La lluvia golpeaba con fuerza el techo del refugio, como si el cielo mismo supiera que algo grande estaba a punto de pasar.
Jade miró a Emmy y a Luke. Sabía que ya no había vuelta atrás.
—Entonces, ¿dices que tienes una lista con los nombres? —preguntó ella, su voz firme, aunque por dentro el miedo le revolvía el estómago.
Luke asintió.
—Los conseguí hace dos semanas. Desde que salimos del campamento, me mantuve escondido. Investigando. Me enteré que Viktor, el tipo que lideró la masacre… no murió. Fingió su muerte para desaparecer.
Jade sintió un escalofrío.
—¿Y ahora qué? —preguntó Emmy con la voz temblorosa.
Luke desenrolló un viejo plano de la ciudad.
—Uno de sus escondites está a las afueras, en una fábrica abandonada. Mañana en la noche, según la información que conseguí, tendrán una reunión. Si vamos antes, podemos encontrar pruebas, rescatar a quien tengan retenido y acabar con esto.
Jade tragó saliva.
—¿Cómo piensas entrar? No somos un escuadrón militar, Luke.
Él sonrió de lado.
—Yo tengo contactos… y hay alguien que nos puede ayudar.
Antes de que Jade pudiera preguntar quién, la puerta se abrió y una silueta alta, empapada, entró.
Jade se quedó congelada.
—¿…Fabricio? —susurró.
Era él.
Más alto, con el cabello negro mojado cubriéndole la frente y los ojos azules igual de intensos que los recordaba. Tenía una mochila colgada al hombro y una cicatriz en la ceja.
—Hola, pequeña —dijo, con una sonrisa cansada—. Tiempo sin verte.
Jade sintió un nudo en la garganta. Lo había creído lejos, ajeno a todo, pero ahí estaba, de pie frente a ella.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, sin poder evitar que las lágrimas le llenaran los ojos.
Fabricio se acercó y le revolvió el cabello, como solía hacer cuando eran más chicos.
—Luke me llamó. Cuando supe lo que estaba pasando… no podía quedarme de brazos cruzados.
Jade se abrazó a él con fuerza, sin poder evitarlo.
—Te extrañé, idiota.
—Y yo a ti, chiquita —susurró él.
Luke se aclaró la garganta, tratando de disimular una sonrisa.
—Bueno, bueno… se nos acaba el tiempo. Tenemos un plan que terminar.
Fabricio dejó a Jade y miró a Luke.
—Dime qué hay que hacer.
Luke sacó fotos, planos y rutas de escape.
—Vamos a dividirnos en dos grupos. Emmy y Jade entrarán conmigo por la parte trasera de la fábrica. Fabricio, tú cubrirás desde la azotea con un francotirador de aire comprimido. No letal, pero suficiente para neutralizar a los guardias. Una vez adentro, buscamos la sala de grabaciones. Debe haber archivos de todo lo que hicieron en ese maldito campamento.
Fabricio asintió.
—Perfecto.
Jade miró a todos.
Por primera vez desde aquella noche, sentía que no estaba sola.
—Lo vamos a lograr —dijo con firmeza.
Luke le sostuvo la mirada.
—Te lo prometo.
La lluvia seguía cayendo, pero en el refugio ya no había miedo.
Solo valor… y sed de justicia.