Mis ojos se encontraron con los suyos, y vi cómo la esperanza luchaba por mantenerse viva. Sabía que tenía que destruirla. No había otra forma.

—Esto no es para ti. Nunca lo fue. —Mis palabras eran como un látigo, cada una cortando más profundo que la anterior—. Tú eres débil, Valérie. Siempre lo has sido.

—¿Qué? —su voz se quebró, y pude ver cómo sus hombros se hundían ligeramente.

—Mírate. —Extendí un brazo hacia ella, señalándola como si fuera un objeto defectuoso—. No eres más que una carga. Has estado jugando a ser fuerte, pero no engañas a nadie. Todo esto… —gesticulé alrededor de nosotros—, no eres capaz de manejarlo.

—Alexandre, no… —intentó decir algo, pero la interrumpí.

—¡Cállate! —grité, mi voz resonando en la sala como un disparo. Todos se tensaron, incluso Chantal.

Marc dio un paso al frente, pero lo fulminé con la mirada.

—Quédate fuera de esto, Marc. Esto no te concierne.

Él levantó las manos en un gesto de rendición, pero su mirada estaba llena de furia. Sophie, en cambio, se acercó a Valérie, colocándole una mano en el hombro, pero ni siquiera eso pareció consolarla.

—No tienes idea de lo que se necesita para sobrevivir aquí, Valérie. Eres patética. —Las palabras salieron con tanta facilidad que me sorprendieron, pero sabía que era lo que debía decir.

—Alexandre… ¿cómo puedes decirme eso? —preguntó, sus lágrimas finalmente comenzando a caer.

—Porque es la verdad. —Di un paso hacia ella, mi voz baja pero cargada de veneno—. ¿De verdad pensaste que podrías enfrentar a Chantal? ¿A mí? Eres una niña jugando a ser adulta, y ahora estás pagando el precio por tu estupidez.

—Eso es suficiente, Alexandre —dijo Sophie, su voz temblorosa pero llena de rabia.

—No, no lo es. —Me giré hacia ella, lanzándole una mirada que la obligó a retroceder.

Valérie se llevó las manos al rostro, como si intentara protegerse de mis palabras, pero ya era demasiado tarde. La había destruido, y ambos lo sabíamos.

Chantal, mientras tanto, observaba todo con una sonrisa satisfecha.

—Bien, Alexandre. Muy bien. —Se acercó a mí, colocando una mano en mi rostro. Su tacto era frío, calculado.

—¿Es esto lo que querías? —le pregunté, mi voz apenas un susurro.

—Exactamente esto. —Y antes de que pudiera reaccionar, me besó.

El beso fue como una sentencia. Lo acepté porque sabía que era lo que debía hacer, pero cada segundo que pasaba sentía cómo algo dentro de mí se rompía aún más.

Cuando finalmente se separó, me giré hacia Valérie una última vez. Estaba de rodillas en el suelo, con Sophie abrazándola mientras Marc nos miraba como si quisiera matarme.

—Cuídala —dije, mi voz vacía.

Sin esperar respuesta, salí de la habitación con Chantal. El aire frío de la noche me golpeó, pero no hizo nada para calmar el fuego que sentía en mi interior. Mientras subíamos al coche, Londres comenzó a desvanecerse en la distancia, llevándose con ella todo lo que había sido.

Había tomado mi decisión. Y no había vuelta atrás.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.