Ecos Del Silencio

Capítulo 11: Confesiones bajo la lluvia

La noche había caído por completo. El refugio olía a humedad, a tierra mojada, y a café instantáneo mal hecho. Emmy se había quedado dormida en un sillón, y Fabricio afilaba una vieja navaja en silencio al otro lado del cuarto.

Jade salió al pequeño balcón cubierto del refugio, el único lugar donde podía respirar sin sentir que el mundo la aplastaba. Se abrazó a sí misma, mirando cómo las gotas de lluvia golpeaban el suelo.

Detrás de ella, escuchó la puerta deslizarse. Era Luke.

—¿No puedes dormir? —preguntó él, con esa voz suya grave y tranquila.

Jade negó despacio.

—No dejo de pensar en todo… y en lo que puede pasar mañana.

Luke se apoyó en la baranda, a su lado.

Por un rato, ninguno de los dos habló. Solo el sonido de la lluvia y sus respiraciones.

—¿Sabes? —dijo Jade de pronto—. A veces siento que desde el campamento no volví a ser la misma. Que hay algo roto en mí… algo que nunca voy a poder arreglar.

Luke giró para mirarla.

—No estás rota, Jade. Solo herida. Y las heridas sanan… algunas tardan más, pero sanan.

Ella lo miró. Sus ojos negros se cruzaron con los de él. Ese azul intenso que, desde el primer día, había sentido que la atravesaba.

—Luke… —susurró, sin saber muy bien qué quería decir.

Luke sonrió, una de esas sonrisas que uno solo le dedica a quien realmente le importa.

—Sé lo que sientes, Jade. Y créeme, no eres la única.

Ella bajó la mirada, ruborizada.

—Pero… no puedo, Luke. No ahora. Tengo 14… y tú…

Luke alzó una mano, acariciando su mejilla con la yema de los dedos.

—Lo sé —susurró él—. Y no espero nada ahora. No te voy a pedir algo que no te corresponde, ni quiero lastimarte de ninguna forma. Solo… solo quiero que sepas que, cuando llegue el momento… cuando seas mayor y decidas qué quieres para ti… si todavía sientes lo mismo, aquí voy a estar.

El corazón de Jade se aceleró.

Luke le sonrió de nuevo, y se inclinó para darle un beso suave en la frente.

—Eres la persona más valiente que conozco, Jade Belford del Carmen. No dejes que nadie te haga olvidar eso.

Ella se mordió el labio, emocionada.

—Prométeme que después de esto… cuando todo termine… no vas a desaparecer otra vez.

—Te lo prometo —dijo él.

Y se quedaron ahí, en silencio, bajo la lluvia, sabiendo que aunque el mundo estuviera cayéndose a pedazos, en ese instante… se tenían el uno al otro.

nota de la autora :)

“¡Si te está gustando la historia, no olvides seguirme para no perderte lo que viene!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.